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lunes, noviembre 17

La tragedia de Espartero: el héroe español conocido por los genitales de su caballo

(Un artículo de Jordi Corominas i Julián en El Confidencial del 10 de enero de 2019)

El militar, que fue la salsa de todos los platos en la España del siglo XIX, ha desaparecido de los callejeros y de la memoria colectiva de la nación. [En 2019] una gran biografía recuerda su figura.

España es quizá el país europeo que mejor desdeña su propia Historia, sumida en una ignorancia querida por los planes educativos para propulsar hasta los topes la incultura ciudadana. Para el relato patrio decimonónico nadie fue más importante que Baldomero Espartero, duque de la Victoria, príncipe de Vergara, 'Pacificador Supremo' y acuñador del lema más repetido a lo largo de esa centuria: cúmplase la voluntad nacional. Ahora su figura ni siquiera está desdibujada y sólo sirve como frase hecha relativa a las dimensiones de los genitales del caballo de su estatua ecuestre o para eliminarlo del nomenclátor callejero dentro de las premisas de lo políticamente correcto, como en Barcelona, ofendida por la doble presencia, tenía dedicadas una calle y un pasaje, del que bombardeó la ciudad condal en 1842.

En 2009 su nombre desapareció en apariencia de las placas, pero si uno pasea al lado de la plaza de Catalunya aún verá una vía dedicada a Vergara, lugar del famoso abrazo que selló el principio del fin de la primera guerra carlista. Su permanencia, indicativa de la relevancia del personaje en un pasado no tan lejano, se debe a la pura desidia de unas autoridades desconocedoras, como una inmensa mayoría, de los dimes y diretes de un siglo muerto por amnesia en las premisas de nuestro imaginario político. 

Nadie gozó de más fama popular que el protagonista de este artículo, y así lo demuestran cerámicas de Manises, banderolas, peticiones de autógrafos, presencia mediática, imitaciones de su estética y el constante recurso a su persona para dirimir cualquier cuestión de urgencia, hasta el punto que hasta su muerte, acaecida en Logroño en 1879 a la proba edad de 85 primaveras, fue reclamado como árbitro y caudal simbólico, siendo visitado por todos y cada uno de los representantes de la autoridad, desde los republicanos hasta el joven Alfonso XII, quien sabía del valor de departir con el viejo para revestirse de potestad ante la perpetua zozobra de aquellos decenios repletos de conflictos civiles y una lucha intensísima por definir el rumbo hacia la modernidad liberal o seguir en una senda anquilosada. Repetición de repeticiones, lenguaje familiar para nuestros oídos. 

Baldomero Espartero nació en el seno de una familia humilde y de no mediar Napoleón su destino hubiera sido el de un eclesiástico anónimo sin tanto furor ni ímpetu. En este sentido el británico Adrian Shubert, autor de 'Espartero, el pacificador', una excepcional biografía publicada en Galaxia Gutenberg, atina al vincular su suerte "a esas épocas de crisis que debilitan la solidez de las costumbres, las leyes y las instituciones que prevalecen en tiempos normales, y hacen posible la irrupción en lugares destacados de la Historia de personas hasta ese momento destinadas a papeles secundarios". 

La revolución fue continua, como el movimiento al que le sometieron las tropas carlistas por el País Vasco mientras perseguía su sueño de paz entre frío, fantasmas invisibles y la conciencia de aupar la legalidad a toda costa. Antes de su mito se vio engullido por la centuria y Napoleón, enrolándose en el ejército con dieciséis años hasta recalar en el Cádiz de las Cortes, empaparse de ideología liberal y pasar una década entera en las colonias sudamericanas, enfrascadas en su liberación de la metrópoli. 

La lid contra Bolívar, que casi consigue su ejecución, y compañía le proporcionó experiencia en el campo de batalla y una nada desdeñable fortuna económica basada según muchos en su pericia en la mesa de juego. El rumor encajaría con su personalidad, amante del filo de la navaja, temerario hasta el extremo e inasequible al desaliento en su empeño de silenciar los cañones en la contradicción imperativa de usar las armas para lograr su meta.

