Santa Orosia y Las Cuerlas
(La columna de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 21 de junio de 2015)
En Aragón santa Orosia ha sido considerada sanadora de posesos, auxilio de endemoniados. Suele afirmarse que nació en lejanas tierras del este europeo. Hija de reyes, el mismísimo Papa de Roma apalabró su boda con el monarca aragonés, y hacia aquí se encaminó. Llegada al puerto de Yebra de Basa, un jefecillo musulmán quiso obligarla a abrazar su fe y, al negarse, murió martirizada. Cien ángeles acudieron a enterrar el cuerpo de la santa, y dicen que lo hicieron llorando. Dos siglos pasó desapercibido el lugar del enterramiento, hasta que el 25 de junio de 1072 le fue revelado milagrosamente a un pastorcillo.
No es asombroso que los despojos de Orosia desprendiesen perfumes si tenemos en cuenta que su nombre viene a significar 'la buena rosa'.
Señalan las hagiografías precisamente por serlo se permiten exagerar que los restos de la niña mártir tomaron dos caminos: su cuerpo fue llevado a Jaca y su cabeza a Yebra de Basa. Desde entonces y hasta hace cosa de un siglo, han sido famosas las procesiones de supuestos energúmenos que, buscando curación, peregrinaban hasta estos dos lugares del Alto Aragón para participar en sorprendentes ceremoniales que se celebraban en fechas próximas al solsticio de verano.
Mucho más desapercibida ha pasado la presencia y culto a Santa Orosia en tierras que hermanan Zaragoza y Teruel. De ello me quiero ocupar y por eso me acerco hasta Las Cuerlas, junto a la laguna de Gallocanta. «Pues sí señor, aquí tenemos un relicario de Santa Orosia, pero de lo que usted nos cuenta sobre diablos, nada de nada; palabra».
Me entero de que la reliquia en cuestión ya se custodiaba en la parroquial de Las Cuerlas en la segunda mitad del siglo XVIII. Ato cabos y deduzco que muy bien pudo llegar desde Burbáguena porque, además de no estar lejos, en este rincón de Teruel dieron culto a una supuesta nariz de la princesa mártir, al menos desde noviembre de 1576... ¿Cederían un pedacico? Indago y anoto lo que me cuentan los vecinos: «En Las Cuerlas utilizábamos nuestra reliquia para espantar tormentas. Sí, cuando se veían nubes con mala pinta el tío Juan la sacaba a la puerta de la iglesia mientras sonaban las campanas». El ritual se perdió en la década de los sesenta.
Contemplo con detenimiento el relicario dieciochesco y me pregunto si lo que veo son algodones con sangre seca y restos de cabellos. Leo con atención los gozos que me entregan y subrayo esta estrofa: «De tu virtud poderosa / los prodigios son tan ciertos, / como dar vida a los muertos, / y a un ciego la vista hermosa» iJolines!
La fiesta, que se celebra el 25 de junio, llegó a ser esplendorosa y así se mantuvo hasta que el pueblo se fue quedando sin gente: «A la imagen se le ponía una peluca y recorríamos con ella las calles en procesión; por la tarde adorábamos la reliquia». Tampoco faltaba la música. En fin, la gente de Las Cuerlas me cuenta una amargura: «La imagen de Santa Orosia nos la robaron hará cosa de unos veinte años. Compramos una nueva, pero no es igual».
Etiquetas: Cuentos y leyendas, Sin ir muy lejos, Tradiciones varias
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