Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

lunes, enero 6

Edison, el inventor superado por su invento

(Un texto leído en bbvaopenmind.com el 7 de mayo de 2015. Ponía que era un extracto de Extracto del ensayo de Peter Hirshberg “Primero los medios y luego nosotros. Cómo ha cambiado internet la naturaleza fundamental de la comunicación y su relación con el público”. Y lo publico hoy porque este mismo día, en 1931, Thomas Edison murió a los 84 años)

Debido al crecimiento exponencial de Internet, es muy difícil predecir cómo se van a usar los nuevos medios y en qué nos van a beneficiar. Examinar el desigual acierto de anteriores predicciones supone toda una lección de humildad y puede ayudarnos a imaginar el futuro.

En 1878, un año después de haber inventado el fonógrafo, Thomas Edison no tenía ni idea (o, más bien, tenía demasiadas ideas) de cómo se podría utilizar, pero a priori no dio con la aplicación definitiva de su aparato.

Edison era un inventor brillante que tomaba notas meticulosamente. Estas son las 10 ideas que anotó para el uso del fonógrafo:

  1. Redacción de cartas y toda clase de dictados sin necesidad de taquígrafos.
  2. Libros fonográficos que hablarán a los ciegos sin que estos tengan que hacer esfuerzo alguno.
  3. Enseñanza de dicción.
  4. Música: el fonógrafo sin duda se destinará más que nada a la música.
  5. Recuerdos de familia: preservar los dichos, las voces y las últimas palabras de los familiares moribundos como si fueran de grandes hombres.
  6. Cajas de música, juguetes, etcétera: podremos regalar a nuestros hijos por Navidad muñecos que hablen, canten, lloren o rían.
  7. Relojes que anuncien la hora de viva voz, llamen a comer, le digan al pretendiente que son las diez y, por tanto, hora de irse a casa, etcétera.
  8. Preservación del lenguaje mediante las grabaciones de nuestros Washington, nuestros Lincoln, nuestros Gladstone.
  9. Fines educativos, como conservar las lecciones del profesor de modo que el alumno pueda consultarlas en cualquier momento o para aprender ortografía.
  10. Grabación de llamadas telefónicas: el perfeccionamiento o avance del arte de la telefonía mediante el fonógrafo, haciendo de este un instrumento auxiliar en la transmisión de grabaciones permanentes.

Primero lo intentó con el negocio de la redacción de cartas sin taquígrafos. Y fracasó, sobre todo porque suponía una importante amenaza para el oficio de taquígrafo. Serían necesarios años (y unas cuantas recapitalizaciones) para que la música se convirtiera en la aplicación comercial por excelencia del fonógrafo. Y se trata de un negocio que ha sobrevivido durante más de 100 años antes de empezar a declinar.

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domingo, enero 5

La estrella

(La columna de Alberto Serrano Dolader en El Heraldo de Aragón del 5 de enero de 2020)

Del Evangelio de Mateo: «Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo. (...) Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén. (...) Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre...».

Parece claro que los 'magos' no eran 'reyes' sino sabios y estudiosos, entre otras disciplinas, de las que hoy denominamos astronomía y astrología. Por descontado, ningún texto canónico proclama que un diablo disfrazado de pastor intentó enredar el asunto y liar a los Reyes Magos: «Volved pronto a vuestros reinos / que la estrella os engañó». Los versos que delatan tan perversa intención los recoge un auto navideño aragonés, escrito en la década de 1930 por el sacerdote Rafael Galve (nacido en Obón en 1903) y que debió de ser representado antes de la Guerra Civil en Lagata, Andorra y La Puebla de Híjar. El camuflado belcebú insistía: «Os digo que habéis perdido / el tiempo en esta excursión».

Otros reyes, los Reyes Católicos, es posible que admirasen una simulación de la estrella que guió a Melchor, Gaspar y Baltasar. En 1487 Fernando e Isabel aplaudieron en la Seo de Zaragoza la representación musical teatralizada de la ‘Natividad de Nuestro Redentor la noche de Nadal', en cuya tramoya no faltó «una piel de oropel para estrellas» por la que el cabildo pagó dos sueldos.

El año 2000, sus majestades llegaron a la capital flotando en una plataforma por el Ebro... y vaya enredo: en una noche de niebla espesa, la estrella de oriente que los iluminaba se apagó de repente, la ‘embarcación' fue agitada por una súbita marea fluvial y una antorcha provocó un incendio a bordo. Dicen que se salvaron de milagro.