En 1833 saltó de Palma a la Península y sin ser en absoluto el favorito de la Regencia derrochó una energía insólita en la primera guerra carlista, que le mantuvo enfrascado durante más de siete años por todo el norte español. El punto de inflexión llegó la madrugada de la navidad de 1836, cuando, enfermo, rompió en medio de la noche y la tormenta el cerco del enemigo hasta en Bilbao para regocijo de los partidarios de la entonces niña Isabel II. A partir de entonces la espada ganadora de la batalla de Luchana sería indispensable a pesar de su portador. 

Espartero siempre defendió la bandera del orden constitucional, esa fue su divisa y no le importó el menosprecio al que se vio sometido desde las más altas instancias. Ahora nadie recuerda cómo la España del siglo XIX fue pasto de constantes guerras fraticidas, siendo la más significativa la que le proporcionó la inmortalidad durante su presente. Poco a poco, con paciencia infinita y en muchas ocasiones a cuenta de su propio bolsillo, desarboló la resistencia de los militares de Carlos Maria Isidro hasta finiquitarla el 31 de agosto de 1839 en el ya mencionado abrazo de Vergara entre él mismo y Maroto.

A diferencia de Franco, que intentó aniquilarlo de la memoria, Espartero apostó por la reconciliación como pilar de la construcción nacional. No contemplaba venganza y detestaba a los políticos profesionales, a los que juzgaba incapaces de remar en la concordia para solucionar los problemas acuciantes, pues sólo servían para crear querellas internas y alejarse de la realidad sin hacer nada para remediarlo, tanto que esta actitud les daba poder sólo hasta donde llegaba el horizonte.

Shubert, como muchos otros historiadores, data la posibilidad de un verdadero cambio en 1840, cuando el autoritarismo de la primera María Cristina quiso eliminar de un plumazo el debate público con una ley municipal ideada para perjudicar a los progresistas en sus feudos urbanos y aupar al Partido Moderado a la inmóvil cabeza de las instituciones. El tiro, nunca mejor dicho, le salió por la culata y la revolución, otra más, convirtió a Espartero en Regente. 

Ese período, hasta el exilio de julio de 1843, fue la gran oportunidad perdida del liberalismo español para revertir la cadena de acontecimientos. Espartero no era un buen dirigente y no supo gestionar la habitual división de las fuerzas proclives a la transformación del país, enfrentadas entre sí para dilapidar cualquier esperanza.

Esta resurgió en 1854. Durante la década moderada Espartero se mantuvo apartado pese a estar en boca de todos. Hasta 1848 lo hizo forzado en Londres. Cuando se le permitió regresar y recuperar todos sus títulos cumplió su añeja aspiración de ser una especie de Cincinato rural, retirado en su finca riojana junto a su queridísima esposa Jacinta, loada por su inteligencia y saber estar incluso por Lord Palmerston. Los símiles del duque de la Victoria con George Washington eran un clásico, pero él sólo quería una Nación disciplinada sin algaradas ni desmanes, algo harto complicado entre el contexto y el desgobierno. 

Ni él mismo tuvo la pericia de enderezarlo cuando otro vuelco en julio de 1854 condujo al bienio moderado. Entonces no dudó en aliarse con la antítesis que representaba el general O’Donnell para salvar la corona y enderezar la nave hasta desprestigiarse en el intento. Sorprende leer cómo la incipiente clase obrera aún le rendía pleitesía en las barricadas de Madrid y hasta en las proclamas barcelonesas durante la primera Huelga General de 1855.

Ese bienio progresista fue su tumba política. Al no prosperar la convivencia con su antípoda se despidió para siempre con mucho disgusto por parte del pueblo, que nunca entendió su abandono de 1856, cuando se le esperaba de nuevo para remediar el eterno desaguisado. Al no ser un patrón de los imposibles retomó el camino del anonimato, utópico cuando la calle celebraba su santo y nadie olvidaba su influencia, sin la que era utópico tener un aval digno de confianza. 

