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...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

miércoles, octubre 16

Territorio caníbal

(Un texto de E.F. leído en el XLsemanal del 8 de octubre de 2017)

Un zoólogo estadounidense ha estudiado por qué a veces, a lo largo de la historia, los seres humanos se han comido a sus congéneres. No suele ser por placer...

«Desde un punto de vista evolutivo, el canibalismo es perfectamente razonable», afirma el zoólogo Bill Schutt, profesor de Biología de la Universidad de Long Island (Nueva York), en su último libro (Cannibalism: a perfect natural history). Esta medida tan drástica, explica, es la mejor manera de combatir problemas como la superpoblación o la falta de alimentos, circunstancias que se han producido numerosas veces en la historia.

Schutt ya se había dedicado antes a estudiar este comportamiento en el reino animal. El tiburón toro, por ejemplo, se convierte en un asesino antes incluso de nacer: en el vientre materno, los embriones más desarrollados se lanzan sobre los de menor tamaño para disponer de más espacio.

En los humanos, al margen de los casos de asesinos en serie perturbados que devoran a sus víctimas y a quienes mueve un impulso homicida de carácter patológico, Schutt ha comprobado que los pueblos primitivos que practican o practicaban el canibalismo de forma colectiva son más bien escasos. En los años setenta, el antropólogo William Arens se lamentó de la laguna que hay en el estudio del canibalismo: a pesar de que muchos etnólogos volvían de sus expediciones con espeluznantes descripciones de banquetes con carne humana, prácticamente nadie aportaba estudios de campo con un miembro del clan hincándole el diente al muslo de un congénere. Bill Schutt tampoco ha sido capaz de localizar ningún pueblo que todavía mantenga la carne humana en su menú habitual.

En todo caso, sí es cierto que la parte del mundo que durante siglos no estuvo bajo la influencia de Occidente, era menos escrupulosa a la hora de usar este recurso. Representaciones provenientes de la China de Confucio apuntan a una inquietante forma de autoofrenda: «Los jóvenes entregaban a familiares ancianos partes de sus propios cuerpos con la intención de que su ingesta mejorara su salud», cuenta Schutt. «El muslo era la parte más consumida, seguida del brazo. mane Ambas se servían acompañadas de una papilla de arroz llamada ‘congee'», afirma el investigador.

El pueblo Wari también practicó un extraño rito funerario en la selva brasileña; según los relatos que han llegado hasta nosotros, estos indígenas comían trozos del cuerpo del fallecido y los huesos macerados en miel, como forma de mitigar el dotor por su pérdida. Pero hay una variante trágica del canibalismo que no conoce fronteras: las situaciones en las que las personas están tan desquiciadas por el hambre que no pueden evitarlo. Schutt ha investigado el caso histórico de una de estas carnicerías ocurrida en los Estados Unidos.

En su busca de un atajo hacia la soleada California, un grupo de más de ochenta colonos se perdió en las montañas de Nevada en 1846 y se vieron acorralados por el duro y nevado invierno. Después de sacrificar a todos los animales de carga y a los perros, los supervivientes devoraron los cadáveres de aquellos que morían de agotamiento.

Schutt aprecia en este viaje al horror un aviso de lo que podría estar por venir si aumentan las catástrofes naturales y el cambio climático.

 

PSICÓPATAS OBSESIONADOS CON LA CARNE HUMANA

Sadismo infinito

El exprofesor Andréi Chikatilo mató a 52 personas (niños y mujeres) durante 12 años. Es uno de los asesinos en serie más crueles de la historia: a algunos niños los troceó vivos. Se comió a varias de sus víctimas. El Carnicero de Rostov fue ejecutado en Rusia en 1994.

Asesino asesinado

Entre 1987 y 1991, Jeffrey Dahmer, el Carnicero de Milwaukee, devoró a 15 hombres que había conocido en locales gais. Practicaba la necrofilia con los cadáveres y guardaba las cabezas en la nevera. Lo condenaron a 900 años de cárcel, donde lo mató otro recluso.