Si mis anotaciones son correctas, la estrella que guía la actual cabalgata de reyes zaragozana mide 12 metros de largo por 4,5 de ancho y la engorda el gas helio que se inyecta en su interior. En fin, les dejo con mis mejores deseos, que aún debo acudir al buzón real. Sé qué voy a pedir, pero me da miedo el cómo. Lo advierte Gracián: «No hay otro saber en el mundo todo como el saber escribir una carta» (‘Criticón', parte II, crisi XII).

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sábado, enero 4

Los villancicos en inglés más populares

(Un texto de Cath McLellan leído en el Bristishcouncil.es del 14 de diciembre de 2017)

Ya ha llegado el invierno, las luces de Navidad iluminan pueblos y ciudades, y en la radio, la televisión y en todos los lugares imaginables se oyen villancicos y canciones navideñas, muchos de ellos en inglés.

La carrera para alcanzar el Christmas Number 1 (el número 1 de la lista de sencillos en la semana de Navidad) se ha convertido en una tradición por derecho propio en el Reino Unido. El récord lo ostentan los Beatles, que encabezaron la lista en cuatro ocasiones (Navidades de 1963, 1964, 1965 y 1967), aunque ninguna de esas canciones presentaba realmente un tema navideño. Hasta el momento, el mayor éxito de ventas de todos los tiempos de los Christmas Number 1 es Do they Know It's Christmas? (¿Saben que es Navidad?), del que se vendieron más de 3,6 millones de ejemplares en 1984 y que recaudó millones de libras para causas benéficas.

Las canciones de Navidad, ya sean carols (villancicos en inglés), canciones clásicas infantiles o éxitos del pop, tanto antiguos como modernos, son la banda sonora que nos acompaña en diciembre, y constituyen un elemento fundamental de las celebraciones navideñas. Aquí tenéis nuestras 10 sugerencias para confeccionar una lista de reproducción que podéis disfrutar con toda la familia en Navidad. ¿Por qué no os hacéis con sus letras y las cantáis a coro? ¡Es un modo fabuloso de imbuiros de espíritu navideño al tiempo que refrescáis vuestro vocabulario para estas fiestas!

1. Silent Night  (Noche de paz). Este villancico tradicional compuesto en Austria es tan famoso que incluso ha sido declarado patrimonio cultural inmaterial por la UNESCO. Coros y grupos cantores de todo el mundo cuentan en su repertorio con esta canción dedicada al Niño Jesús “sleeping in heavenly peace” (“que duerme en la paz celestial”), y su arrulladora melodía la hace perfecta para cantar con los niños… o como nana para dormirlos.

2. The Twelve Days of Christmas (Los doce días de Navidad) es un villancico tradicional inglés frecuentemente incluido en el “carolling, una actividad que sigue siendo popular en el Reino Unido y en la que grupos de niños y adultos van cantando villancicos de puerta en puerta por su barrio o en el centro de la ciudad, generalmente con el objetivo de conseguir fondos para una buena causa. Esta canción sirve además para practicar los números y la memoria, ya que hay que ir recordando los doce regalos que se mencionan. También podéis actualizar la letra a vuestra manera sustituyéndolos, por ejemplo, por “12 texters tweeting, 11 bloggers blogging…” (“12 tuiteros tuiteando, 11 blogueros blogueando…”).

3. Jingle Bells (Cascabel, cascabel) es uno de los villancicos en inglés más conocidos en todo el mundo, e incluso fue la primera canción retransmitida desde el espacio cuando los astronautas Tom Stafford y Wally Schirra la entonaron en 1965. Resulta perfecta para cantar con niños, tanto por su sencilla letra como por la rima (way, sleigh, hey!), y puede interpretarse fácilmente en grupo.

4. Rudolph the red nosed reindeer (Era Rodolfo un reno) es otro clásico para niños, que cuenta la historia de Rodolfo y de cómo sufre las burlas de los otros renos… hasta que Santa Claus lo escoge para una tarea muy especial. Podéis preguntar a los niños si se acuerdan de los nombres de los doce renos (¡no es fácil!), o animarles a que canten esta otra canción sobre la gran noche de Papá Noel. 