En la década de 1860 España se abocó a uno de sus tantos desastres. La campaña de Marruecos no logró frenar la mala prensa de la Monarquía en todos los ámbitos, agravada por las revueltas estudiantiles, la burbuja del ferrocarril y el fallecimiento de O’Donnell y Narváez, dos providencias sin las que Isabel II se vio por completo indefensa hasta el Pronunciamiento de la Gloriosa el 19 de septiembre de 1868. El triunvirato configurado por Serrano, Prim y Topete dio paso al Sexenio Democrático, donde se quiso mantener la corona sin borbones y el pueblo clamó a las claras por Espartero, quien recuperó una popularidad acaso nunca perdida y fue postulado a ocupar el trono entre coplas, adhesiones y consultas con resultado negativo. Esgrimió tener debilitada la salud y haber cumplido con su deber, no sin antes advertir que la elección de un soberano extranjero haría crónico el caos, como si así fue. Hasta los republicanos le pidieron sin éxito ser presidente y la cantinela de encumbrarle prosiguió hasta que dio su beneplácito a Alfonso XII, cerrándose así su determinante papel extendido durante más de seis décadas. 

La muerte de su esposa Jacinta fue el preludio de la suya. Falleció el 8 de enero de 1879, recibió funerales de Estado y no se libró de la manía estatuaria, brotando homenajes a lo largo y ancho de nuestra geografía.

La conmemoración, como si así se hiciera justicia, fue la catapulta para su borrado, debido en cierto modo a la precaria consolidación del sistema de la Restauración, bien distinto a los vaivenes de los dos primeros tercios del Ochocientos. Más tarde la cultura política española ha eliminado por completo esa génesis para centrarse en aspectos monotemáticos empecinados en la última dictadura. Lo demás, ya lo advertíamos al principio de este texto, nunca existió y no es que el sueño de la razón produzca monstruos. En este caso vivimos un sempiterno presente donde lo pretérito no figura en ninguna agenda, lo que empobrece la discusión hasta constituir una rémora para construir ningún tipo de unidad. La derrota del Espartero póstumo es otra metáfora más del analfabetismo por decreto.

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sábado, noviembre 15

La tiranía de la "cara de instagram"

(Un texto de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 18 de septiembre de 2022)

Los algoritmos también mandan sobre la belleza. El uso de filtros en los retratos impone un canon peligroso, alertan psicólogos y médicos. Pero triunfan cuanto más deforman las caras.

Deforma los rostros hasta la hipérbole y ha sido un exitazo: el filtro de Instagram de efecto facial Vedette ++ se vio 130 millones de veces en solo tres meses y medio. Luego, Instagram lo vetó porque los cirujanos plásticos alertaron de la afluencia de adolescentes que pedían rostros con rasgos desorbitados. Son consecuencias nocivas de la locura por los filtros que se vive en las redes sociales. Cosas que, según un informe publicado en The Wall Street Journal, Instagram sabía. Han encontrado documentos internos que reconocen que «empeoramos los problemas de imagen corporal de una de cada tres adolescentes». Su influencia sobre la imagen es inmensa: en 2019, Instagram contaba con mil millones de usuarios mensuales activos. Meta, dueña de Instagram, Facebook y WhatsApp, ha levantado un andamiaje técnico sobre el que se asienta una "cultura de belleza digital" con dos consecuencias inmediatas: engancha y "puede ser contraproducente. 

Que los filtros enganchan es evidente. En 2020, Meta anunció que más de 600 millones de personas habían probado al menos una de las funciones de realidad aumentada que usan en sus filtros. Y que pueden ser contraproducentes lo advierten los médicos. «Las intervenciones de cirugía estética en menores de edad son un 1,7% de las realizadas en España. La presión social por estar perfecto hace que la afluencia de adolescentes a nuestras consultas cada día sea mayor. Y esto se debe al abuso de selfis y el uso de filtros correctores que hacen que los adolescentes distorsionen su imagen corporal», afirma José Ángel Lozano, vocal de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica. Otro efecto nocivo es que estandarizan un canon de belleza. Existe la 'cara de Instagram', de labios carnosos, pómulos pronunciados y piel tersa. Instagram reaccionó ante las protestas médicas en 2019 y ahora su política establece que «el contenido no debe promover procedimientos cosméticos peligrosos». Una de las famosas que alertan sobre los filtros es la cantante Demi Lovato. Ella ha pedido perdón por haberlos utilizado y ha dejado de hacerlo: «¿Cómo se van a aceptar a sí mismos los adolescentes con esta mierda?», ha declarado.