Pacto macabro

Armin Meiwes y Bernd Jürgen Brandes, de 43 años, quedaron por Internet y acordaron un plan: cortarían y se comerían el pene de Bernd; luego Armin lo mataría e ingeriría lo demás. Lo grabaron en vídeo. A Armin lo condenaron a 8 años de prisión.

Carne en conserva

Dimitri y Natalia Bakshéyev podrían haber asesinado y devorado a 30 personas. La Policía rusa ha hallado en su casa tiras de piel y frascos con carne en conserva. Dieron con ellos tras encontrar en el móvil de Dimitri fotos de él con un cuerpo troceado.

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lunes, octubre 14

Ig Nobel 2014: Estas son las diez investigaciones más disparatadas de ese año

(Un texto de J. de J. publicado en el ABC del

Ig Nobel de Física: Cuidado, la piel de plátano resbala
 
La revista de humor científico Anales de Investigación Improbable entregó el pasado jueves en la Universidad de Harvard en Cambridge (EE.UU.) sus famosos premios Ig Nobel, que cada año reconocen las diez investigaciones más absurdas, desconcertantes y divertidas del año. Los de la última edición no tienen desperdicio. Como señala el lema de los galardones, son estudios que «primero hacen reír y después hacen pensar» porque sus propuestas, al menos a primera vista, resultan ridículas o hilarantes, pero tienen un propósito serio y han aparecido en publicaciones de prestigio del ámbito científico.

Estos premios de broma que, según la tradición, reciben ese nombre en recuerdo a Ignatius, hermano ficticio de Alfred Nobel, son una parodia de los escandinavos. Precisamente, auténticos premios Nobel se encargan de entregarlos en una ceremonia en la que brilla en sentido del humor y las ganas de pasarlo bien. Aquí repasamos los premiados en las diez categorías, empezando por la de Física.

Un equipo de investigadores japoneses dirigidos por Kiyoshi Mabuchi, de la Universidad Kitasato, se llevó el Ig Nobel de Física por su estudio sobre la capacidad de la piel de plátano para provocar un resbalón. Los científicos midieron el coeficiente de fricción entre la cáscara y diferentes superficies, y el que se produce entre la cáscara y la suela de un zapato. ¿Alguien le encuentra alguna utilidad? 
 
Ig Nobel de Neurociencia: Ver el rostro de Jesús en una tostada

Científicos canadienses y franceses fueron distinguidos con el premio de Neurociencia al tratar de desentrañar qué pasa en el cerebro de la gente que ve caras humanas en los objetos, como, por ejemplo, el rostro de Jesús en una tostada. Según los investigadores, que publicaron el estudio en la revista Cortex, estas «pareidolias faciales» son completamente normales y se basan, además, en causas físicas muy concretas, ya que el cerebro humano es único a la hora de reconocer rostros. Basta con la más leve similitud o sugerencia de parecido con un rasgo facial para que nuestro cerebro interprete lo que vemos como una cara. En definitiva, para tranquilidad de quienes tengan experiencias semejantes, no han perdido un tornillo.

Ig Nobel de Psicología: Los que se acuestan tarde, narcisistas y con tendencias psicopáticas


Si usted es de los que no son capaces de irse a la cama antes de las doce y pasa las primeras horas de la madrugada frente a la tele o dando vueltas por la casa, tiene más probabilidades de sufrir una psicopatía. A esta conclusión han llegado científicos australianos, estadounidenses y británicos, en un estudio premiado con el Ig Nobel de Psicología. La investigación concluye que las «aves nocturnas», con independencia del sexo, son más proclives al narcisismo y la psicopatía y a cometer malas acciones que los que se acuestan temprano.

