Cascanueces
Etiquetas: Tradiciones varias
...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..
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(Leído en facebook, pero no sé quién lo ha escrito)
Etiquetas: Citas y frases más o menos inspiradas
(Un texto de Jaime de las Heras leído hace poco -el 16 de diciembre- en la página Directo al Paladar. Concretamente, en https://www.directoalpaladar.com/consumidores/este-jubilado-comia-siempre-restaurante-durante-10-anos-dia-desaparecio-asi-que-chef-decidio-salir-a-buscarle?utm_source=firefox-newtab-es-es . Me ha parecido una historia bonita para un día como hoy)
Charlie Hicks almorzaba y cenaba diariamente en el mismo Shrimp Basket, hasta que su desaparición alertó al personal del establecimiento.
En una época en la que muchas veces ni siquiera se sabe el nombre del vecino, la historia de un cocinero en Florida devuelve algo de fe en los lazos humanos. En uno de los restaurantes Shrimp Basket, en la localidad de Pensacola, Donell Stallworth, chef del establecimiento, notó algo que podría haber pasado inadvertido para cualquiera: la ausencia repentina de uno de sus clientes más fieles.
Durante diez años, Charlie Hicks, un jubilado de 78 años, había acudido dos veces al día al mismo lugar, pidiendo siempre lo mismo: una taza de gumbo con un poco de arroz, sin galletas. Una rutina simple, pero constante, que formaba parte de la vida del restaurante como una pieza más de su mobiliario.
Charlie era tan puntual que, según el propio Stallworth, se podía poner el reloj en hora con su llegada. No fallaba ni un solo día. Por eso, cuando dejó de aparecer en septiembre, el chef supo enseguida que algo no andaba bien. No fue una sospecha vaga ni una inquietud pasajera. Fue una certeza que lo empujó a actuar. Interrumpió su jornada de trabajo, salió de la cocina y se dirigió al domicilio del anciano, movido por una mezcla de preocupación y afecto, como indican desde Pensacola News Journal.
Tocó la puerta varias veces, sin obtener respuesta. Estaba a punto de marcharse cuando un sonido apenas perceptible lo detuvo. Era una voz débil, un susurro que decía “ayuda”. Stallworth no dudó. Entró y encontró a Charlie tirado en el suelo, inmóvil, con signos de deshidratación severa y dos costillas fracturadas. Nadie sabía cuánto tiempo llevaba así. Lo que sí quedó claro fue que, de no haber sido por la rápida reacción del chef, el desenlace habría podido ser trágico, como explica el propio Stallworth a CBS News.
El vínculo que se había tejido durante años entre cliente y restaurante fue más allá de lo esperado. El personal no se limitó a alegrarse por el rescate. Se organizaron para ayudar a Charlie de manera activa durante su recuperación. Mientras estaba hospitalizado, le llevaban su gumbo al centro médico. Pero no se detuvieron ahí. Conscientes de su fragilidad y de la importancia que el restaurante tenía para él, decidieron buscarle un nuevo hogar, justo al lado del Shrimp Basket.
Le ayudaron a mudarse, a instalarse y, lo más significativo, reformaron por completo el nuevo apartamento. Lo amueblaron con electrodomésticos nuevos y se aseguraron de que estuviera cómodo. La intención era clara: querían poder estar pendientes de él, integrarlo aún más a su pequeña comunidad, protegerlo como quien cuida de un familiar querido. Porque para ellos, Charlie no era solo “el cliente de siempre”. Era “ese tío”, “ese abuelo”, “ese mejor amigo”, como lo describió Stallworth con emoción contenida.
Tres meses después del accidente, Charlie regresó al restaurante. Se sentó en su mesa habitual, pidió su platillo de siempre y retomó su rutina como si nunca se hubiera interrumpido. Pero algo había cambiado. El vínculo entre él y quienes lo atendían ya no era solamente cotidiano.
Era personal. Era afectivo. “Hemos creado una conexión”, dijo Charlie, dejando entrever el significado profundo de aquel lugar para él. Una conexión que no se basa en palabras, sino en actos sencillos y constantes, como servir un plato caliente dos veces al día, durante una década.
Donell Stallworth lo recibió con una frase sencilla, pero cargada de significado: “Me alegra verte de nuevo, amigo”. En ese saludo estaba resumido todo lo vivido, todo el afecto construido sin necesidad de grandes gestos. Para Stallworth, tenerlo ahora viviendo cerca era “lo mejor que podía haber pasado”. Y no era solo una cuestión de cercanía física. Era la certeza de que, mientras él estuviera allí, Charlie no volvería a estar solo.