LA DEFORMACIÓN VIRALIZA 

«Sin deformación, un filtro no tendrá tanto éxito como otros, incluso si los otros son técnicamente más complicados», explica Lucie Bouchet, autora de filtros. Lo sabe bien: su creación Cabello Dorado fue vista 300 millones de veces, mientras que un filtro similar sin esos efectos no pasó de 7,2 millones de impresiones, Aun así, ella ha dejado de usar las deformaciones por sus efectos nocivos en las jóvenes. Los que están en pleno auge son los filtros que embellecen: un 70 por ciento de sus usuarios tienen entre 13 y 24 años, y la mayoría anhela los mismos rasgos. Según Florencia Solari, autora de filtros, el problema de la estandarización digital de la belleza no está en los filtros, sino en la sociedad. «Hay que ayudar a la gente a tener la fuerza para decir: 'Me gusto y me muestro como soy'», dice.

OBSESIÓN JUVENIL POR LA BELLEZA 

Un 70 por ciento de los usuarios de filtros en Instagram tiene entre 13 y 24 años, y la mayoría de ellos añade a sus retratos el mismo tipo de rasgos. 

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jueves, noviembre 13

Marxismo (no de Karl, sino de Groucho)

(La columna de Carmen Posadas en el XLSemanal del 17 de abril de 2022)

Mi nieto Luis tiene 11 años y va a un colegio concertado. En clase de Historia, el año pasado Luis estudió el Neolítico, la civilización egipcia y la griega (no necesariamente en ese orden). Este año está estudiando la Revolución Gloriosa de 1868 y espera llegar hasta la Guerra Civil. Tampoco importa mucho que llegue o no porque, según el real decreto de la ESO aprobado hace unas semanas, la Historia ya no se estudiará de forma cronológica. Ahora lo pedagógico es estudiarla según 'bloques de contenidos'. Por ejemplo, cuando toque impartir la lección llamada 'Marginación, segregación, control y sumisión en la historia de la humanidad', se hablará al alumnado de Espartaco, de la abolición de la esclavitud a finales de XIX y de la segregación racial en los Estados Unidos en el siglo XX (no necesariamente en este orden tampoco, no sea que algún alumno avispado se entere de algo). 

Otro bloque de contenido muy interesante, según veo, es el 'Estudio del armamento, de los griegos a los Tercios de Flandes', haciendo hincapié, naturalmente, en que las armas son muy malas, etcétera. Esta particular forma de enseñar Historia obedece, por lo visto, al deseo de no caer en 'enfoques academicistas', por lo que cuando toque —si toca y metido en algún pack idóneo— ya se informará al alumnado de que España descubrió América, que los árabes permanecieron ocho siglos en la Península Ibérica y que allá por 1789 se produjo algo llamado 'Revolución francesa'. 

Dicho todo esto, la asignatura de Historia es afortunada; otras, en cambio, han desaparecido directamente de los programas educativos, como la Filosofía. ¿Porque a quién puede interesarle una disciplina que enseñe a pensar, que abra la mente, que plantee preguntas? Lo importante según los elaboradores de este programa de enseñanza no son las preguntas, sino las respuestas. Y estas ya se las darán ellos precocinadas, no sea que a alguien se le ocurra cuestionarlas. Para que esto no ocurra, porque es peligrosísimo que un niño use la cabeza, el resto de las asignaturas también colaborará en inculcar valores, de modo que, cuando un niño aprenda inglés, se aprovechará para impartir ideas ecosociales; las clases de Dibujo servirán para luchar contra los roles de género; las Matemáticas tendrán que ser socioafectivas (sic), mientras que la Física y la Química son perfectas para instruir sobre cómo ha de ser un mundo más equitativo e igualitario. Supongo que la Biología les servirá para adoctrinar también sobre otros nobilísimos valores de esta índole y me chiflaría ver cómo lo argumentan, porque no hay nada menos equitativo, igualitario y justo que la Biología. Otras novedades de esta ley son que los alumnos podrán graduarse y pasar de curso sin límite de suspensos, de modo que nadie se traume al quedarse sin veraneo, y, con el mismo propósito, ya no habrá clasificaciones numéricas ni exámenes de recuperación. 