Ig Nobel de Salud Pública: El peligro para la salud mental de tener gato

Tres investigaciones han recibido el Ig Nobel de Salud Pública al analizar el peligro que supone para la salud mental ser el dueño de un gato. Estos científicos sospechan que el parásito que causa la toxoplasmosis, que se encuentra en las heces de los gatos, puede llegar a influir en la personalidad de las personas alterando nuestras neuroconexiones. Incluso puede llevar a conductas suicidas o muy atrevidas, o a la esquizofrenia. Uno de los estudios relaciona la depresión en las mujeres con el hecho de haber sido mordidas por un gato.

Ig Nobel de Biología: Los perros defecan orientados con el campo magnético de la Tierra

Investigadores checos y alemanes se han llevado el Ig Nobel de Biología por descubrir que los perros son sensibles a las variaciones del campo magnético de la Tierra, hasta el punto de que prefieren defecar con su cuerpo orientado con el eje norte-sur. El equipo llegó a esta conclusión después de observar los hábitos de 70 perros de 37 razas diferentes durante más de 1.800 defecaciones y 5.500 micciones. Lo contaron en la revista Frontiers of Zoology. Si quiere saber si es cierto, la próxima vez que saque a su perro a la calle a hacer sus necesidades, además de la correspondiente bolsita, llévese una brújula y compruébelo usted mismo.

Ig Nobel de Arte: El dolor es mayor si se mira un cuadro feo

Estos investigadores italianos, premiados con el Ig Nobel de Arte, han medido si el umbral del dolor que sufrían unos voluntarios a los que se les disparaba un láser en la mano izquierda variaba según miraban un cuadro que previamente habían considerado feo o uno que estimaban como bonito. Y, en efecto, el dolor aumenta si la pintura, el estímulo utilizado para distraer, no es atractivo. No sería malo que clínicas y hospitales tuvieran en cuenta este estudio a la hora de plantearse su decoración.

Ig Nobel de Economía: Prostitución, drogas y contrabando en el PIB

El tribunal del Ig Nobel ha querido reconocer la buena idea del Instituto Nacional de Estadística Italiano para animar rápidamente la economía de un país: La organización incluirá en el PIB de 2014 actividades ilegales como la venta de drogas, la prostitución o el contrabando.

Ig Nobel de Medicina: Panceta para cortar hemorragias nasales

¿Sufre de incómodas e incontrolables hemorragias nasales? Olvídese del algodoncito. En su lugar, corte un trozo de panceta y métasela por la nariz. Es mano de santo. Así lo cree un grupo de investigadores indios y estadounidenses, cuyo curioso estudio se lleva el Ig Nobel de Medicina.

Los científicos observaron el caso de un niño de 4 años de edad con tromboastenia de Glanzmann, una enfermedad que provoca fortísimas hemorragias que pueden llegar a acabar con la vida del paciente. En dos ocasiones de sangrado muy peligroso, el pequeño fue tratado con éxito con tiras de carne de cerdo curada debido a «circunstancias especiales». Según el equipo, el bacon puede ser utilizado como un tampón nasal, ya que detiene correcta y rápidamente la hemorragia, «con eficacia y sin secuelas». En ambas aplicaciones, el cese completo de la hemorragia nasal se produjo en 24 horas, y el pequeño fue dado de alta dentro de las 72 horas después del tratamiento.

Ig Nobel de Ciencias del Ártico: Renos sorprendidos por humanos disfrazados de osos

Hay investigaciones, investigaciones inauditas y luego está esto. El Ig Nobel de Ciencias del Ártico ha ido para unos científicos noruegos que han comprobado cómo los renos reaccionan ante seres humanos disfrazados de osos polares. El estudio es real y está publicado por una revista científica de la Universidad de Colorado.

Los investigadores se disfrazaron de oso polares para ver la reacción de los renos. Las distancias a las que se produjeron la alerta, el comienzo de retirada y la huida fueron, respectivamente, 1,6, 2,5 y 2,3 veces más largas cuando los renos se encontraban con una persona vestida de oso en comparación con una persona vestida con una indumentaria oscura de senderismo. El comportamiento de respuesta de los renos, similar a cuando ven un oso de verdad, indica una relación depredador-presa entre las dos especies.