5. Rocking around the Christmas tree (Rock alrededor del árbol de Navidad). Esta canción, interpretada originalmente por Brenda Lee en 1958, ha superado el reto del tiempo y continúa siendo una de las favoritas en muchas fiestas navideñas; de hecho, para quienes prefieren un sonido más retro, es una de las imprescindibles. Es de destacar que Brenda Lee tenía solo 13 años cuando la grabó por primera vez, y probablemente su juventud le ayudó a contagiar esa emoción por la Navidad.

6. White Christmas (Blanca Navidad), de Bing Cosby. Todos los años, buena parte de los habitantes del Reino Unido suspiran por unas Navidades blancas, e incluso muchos hacen apuestas sobre si el 25 de diciembre nevará o no. El servicio meteorológico británico habla de “blanca Navidad” aunque caiga un solo copo de nieve el día de Navidad, pero pese a que el frío suele estar presente en esas fechas, la típica escena dickensiana de Londres cubierto de una espesa capa de nieve no es en absoluto habitual. No obstante, White Christmas, que mira a las Navidades “blancas” del pasado con un aire nostálgico y melancólico y manifiesta el deseo de revivir esa escena en el futuro, es el single más vendido de todos los tiempos a lo largo y ancho del planeta.

7. Merry Xmas Everybody (Feliz Navidad a todos), de Slade. Una fiesta de Navidad en el Reino Unido no está completa sin este Christmas Number 1 de 1973. Slade, que por aquel entonces era un grupo de rock muy popular, decidió escribir una canción que reflejara una Navidad normal en casa con la familia. Ha sonado tanto desde entonces que algunas emisoras británicas la prohibieron durante unos cuantos años, pues para muchas personas resultaba molesta. Cuando Noddy Holder, el melenudo cantante del grupo, chilla “It's Chriiiiiiistmas!” y empieza la música, podemos estar seguros de que… ¡es Navidad!

8. All I want for Christmas is you (Esta Navidad mi deseo eres tú), de Mariah Carey. Ha aparecido en películas y anuncios de televisión, en la radio y en todas partes desde su lanzamiento en 1994. Los críticos lo calificaron de “clásico instantáneo”, y desde entonces encabeza listas de “las mejores canciones de Navidad” en todo el mundo. Aunque ha conocido muchas versiones, nadie puede igualar la de Mariah Carey, quien no nos deja ninguna duda de qué es lo que quiere exactamente para Navidad.

 9. Last Christmas (La pasada Navidad), de Wham. ¿Quién puede olvidar el vídeo original  de esta canción, ambientado en una estación de esquí, con George Michael cantando a su amor secreto del año anterior y ataviado al más puro estilo de los ochenta? Esta canción ha dado lugar a numerosas versiones, muchas de las cuales sirven de conclusión a las noches de karaoke. Prácticamente todo el mundo disfruta cantando apasionadamente el estribillo de “I'll give it to someone special, special” (“Se lo daré a alguien especial, especial”). Es triste recordar que George Michael falleció precisamente el día de Navidad de 2016, por lo que esta canción resulta especialmente conmovedora en estas fechas.

10. Fairytale of New York (Cuento de hadas de Nueva York), de The Pogues. Muchos de los grandes éxitos de Navidad son intemporales, románticos, optimistas, empalagosos y a veces hasta un poco irritantes. Sin embargo, la canción navideña más escuchada en el Reino Unido, según una reciente encuesta, narra la historia de una pareja enfrentada que ha vivido momentos duros; el hombre llega incluso a pasar la Nochebuena borracho en la cárcel. Ciertamente, no presenta el típico tema festivo, y la BBC llegó a prohibir parte de la letra por considerar que podía resultar ofensiva. Pero en determinado momento de la canción el protagonista masculino canta “I see a better time, when all our dreams come true” (“Veo un futuro mejor, en el que nuestros sueños se harán realidad”), y quizá sea este sentimiento de esperanza lo que la ha convertido en una de las favoritas para Navidad.

Sea cual sea tu forma de celebrar el día de Navidad y el resto de las vacaciones, abrígate bien y ¡que no te falte la buena música! ¡Feliz Navidad!

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viernes, enero 3

Las Cartas de Papá Noel

(Leído en facebook)

Durante más de veinte años, los hijos de JRR Tolkien recibieron cartas del Polo Norte, ¡del propio Papa Noel! Esta tradición duró desde 1920, cuando el primogénito John tenía tres años, hasta 1943, año en que la pequeña Priscilla cumplió los catorce.
 