A mí lo que más me llama la atención de este plan de estudios marxista (marxista de Groucho, no de Karl) es que no se den cuenta de que con su propósito de adoctrinar, igualar y lograr «que nadie se quede atrás» van a conseguir lo contrario de lo que se persigue. En vez de más igualdad social, más diferencia entre los estudiantes de familias acomodadas y los de las que no lo son. Porque antes, cuando primaba la excelencia, un niño de pocos recursos podía acceder a una educación similar a la de un niño rico gracias a becas y ayudas. Ahora, en cambio, los padres que se lo puedan permitir llevarán a sus hijos a colegios privados en los que no solo se premie el mérito y el esfuerzo, sino que se tenga una idea más racional de lo que es la educación. Una sin sesgos políticos que enseñe a pensar, a cuestionar, a disentir, a rebatir. Porque lo que parecen ignorar también estos genios de la pedagogía es que, como decía el ahora desterrado de las aulas maestro Confucio, aprender sin reflexionar es malgastar energía. Y es también, añadiría yo, crear borregos. Borregos que, por cierto, no abrazarán sus teorías buenistas y memas. Porque, como también decía Confucio, el primer mandato de la juventud es poner en solfa todo aquello que dan por cierto sus mayores.  

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martes, noviembre 11

Chute de vitaminas para la piel

(Un texto de Virginia Lombraña en la revista Mujer de Hoy del 22 de enero de 2022)

En una alimentación equilibrada, como complemento nutricional o en forma de cosmética, son vitales para nuestro buen funcionamiento. Si te perdiste la clase de bioquímica, aquí tienes una guía básica para elegir la mejor opción para tu piel.

Ya sabemos las múltiples propiedades que tienen las vitaminas ingeridas en forma de alimentos saludables, pero formuladas en activos cosméticos también son muy poderosas para la piel. Además, la medicina estética hace buen uso de ellas en la llamada mesoterapia facial, un cóctel de vitaminas, oligoelementos, ácido hialurónico, etc., que se aplica mediante inyecciones superficiales. Pero si no estás todavía en el punto de tener que acudir a este tratamiento en cabina o te dan miedo las agujas, las cremas pueden ser suficiente para mostrar buena cara. Solo debes saber interpretar la etiqueta.

VITAMINA A

Es la más conocida y con la que más cuidado hay que tener. "Es necesaria para el desarrollo del tejido epitelial y óseo. Interviene en la curación de las heridas, refuerza el sistema inmune e incrementa la producción de colágeno", explica la doctora Aurelia Villar Bonet, de Centro de Consultas Médicas CCM Santander. La especialista señala que se puede encontrar de dos maneras: como vitamina A preformada —normalmente, ácido retinoico, la forma más pura, o retinol, una versión menos irritante— o como provitamina A, principalmente betacaroteno. En el primer caso, los cosméticos con este ingrediente renuevan el estrato córneo, minimizan arrugas, difuminan manchas y mejoran el acné, pero no todas las pieles lo toleran, por lo que se recomienda introducirlo en la rutina beauty de forma progresiva. La segunda tipología se usa como antioxidante y para prolongar el bronceado.

VITAMINA B

Este es un grupo bastante heterogéneo y sus propiedades son múltiples. Las vitaminas B1 (tiamina), B2 (rivoflavina), B5 (pantenol) y B6 (piridoxina) actúan como activos rejuvenecedores, hidratantes, antibacterianos, calmantes... Pero la que más de moda está es la niacinamida, que deriva de la vitamina B3 y penetra muy bien en la piel. "Es hidrosoluble y no se almacena en el organismo. Entre otras propiedades, se caracteriza por una potente actividad antiseborreica y antiinflamatoria. Por ello, se usa frecuentemente en los tratamientos para el acné. También es muy útil para atenuar las manchas de la piel y mejorar su estructura", puntualiza la médica Villar Bonet, miembro de Top Doctors.

VITAMINA C

Es otro de los activos más frecuentes en cosmética, pero uno de sus mayores problemas, según apunta Elisabeth Álvarez, experta en estética y directora del centro INOUT, es que se oxida con facilidad en contacto con el aire. "Y cuando sucede eso, se transforma en un compuesto marrón, por eso conviene buscar fórmulas en las este ingrediente aparezca liposomado”. ¿Para qué sirve? "Ayuda a proteger la del sol, estimula la síntesis de colágeno y tiene actividad antiinflamatoria. Se absorbe alrededor de un 20% por vía tópica. Con la vitamina E trabaja de manera sinérgica en la eliminación de los radicales libres. Es importante su utilización en las pieles maduras ante los primeros signos de envejecimiento", concluye Villar Bonet.