Etiquetas: Cuentos y leyendas
(Un texto de Joana Oliveira en bbvaopenmind.com leído el 25 de diciembre de 2017)
A finales de la década de 1970, la astrónoma Vera Rubin (1928-2016) se quedó desconcertada al analizar los resultados de sus observaciones de la Galaxia de Andrómeda en los laboratorios del Instituto Carnegie, en Washington. La gran espiral de la galaxia tenía una rotación extraña: las estrellas de los bordes se movían tan rápido como las del centro, lo que violaba las leyes del movimiento de Newton (que también regulan cómo los planetas giran alrededor del Sol). Ese resultado también contradecía la mecánica clásica, a no ser que hubiera algún tipo de materia que no pudiera ser vista. Rubin no lo sabía aún, pero había encontrado la primera evidencia de existencia de la materia oscura.
Se trata de una forma postulada de materia que no interactúa con la materia común, que no emite luz, y cuya presencia solo puede ser inferida a partir de los efectos gravitacionales que provoca sobre la materia visible, como estrellas, galaxias y aglomerados de galaxias. Casi cuatro décadas después de la observación de Rubin, los científicos saben que dicha materia conforma un 84% del Universo, aunque desconocen de qué está hecha. Sus partículas invisibles atraviesan todo el cosmos y ella afecta la forma en que las estrellas se mueven dentro de las galaxias, cómo las galaxias se atraen mutuamente, y cómo todo el Universo se agrupó en primer lugar.
La materia oscura fue propuesta como un concepto por astrónomos como Jan Oort, en 1932, y Fritz Zwicky, en 1933, quienes también notaron discrepancias en cuanto a la cantidad de masa que podían ver los astrónomos y la cantidad física que debería existir realmente, pero pocos prestaron atención a su trabajo, y su investigación fue considerada como poco más que rarezas cosmológicas. Fue Rubin quien se dio cuenta de que, si un halo de materia oscura adornaba cada galaxia, esa materia se extendería por toda la galaxia, en lugar de concentrarse en el centro. La fuerza de la gravedad y la velocidad orbital serían similares en todas partes.
Pocos años después de su hallazgo, físicos como Jeremiah Ostriker y James Peebles proporcionaron el marco teórico para respaldar el trabajo de Rubin y la materia asentó su célebre lugar en la ciencia. En 2013, el satélite Planck midió el contenido de materia oscura del universo al observar la radiación de fondo de microondas, la radiación que quedó del Big Bang y que llena todo el Universo. El resultado mostró que la materia oscura se agrupó primero y agregó la materia común, formando los aglomerados de galaxias. “Se trata de algo fundamental en nuestra concepción actual de la astrofísica”, comenta a OpenMind Emily Levesque, astrónoma en la Universidad de Washington.
En 2016, el Dark Energy Survey, liderado por el Fermilab (Fermi National Accelerator Laboratory), de Estados Unidos, publicó un mapa con 26 millones de galaxias que presenta la distribución heterogénea de la materia oscura en una franja de miles de millones de años luz de extensión. El objetivo del análisis es buscar explicaciones para la expansión del Universo. “O él se expandirá continuamente o habrá materia suficiente para ralentizar esa. Cuando miramos hacia el espacio, vemos mucha materia, pero el Universo actúa como si hubiera más de lo que es experimentalmente observable, algo con una influencia gravitacional mayor de lo que podría esperarse”, explica Bruno Fernando Ferreira, astrónomo de la Universidad McKenzie, en Sao Paulo.
A Vera Rubin le encantaba la ciencia desde niña, pero a medida que avanzaba en sus estudios se daba cuenta de que su gran pasión, la astrofísica, era un campo dominado por hombres. Fue la única mujer graduada en astronomía en Vassar College en 1948, y no pudo estudiar el doctorado en astronomía de Princeton simplemente porque la institución no aceptaba mujeres en esa época. Ella no desistió, sin embargo, y finalmente obtuvo el doctorado en la Universidad de Georgetown. Se convirtió, así, sin querer, en una luchadora por la presencia de las mujeres en la ciencia.