Ig Nobel de Nutrición: Heces de bebé para hacer fuet (investigación española)

Investigadoras del Instituto IRTA de investigación y tecnologías agroalimentarias, dependiente del Departamento de Agricultura de la Generalitat de Cataluña, dirigidas por Margarita Garriga, han sido «reconocidas» con el Ig Nobel de Nutrición por aislar varias cepas de bacterias de heces de bebés (Lactobacillus rhamnosus CTC1679) para curar embutidos, en concreto fuet.

Después de purificar y cultivar en laboratorio estas bacterias, las científicas evaluaron sus propiedades funcionales y su capacidad para conseguir una correcta fermentación en embutidos curados, según informa el IRTA. Al parecer, de esta forma podían obtener un fuet potencialmente probiótico «reducido en sal y grasa», con unas «características sensoriales similares a las del producto tradicional».

«La ingesta diaria recomendada de probióticos se alcanzaría con el consumo de 10 g del producto desarrollado, una cantidad totalmente compatible con una dieta saludable y equilibrada», dice el instituto. Según explica, productos como estos permitirían a aquellas personas que no consumen lácteos (la vía de ingestión de probióticos más extendida) incluir estas beneficiosas bacterias en su dieta.

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sábado, octubre 12

El Joyero del Pilar, escaparate de 500 años de devoción popular

(Un texto de Mariano García en el Heraldo de Aragón del 5 de abril de 2020)

La historiadora del arte Carolina Naya publica un estudio detallado de las alhajas de la Virgen.

La Virgen del Pilar tiene un tesoro, un Joyero que ha crecido a lo largo de los años con las donaciones de miles de hombres y mujeres, de Aragón y de fuera, llevados por su fe. El Joyero (Museo Pilarista), que se ha mantenido físicamente siempre muy cercano al Pilar y a la imagen de la Virgen, fue cerrado en 2013 y reabrió sus puertas en 2015 totalmente renovado, en instalaciones y en discurso expositivo. Y, aunque a lo largo de su historia se han hecho varios inventarios, el Cabildo vio la necesidad de realizar uno nuevo, con criterios del siglo XXI.

Nadie mejor que Carolina Naya (Zaragoza, 1978) para realizarlo. Esta profesora de la Universidad de Zaragoza proviene de una familia de joyeros (su padre fue el primer gemólogo de Aragón), es historiadora del arte y estudió gemología en Barcelona. Al Joyero de la Virgen dedicó su tesis doctoral, tras zambullirse en los archivos y estudiar las piezas, y ahora ha volcado sus conocimientos en un libro que supone un apasionante recorrido por 500 años de historia, de patrimonio y de fe. Casi 600 páginas, en edición de la Institución Fernando el Católico, que revelan innumerables datos desconocidos hasta ahora.

«La primera referencia documental que tenemos sobre la donación de una joya a la Virgen es de 1433 –relata–. Era una banda textil que tenía un Pilar de oro esmaltado con la leyenda ‘A ti me arrimo’. Es interesante constatar que el objeto de devoción, en aquel momento, era más la Columna (el Pilar) que la talla de la Virgen».

Y es que, durante siglos, la imagen más venerada en la capital aragonesa fue la de la Virgen del Portillo. Los innumerables milagros atribuidos a la del Pilar, y especialmente el de Calanda, hicieron además que la Columna pasara a un segundo plano y que la imagen que preside la basílica actual fuera la preferida de todos los fieles zaragozanos. Ya en el siglo XVI constan donaciones del virrey del Perú y de otras autoridades de ultramar, lo que da testimonio de cómo el culto a la Virgen del Pilar se extendió rápidamente más allá de Zaragoza, Aragón y España.