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domingo, noviembre 9

'El extranjero' de Camus: las claves secretas de una novela inmortal

(Un texto de Jordi Corominas i Julián en El Confidencial del 25 de noviembre de 2017) 

"Entonces comprendí que había roto el equilibrio del día, el silencio de una playa en la que fui feliz". Meursault se siente deslumbrado por el sol.

"Entonces comprendí que había roto el equilibrio del día, el silencio de una playa en la que fui feliz". Meursault se siente deslumbrado por el sol de un verano que aún no es invencible y dispara cuatro veces más contra el cuerpo del árabe. Acaba de perpetrar un póker de aldabonazos en la puerta de la desgracia.

El famoso asesinato en la playa de 'El extranjero' ('L’étranger'), ópera prima de Albert Camus en el Hexágono, es una pieza más que ayuda a explicar una clave del libro. El autor francés de origen argelino, o argelino de nacionalidad francesa, vivió el preludio del crimen en la arena de Orán. Lo cuenta Olivier Todd en su monumental biografía del premio Nobel de 1957. Un domingo por la mañana Albert fue a la playa con su íntimo Pierre Galindo y toda su pandilla. La jornada transcurre con normalidad. Unos juegan al fútbol, otros observan. De repente Raoul Bensoussan le dice a su hermano que le siga porque se ha peleado con dos árabes y quiere ajustar cuentas. Encuentran a sus adversarios. Hay puñetazos y golpes con la cabeza. Uno de sus adversarios reacciona y acuchilla a Raoul en el brazo y la comisura de los labios. La historia no termina aquí porque por la tarde el agredido y Galindo vuelven al lugar de los hechos en busca de gresca con un revólver. Por suerte la cosa no pasa a mayores y los árabes no responden a la provocación. 

La escena tiene una variación en la novela y conduce a la muerte. Camus encontró las dos primeras legendarias frases de su texto, así lo atestiguan sus notas, el 22 de agosto de 1938, con 26 años. "Aujourd d’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas". Del inicio al punto final, rubricado en París el 5 de mayo de 1940, mediarán demasiados acontecimientos que encajarán la obra primero en el magma de su época y a posteriori en la inmortalidad que aún genera debate. 

Europa y el mundo se acercaban peligrosamente a la Segunda Guerra Mundial. Por aquel entonces Camus estaba a punto de entrar en el periódico de izquierdas L’Alger Republicain, fundado por Pascal Pía, quien rápidamente aprecia el talento del recién llegado, un torbellino que brilla en las crónicas judiciales que luego le ayudarán a completar con escrupulosa precisión un importante trecho de la segunda parte de 'L’étranger'. 

Mientras desarrolla su labor redaccional Camus mantiene una azarosa vida sentimental complementada con una desmedida ambición literaria que pretende lanzar con una trilogía sobre el absurdo a partir de una obra de teatro, 'Calígula', un ensayo filosófico, 'El mito de Sisífo', y la novela, que tardará en germinar. Expulsado del Partido Comunista, con una salud precaria debida a sus antecedentes tuberculosos, es un peso pesado de fardo ligero que sueña y sufre desde su compromiso mientras, poco a poco, nota cómo Argel tiene el confort del hogar y los barrotes de la provincia. Se liberará de los mismos cuando Pascal Pía, su absoluto ángel guardián, encuentre un trabajo en el gubernamental París-Soir y ponga en su maleta al joven destinado al estrellato.