La discriminación de género no se limitó a sus primeros años de carrera. A pesar de décadas de trabajo y de la relevancia de su investigación y de sus descubrimientos, Rubin falleció el 25 de diciembre de 2016, a los 88 años, sin el Premio Nobel que sus compañeros creían que merecía. Ninguna mujer ha recibido el Nobel de Física desde 1963, cuando Maria Goeppert Mayer lo compartió con Eugene Wigner y J. Hans Jensen por su trabajo sobre estructura y teoría atómica. Y la única mujer antes de Mayer fue Marie Curie, en 1903.
En los últimos años de la científica, algunas de sus compañeras, como la astrofísica Chanda Prescod-Weinstein, hicieron una campaña para que ningún hombre aceptara el premio antes de que Rubin lo recibiera. “La existencia de la materia oscura ha cambiado radicalmente nuestro concepto del universo y todo su campo de estudios. El esfuerzo para entender su importancia ha generado diversos subcampos de investigación en astrofísica y en la física de partículas. Alfred Nobel afirmaba que el premio debería reconocer ‘el descubrimiento más importante’ en esa área. Si la materia oscura no se encaja en ese requisito, no sé qué se encajaría”, sostiene Emily Levesque.
La propia Rubin nunca se pronunció sobre sus méritos para recibir el galardón de la Academia Sueca. Ella simplemente continuó su trabajo científico hasta poco antes de fallecer. Su pasión era entender el Universo y, al hacerlo, cambió la comprensión de todos sobre él. Y en ciencia eso, por sí solo, ya es más importante que cualquier medalla.
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(Un artículo de Izabela Pecherska en El Mundo del 10 de diciembre de 2017)
Más de una noche de fin de semana habrás sentido las ganas de no salir de casa, y quedarte en la intimidad de tu hogar, acompañado sólo por una copa de vino. Y oye, para disfrutarlo aún más, ¿qué mejor que quedarse en ropa interior? Si no has encontrado un término para definir este estado aunque te reconozcas perfectamente es, sencillamente, porque no existe en nuestro diccionario. Una vez más, los nórdicos se nos han adlelantado: toma nota, si te da pereza salir todos los fines de semana, con el frío que hace en invierno, la mejor alternativa es practicar el kalsarikännit.
Es una palabra difícil de traducir pero define sentimientos universales. Kalsarikännit es una combinación de dos palabras finesas: kalsari que significa "ropa interior" y kännit que significa "emborracharse". No se trata de una borrachera descontrolada, sino de un momento de introspección y relajación total. Más que una actividad, la nueva tendencia del momento es un estado mental que busca reclamar esas noches en las que no tienes ganas de marcha.
Pese a su complicada pronunciación, ha volado por Internet, se utiliza con frecuencia en redes sociales y es la palabra definitiva para hacer feliz a una persona. Si practicabas el Kalsarikännit ya antes de saber que existía, no estás solo. Su práctica es más común de lo que imaginas, tanto que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia la ha incluido en un diccionario de emojis. Kalsarikännit forma parte de una lista de 56 emojis que sirven para explicar algunas emociones finesas difíciles de explicar, o palabras y costumbres típicas del país nórdico.
Finlandia es la primera nación en publicar su propio conjunto de emoticonos temáticos nacionales. De esta recopilación forman también parte palabras como kaamos , el concepto que define la sensación de vivir largos periodos sin sol, un factor al que están acostumbrados los norteños en un país en el que los rayos solares escasean en diciembre y enero. O suomi mainittu, que se traduce como lo que sienten los curiosos fineses cuando alguien menciona Finlandia en el extranjero, ya que les interesa la opinión de lo que el resto piensa sobre su país y su gente.
Así que recuerda, la próxima vez que no tengas planes y decidas quedarte sólo en casa bebiendo y medio desnudo, estas practicando el kalsarikännit y si se te olvida como se escribe, existen dos emojis para expresar esta situación. Si quieres contárselo a tus amigos, lo entenderán. Aunque no sepan pronunciarlo.
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Y esto lo he encontrado en la red:
Es el acto de disfrutar de la soledad, de la comodidad del hogar, lejos de las miradas ajenas. Se trata de una forma de autocuidado que se ha convertido en una especie de estereotipo nacional. No implica invitar a amigos ni vestirse para impresionar. Kalsarikännit es un momento para desconectar de la ajetreada vida social y conectar contigo mismo. Es un reconocimiento de que, a veces, la mejor compañía es uno mismo y el mejor lugar para una velada agradable es el propio sofá.
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