De hecho, según cuenta Carolina Naya, hay una corona que se le denomina ‘del Milagro’ porque la intentaron robar, y no pudieron, en 1647. El milagro consistió en que la corona estaba simplemente depositada sobre la cabeza de la talla, sin ninguna medida de seguridad, y los ladrones, provenientes de Ocaña y Yepes, no pudieron llevársela. Cuando fue descubierto uno de ellos, lo ahorcaron, le cortaron las manos y las clavaron en un madero que se expuso en la calle del Pilar.

«El Joyero al principio era un simple armario que seguramente estaba al lado de la Santa Capilla –relata Carolina Naya–. A la Virgen se le ponían alhajas desde muy antiguo, sabemos que ya en 1528 estaba coronada. El Joyero es impresionante: en la actualidad tiene más de 500 alhajas».

Las más destacadas, las que llaman más la atención, son las coronas, a las que se ha dedicado una vitrina completa en el museo. La mayoría de las donaciones eran joyas de uso personal que se entregaban a la Virgen. Las coronas exigían que se hiciera un encargo formal y específico, por algún noble adinerado o por algún colectivo.

«La más antigua tiene 500 años de antigüedad, y desde ese momento, desde tiempos de los Reyes Católicos, hasta ahora, las hay de orfebres zaragozanos, españoles y europeos. La corona de origen renacentista se ha mantenido prácticamente intacta hasta nuestros días. La donó en 1530 Isabel Díaz de Aux, que se murió antes de que estuviera concluida y está realizada en oro, esmaltes y perlas. La Virgen la luce muy a menudo porque está ‘preparada’. Se le puso una pieza en el reverso para que no apoye en la cabeza de la Virgen, de tal manera que queda suspendida y no daña la madera. Es de las pocas coronas que la lleva».

Y es que la talla tiene una leve señal heredada de cuando, siglos atrás, las coronas apoyaban directamente sobre ella.

La más moderna se hizo con las joyas y el dinero que donaron hace ahora 18 años las 10.000 mujeres (8.000 de ellas aragonesas) que forman parte de la Corte de las Damas de Honor de la Virgen del Pilar.

Entre la más antigua y la más moderna hay unas cuantas que son auténticas obras maestras de la orfebrería de su época. Como una que donó el racionero de de la Seo, Zaumada, anterior a 1670. O la que está en el imaginario colectivo de todo el mundo, la que realizó el joyero Ansorena a principios del siglo pasado, cuyo resplandor está hecho con el oro de cientos de alianzas matrimoniales. «Destaca, también, la que donó Luis Zaporta, hijo de Gabriel Zaporta, el banquero de Carlos V –añade Naya–. Realizada en 1583, tenía originalmente un resplandor de cristal de roca, aunque en la actualidad es de oro. Está firmada, y por eso sabemos que la hizo Alonso de Ribera».

Pero el Joyero es mucho más que las coronas. De entre el resto de las alhajas, Carolina Naya destaca una especialmente, la que ha elegido para la portada de su libro, es un pinjante (la pieza central de un collar) que representa un león (oro, esmalte y perlas) y que consta que estaba en el tesoro pilarista en 1528. Hasta ahora se pensaba que era una joya española, pero Carolina Naya sospecha que es de origen flamenco y, gracias a una descripción antigua en la que se habla de las armas que lucía antiguamente, ha podido acabar con el misterio de la identidad del donante: Hugo de Urriés, secretario particular de Carlos V.

«Esta joya es excepcional por muchas cosas –señala la historiadora del arte– y buena prueba de ello es que a principios del siglo XVII todavía la ponían como ejercicio en el gremio de joyeros barceloneses. Cuando se habla de alhajas mucha gente quiere saber su precio y no se da cuenta de que en casi todas las joyas de la Virgen lo verdaderamente importante es el valor inmaterial».