Las cartas hablan de diferentes acontecimientos que ocurren en el Polo Norte y que tienen como protagonista a Papá Noel y a su principal ayudante, un oso polar llamado Karhu («Oso Pardo» en finés), pero al que Papá Noel normalmente llama simplemente Oso Polar del Norte. A lo largo de los años fueron interviniendo otros fantásticos personajes del Polo, como gnomos rojos, muñecos de nieve, osos de las cavernas y los dos sobrinos de Karhu, llamados Paksu («Gordo» en finés) y Valkotukka («Peloblanco» en finés), que aparecieron un día de visita por el Polo y se quedaron para siempre.
 
En los últimos años cobran más importancia las aventuras de los elfos, y su ayuda en la defensa de la casa de Papá Noel de los ataques de los trasgos, historias que evidentemente tienen ecos de las que Tolkien estaba elaborando para su legendarium, en el que las historias de elfos y trasgos son una parte importante. Parte de las últimas cartas son escritas por el elfo Ilbereth, secretario personal de Papá Noel.
 
Los originales de estas cartas fueron cuidadosamente manuscritos por el propio Tolkien, simulando la letra de Papá Noel, temblorosa y vacilante, por la edad y el frío. En ocasiones el Oso Polar anotaba párrafos de su propia cosecha, con letras grandes y poderosas, y en otras era el elfo Ilbereth el que tomaba la pluma con trazos elegantes y ligeros. La mayoría de las cartas estaban bellamente ilustradas por dibujos originales del autor, que se reproducen íntegramente en las ediciones publicadas de las cartas. Tolkien también diseñaba y dibujaba sobres, sellos y matasellos del Polo Norte para simular los envíos, que entregaba a sus hijos por mediación del cartero, o dejándolas junto a los regalos en la mañana de Navidad.

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jueves, enero 2

'Tolkien was not a writer'

(An article by AN Wilson on Daily Telegraph on 24th November 2001)

What is the secret of The Lord of the Rings' appeal? Re-reading the books in the run up to the film, AN Wilson found a surprising answer

SOME time ago, in one of his witty columns in The Telegraph, Andrew Marr repeated a story of CS Lewis, in his college rooms at Oxford, listening to JRR Tolkien reading aloud from The Lord of the Rings, and interrupting with: "Oh no! Not another fucking elf!"

This story is not true, though it is a garbled version of a truth. Lewis, Tolkien and a number of like-minded dons, from the late Thirties to the mid-Fifties, would meet regularly to discuss literature. Sometimes, they would read aloud to one another from work in progress.

The high point of these meetings of the Inklings, as the friends called themselves, were the readings from The Lord of the Rings. JRR Tolkien was not an eloquent man. He mumbled and muttered. His lectures on old Germanic philology, when they were not cancelled because of his repeated colds, bronchitis and laryngitis, were only semi-audible to the small, intelligent band who followed this, the primary area of his professional concern.

When Lewis and friends could bear old Tolkien's mumblings no longer, they enlisted Christopher Tolkien, the professor's youngest son, to read from the great book. Christopher is a man of extraordinary eloquence. His lectures at Oxford on Norse mythology were always packed out. I wish I had heard him read from The Lord of the Rings. I have heard him read from the Edda, from the Sagas, and from the Anglo-Saxon poems which were the chief inspiratons for his father's work.

The "fucking elf" story came from Christopher himself and I put it in my biography of Lewis. It was not CS Lewis who made this unmannerly interruption, but Hugo Dyson, a noisy veteran of the First World War, who taught English at Merton college.

Lewis had far too much generosity of spirit and far too much admiration for Tolkien's narrative skills to have been capable of uttering such a sentiment. He was always greedy for more Lord of the Rings, and it was largely through Lewis's encouragement that the great tale ever came to be finished.

Lewis was the first Tolkien addict, and there have been many since, ranging from the stoned hippies of the Sixties who wore T-shirts with "Gandalf lives!" on their chests, to the members of the Tolkien societies, who meet at "moots" and dress as characters in the story, to millions of enthralled readers, held by the sheer power of the narrative.

It is the archetypical story of homely, virtue-loving creatures contending against great odds. Moreover, though a devout Catholic, Tolkien deliberately excluded religion from The Lord of the Rings - there is just a strange moment when the hobbits are about to settle down to a meal with the elves, and the older, more dignified elves turn silently in prayer towards the east. The hobbits, being earthly creatures, do not understand what is going on. For the rest of the tale, it is good versus evil, and good magic versus bad magic which contend.