Esta anécdota biográfica es otro eje esencial para esclarecer interpretaciones de 'El extranjero'. En la primera parte del mismo el jefe de Meursault le ofrece un puesto en París que le permitirá viajar. Con su habitual indiferencia el protagonista, un hombre sin atributos dentro y fuera del mundo, responde que le da igual, que su vida actual le está bien y no necesita más, a diferencia de su autor, que como ya apuntó Nathalie Sarraute en 1947, realiza con su propuesta una proyección de sí mismo, de lo que pudo ser y no fue

Este factor explica en parte el tono analítico de esa primera persona que usa frases cortas y desnudas mientras teje un esquema que enfrenta a dos universos enfrentados por la idea de libertad. Camus confiere a su relato una serie de parcelas de un primitivismo normalizado y objetivo. La sociedad cumple una serie de ritos. Hay que enterrar a los seres queridos, las mujeres son hermosas, el trabajo sirve para sobrevivir y en la cotidianidad real de la primera mitad del siglo XX lo políticamente correcto aún no existe, por eso Meursault ayuda a su vecino Raymond cuando este maltrata a una de sus chicas y por lo mismo no duda en decirle a Marie que si ella quiere casarse lo hará aunque le de lo mismo porque todo continuará igual.

La ley natural

Lo arcaico de fondo no es un asilvestramiento inocente, sólo una ley natural entre humanos donde las acciones siguen una rutina implacable y el sol sale cada mañana desde una ausencia total de trascendencia . El día de autos la quiebra del aire y la irrupción obscena del astro rey desbaratan ese ordenamiento.

Hasta ese momento todo ha transcurrido a unas leyes no escritas. En la segunda parte la justicia conduce la trama hacia la convención que destruye el libre albedrío al existir una serie de valores a cumplir impresos en el código penal. Sin embargo lo que se castiga no es tanto el óbito violento del árabe sino el comportamiento existencial de Meursault, insensible por dormirse y aceptar un café con leche del extranjero mientras vela, entre pequeñas porciones de duermevela, el cadáver de su progenitora, a quien encima no llora.

La condena a muerte y ese final con la idea de los aplausos ante el cadalso dio a la novela, publicada hace 75 años por Gaston Gallimard, esa definición de existencialista que su autor refutó y que lo hermana con otras perlas europeas de la época como 'Los indiferentes' de Alberto Moravia, publicada en 1929 en pleno fascismo, o 'Nada', de Carmen Laforet, retales de desasosiego en un mundo de cielo plomizo. Aún así la sentencia camusiana se asemeja por contexto, el absurdo de la muerte masiva por la guerra más devastadora de la Historia, con el discurso de Charles Chaplin en Monsieur Verdoux. Un asesino de viudas ricas puede ser ejecutado mientras los asesinos de millones de seres humanos campan a sus anchas. Cruda, triste e inexorable verdad.

La equidistancia de Camus y su actualidad

Los años que median entre 1940 y 1942 no fueron fáciles para nadie. Tampoco para Albert Camus. Con la ocupación alemana su trabajo en Paris-Soir se volvió una especie de caravana ambulante. Lo despidieron en Lyon, volvió a Orán, se casó con Francine y recayó en su tuberculosis mientras mantenía la esperanza de regresar a Europa y ver publicada su novela, lo que acaeció tras la lectura de grandes nombres cercanos a Gallimard como su idolatrado André Malraux, el héroe que después transformó con De Gaulle el significado de ser ministro de cultura.

Tras su publicación en 1942 llegaron las críticas y los parabienes, entre ellos un extenso ensayo de Sartre y una sorprendente acogida entre los lectores que se acrecentó con la aparición de 'El mito de Sísifo'. El resto del camino es bastante conocido hasta su muerte los primeros días de enero de 1960 en un accidente automovilístico que no truncó la fortuna de su libro más conocido, replicado en fechas recientes por Karen Daoud en Meursault, caso revisado (Almuzara) y adaptada al cine por Luchino Visconti en 1967 y al cómic por Jacques Ferrandez. 

El hueco de su desaparición física fue colmado por Sartre. Tras la disputa surgida por la aparición de 'El hombre rebelde' en 1951 los dos colegas se separaron. El autor de 'La náusea' permaneció fiel al extremismo de la Guerra Fría mientras Camus mantuvo su equidistancia consistente en criticar lo que consideraba injusto sin considerar afinidades ideológicas. Esos postulados ya están en las raíces desapasionadas de 'El extranjero' y son las mismas que, caído el muro, lo devolvieron a la palestra hasta alcanzar el siglo XXI, cuando su postura racional sin escorarse hacia el blanco o el negro es un ejemplo para todos aquellos que creemos en el uso del pensamiento por encima de la emoción.

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