Desde el punto de vista gemológico también hay muchas curiosidades. «Durante mucho tiempo la piedra preciosa más codiciada fue el rubí. El diamante era muy duro y no se disponía de medios para tallarlo y sacarle toda su belleza. La talla más antigua y pura que existe es la que denominamos ‘en punta’, y de ese tipo hay varios ejemplos en el Joyero de la Virgen. En un juego de corona y coronita que encargó el Cabildo en 1639 hay una cruz de diamantes en punta».

Un relicario donado por la marquesa de Bárboles (pinjante en forma de paloma del Espíritu Santo), y no Amadeo de Saboya, como se creía hasta ahora, tiene diamantes tallados en rosa de Holanda. Sobresalen también las llamadas rosas de pecho, una banda de caballero de oro esmaltado, los retablitos que se regalaban cuando un personaje importante donaba una joya relevante al Pilar... El libro de Carolina Naya recorre la pequeña y gran historia de cada una de las piezas, cuyo valor para ella es incalculable. «Nos hablan de la devoción a la Virgen, en España y en América, a lo largo de los siglos. Y ese es un valor intangible», concluye.

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jueves, octubre 10

When JRR Tolkien bet CS Lewis: the wager that gave birth to The Lord of the Rings

(An article by John Garth read on dailytelegraph.com on 3rd May, 2019)

As a new JRR Tolkien biopic opens in cinemas, John Garth explores how Tolkien's friendship with CS Lewis – and a bet about sci-fi – inspired The Lord of the Rings.

Once upon a time two friends made a wager. "Tollers," one said to the other, "there is too little of what we really like in stories. I am afraid we shall have to try and write some ourselves." At this time CS Lewis and JRR Tolkien were "like two young bear cubs... just happily quipping with one another", in the words of an Oxford contemporary. In 1936, their historic wager to write about space- and time-travel was a vital step on the road to their most famous fantasy works.

The year 1936 had seen the two Oxford English dons hit their academic zenith with works that still shape medieval literary studies today: Lewis’s The Allegory of Love and Tolkien’s Beowulf: The Monsters and the Critics. Yet they were also wannabe authors – Lewis, 38, was an unsuccessful poet, and Tolkien, almost 45, an unpublished mythmaker.

Both had grown up reading science fiction classics such as Jules Verne’s From the Earth to the Moon and HG Wells’s The Time Machine. In the Thirties the genre was exploding, ranging from the monster-bashing gee-whizzery of US pulp magazines to serious speculation, especially in Britain.

To Tolkien and Lewis, Olaf Stapledon’s future histories of human evolution and the supernatural Christian thrillers of Charles Williams offered both a challenge and enticement. They realised genre fiction might offer a wider audience for their own ideas – ideas that centred on myth.

Tolkien’s myth-cycle, The Silmarillion, begun in 1916 but still in progress, recounted how deathless Elves and their mortal human allies overthrew the satanic Morgoth after age-long war. Lewis had become an avid fan – first the love story of Beren and Lúthien and then The Hobbit, begun about 1930 as a bedtime story for the Tolkien children, set in some vague era long after the overthrow of Morgoth.

Myth was no mere antiquarian interest. In 1931, Tolkien had persuaded the sceptical Lewis that ancient myths contained glimpses of the "true myth", Christ’s incarnation. Lewis had since published The Pilgrim’s Regress, a heavily allegorical account of his conversion, with characters such as Wisdom, Mother Kirk, and Mr Humanist.

The science-fiction wager was a step onto common ground with Tolkien, who loathed allegory. They agreed to write adventure stories in which the fiction could be taken at face value, rather than as a code. But each adventure would lead to the discovery of the literal truth behind a well-known myth – the destruction of Atlantis and the fall of Satan.

Lewis’s Out of the Silent Planet centres on a plan cooked up by a dastardly scientist, Weston, to invade and exploit a paradisal Mars. All is witnessed by Elwin Ransom, a man kidnapped and brought along to be a sacrifice to the Martians. But these turn out not to be coldly cruel Wellsian aliens. Instead, three benign intelligent species live deep in the lush canyons of the planet, which they call Malacandra.

In his cosmic trilogy – continuing with Venus-based Perelandra and earthbound That Hideous Strength – Lewis’s big idea was that the solar system pulses with divine life. "The very name 'Space' seemed a blasphemous libel for this empyrean ocean of radiance," thinks Ransom. "Older thinkers had been wiser when they named it simply the heavens." Spirits flit freely between planets that are each ruled by a guardian angel. But the "silent planet" is Earth, a prison for a satanic fallen angel – referred to only as "the Bent One" because the interplanetary lingua franca, Old Solar, has no word for evil.

One symptom of the Bent One’s malign influence is the materialist madness of the scientist Weston. He is a Lewisian parody of geneticist JBS Haldane, who in the Twenties and Thirties popularised the notion that entire galaxies lay within the grasp of a human race willing to adapt through eugenics and genetic engineering.

Usefully, Ransom is a philologist – a version of Tolkien, in fact – so he quickly picks up Old Solar. Lewis, probably the only friend who knew of Tolkien’s voluminous works on his invented Elvish languages, must have chuckled when he described Ransom’s first close encounter with an alien.

 
CS Lewis at Oxford in 1950 Credit: John Chillingworth/Getty

"In the fraction of a second which it took Ransom to decide that the creature was really talking, and while he still knew that he might be facing instant death, his imagination had leaped over every fear and hope and probability of his situation to follow the dazzling project of making a Malacandrian grammar."

Another fictionalised JRRT appears in Tolkien’s The Lost Road: Alboin Errol, whose Germanic first name (like Elwin) means "Elf-friend". Alboin and his son time-travel via dream from the present day back to lost Atlantis – called Númenor in one of Tolkien’s invented languages.

First, though Tolkien wrote a brief mythic account of The Fall of Númenor. That story – just a few pages long – released what Tolkien once called his "Atlantis complex", a "terrible recurrent dream… of the Great Wave, towering up, and coming in ineluctably over the trees and green fields". He had suffered from it all his life, and would wake up at the point of drowning.

The Fall of Númenor opens straight after The Silmarillion and Morgoth’s defeat. Mortal men who fought him are awarded a utopian home, Númenor or "Westernesse". But they bitterly envy the immortality of their elvish allies. This is the cue for Thû, former servant of Morgoth, to corrupt the king and become an éminence grise, imposing tyranny and human sacrifice to Morgoth. The king leads an armada to seize immortality in the westward paradise where the elves live alongside the godlike angelic powers who govern the earth.

An undersea rift appears in the ocean "and into this chasm the great seas plunged, and the noise of the falling waters filled all the earth and the smoke of the cataracts rose above the tops of the everlasting mountains… But Númenor being nigh upon the East to the great rift was utterly thrown down and overwhelmed in the sea, and its glory perished". The elves’ paradise is removed to a plane apart, and the flat world of Tolkien’s old mythology is changed into the sphere we know.

The only survivors of Númenor are the uncorrupted "Elf-friends" who build new mainland kingdoms – and Thû. As Tolkien tinkered with the story, he gave Thû a new name, Sauron, and made him the Dark Lord of Mordor.

Tolkien’s Fall of Númenor is the key to the date of the wager; as is a piece of publicity blurb that Tokien wrote for the jacket of The Hobbit, for which he signed a publication contract on December 2, 1936. Many years later he told a correspondent: "In a 'blurb' I wrote for The Hobbit, I spoke of the time between the Elder Days and the Dominion of Men. Out of that came the 'missing link', the Downfall of Númenor, releasing some hidden 'complex'." Though this appears in the now-venerable Letters of JRR Tolkien, no one seems to have noticed its significance. The Hobbit publishers requested the blurb in question on December 4. Tolkien posted it just four days later.

The eureka moment was pure Tolkien – the realisation that the Elvish word-root he had invented to mean "fall" ("talat") would generate a name nearly matching Atlantis. His language notes abruptly give way to frantic narrative scrawl: "Atalantë legendary name … of Númenórë that fell into a rift made by the Gods / that fell back / that was drown—". Drafting the Hobbit blurb had set Tolkien thinking about the end of the "age of Faërie" or myth. That epochal moment would be marked by the writing of The Fall of Númenor, his own version of Plato’s fable of the island civilisation destroyed by hubris.

The writers’ wager surely came next, and quickly – Lewis completed Out of the Silent Planet by the following September. Tolkien began The Lost Road, but never finished it (it was edited posthumously by Tolkien’s son Christopher in his multi-volume History of Middle-earth).

A timeslip thriller, The Lost Road sees Alboin and son dream themselves back to Númenor at the height of Sauron’s tyranny. We may now perform an imaginative timeslip of our own to December 1936. What rising fury inspired Tolkien’s story of tyranny, schism and cataclysm? What surging fear awoke his lifelong Great Wave "complex"?

On 30 November the Crystal Palace fire struck an ominous blow. For a week from 3 December, the Abdication Crisis split the nation as Edward VIII sought to marry the twice-divorced Wallis Simpson. The Catholic Tablet raged that the last king to try and alter the royal marriage rules – Henry VIII – had made England apostatise from Rome. Can it be coincidence that at this very point the staunchly Catholic Tolkien conceived his story of a king betraying both nation and divine order?

Tolkien later rightly refuted misreadings of his stories as a crude allegorical code. But he also said privately that his instinct was to "cloak … under mythical and legendary dress" his criticisms of life. Dramatising what he believed were universal and immutable rights and wrongs, like any good artist he drew from life. And 1936 had wrongness in abundance to fuel his fire.

The year was described in the Telegraph as one "desperately charged with fate… which seemed to bring catastrophe near". Fascist Italy annexed Ethiopia, and Nazi Germany reoccupied the Rhineland – death knells to the League of Nations and the Treaty of Versailles. The Spanish Civil War erupted, a tragedy acutely felt by Tolkien, who had been raised from the age of 12 by an Anglo-Spanish priest.

Conservative Catholics smelt Stalin behind the Republican "Red Terror" which massacred clergy. Yet by December, it was clear that Franco’s Nationalists were backed in force by Hitler, a dictator who (among other evils) sought to strangle German Catholicism. Cruelty, moral compromise, and barbarism were on all sides.

The Númenóreans of The Lost Road bear archaic witness to peculiarly modern horrors. Númenor’s armaments, "multiplied as if for an agelong war", include self-propelled metal ships with long-range firepower. The king’s displeasure "falleth on men … and in the morning they are not" – dispatched to torture or the grave. Informers lurk "even by the heart of the house". As Christopher Tolkien comments, in the Númenórean era his father discovered "an image of what he most condemned and feared in his own".

When The Lost Road was being written, Christopher had just turned 12 and his brothers Michael and John were 16 and 19. When JRR Tolkien was 19, the Great War that killed so many of his friends had been just three years away. The Lost Road’s several father-and-son pairings hint at a paternal anxiety absent from the bachelor Lewis’s work.

The time-travel story was doomed by the success of The Hobbit. In late 1937 Tolkien offered both the unfinished The Lost Road and his older mythology The Silmarillion to his publisher, who demanded more on hobbits instead. And so reluctantly, Tolkien embarked on The Lord of the Rings. The Silmarillion, complete with Tolkien’s fullest account of Númenor, was only published posthumously, through Christopher’s efforts.

Yet the Atlantis story, which owed so much to the crises of 1936, was in Tolkien’s words the "missing link" to The Lord of the Rings. It underpins the whole epic history of war between mortal men and Sauron. When at the climax the valiant, troubled Faramir recalls Númenor and his own dream of "the great dark wave climbing over the green lands … darkness unescapable", it is an exorcism of Tolkien’s nightmare.

John Garth, author of Tolkien and the Great War, is writing a new book, Tolkien’s Mirror: Creation in the Catastrophic 20th Century

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