Of course, a lot has been made of the fact that the story was written, much of it, when the small island of Britons stood alone against the Dark Lord of Berchtesgaden in his mountain fastness. But Tolkien was always anxious to deny any suggestion that the story was an allegory; and nor is it. If it is inspired by the Dunkirk spirit, it is not a story secretly about that spirit.

Iris Murdoch, interestingly, was a tremendous fan, and loved talking to the old professor about the more abstruse points of elvish lore. When her husband John Bayley exclaimed that The Lord of the Rings was "fantastically badly written" she would look astounded, and say that she did not know what he meant.

Actually, Murdoch and Tolkien had this in common, though they could hardly be more different in other respects: like Murdoch, Tolkien did not worry about "style" at all, simply charging on, where The Lord of the Rings was in question, with his sub-William Morris prose.

There are occasions - I shall speak of these in a minute - where Tolkien's use of the old language and lore of the North, and of Wales, is shimmeringly brilliant. All storytellers take over older material, as this medieval professor would have been the first to tell us. But it is his use of "other men's flowers" (as Montaigne called them) that sometimes grates.

JRR Tolkien was not a great opera-goer, but he pored over the text of Wagner's Ring cycle as a young man. It goes without saying that his own great myth about the Ring of Power, The Lord of the Rings, was first suggested by the music-dramas of the German composer. The Ring in Tolkien is lost, like Wagner's Ring, in water. Like Alberich, Gollum is a base figure of pure cupidity. The possession by a low creature of this instrument of power creates reverberations among the higher creatures - in Wagner among the giants and the gods, in Tolkien among the elves and in the heart of Sauron, the Dark Lord himself, who sends out his emissaries, the Dark Riders, to reclaim the Ring when, by accident or providence, it falls into the hands of the homely little hobbits of the Shire.

Compared with Wagner, The Lord of the Rings is weak stuff. It is Wagner for kiddies, Wagner without angst, Wagner without a brooding sense of spiritual catastrophe.

The Hobbit had been a story written to amuse children, and very little of Tolkien's imagined mythology had intruded into it, beyond the Ring of Power having fallen into the hands first of Gollum and then of Bilbo Baggins, the Hobbit himself. Even The Lord of the Rings did no more than lift a corner of the tapestry into the buried world of lost tales and languages which had been their creator's preoccupation for most of a long life.

Only after the old professor died, and his son Christopher withdrew to the South of France to edit the manuscripts, was the full extent - one might even use the word enormity - of the Tolkien universe revealed.

The first book to be published was The Silmarillion, which Private Eye satirised as The Sell-A-Million. Those accustomed to think that the name JRR Tolkien on the spine of a book would guarantee an unputdownable narrative were amazed to discover that The Silmarillion was something completely different.

Here, I think, one finds something much deeper and more interesting than the rattling yarn of The Lord of the Rings. In his imaginative reworking of Welsh and Germanic languages, in his evocation of how myth grows out of language, and how language is sustained by myth, he is saying something truly interesting. Its originality has not really been plumbed, I fancy.

For this reason, I found The Silmarillion, with its creation-myths and its elvish grammar, more impressive than The Lord of the Rings. And I realised, as I turned the pages of The Silmarillion, why, during a recent re-reading, I had given up on The Lord of the Rings: that is, I saw that JRRT was not really a writer at all.

Take the example of the Ents, the talking trees. It seemed obvious to me on this reading that the Ents in The Lord of the Rings have partly been suggested by the talking apple trees in the film of The Wizard of Oz, and more by the suicides who have turned into trees in Dante's Inferno. Beside both originals, Tolkien's imitation seemed feeble. The Ents seem wonderful when you first read the story as a child. In the forthcoming film adaptation (opening on December 19) they will be wonderful again - you won't be thinking about their literary analogues.

Yet, two things remain hauntingly good about The Lord of the Rings, even for the reader who fears he will never enjoy it as he once did. One is the sheer power of the narrative. The second is the elvish mythology and the language. I found myself turning back to a volume called The Lost Road and Other Writings: Language and Legend Before the Lord of the Rings, edited by Christopher Tolkien and which contains 60 pages of "the etymologies of the old tongues" - Danian, Eldarin, Noldorin, Old Noldorin, Primitive Quendian and Telerin.

You might ask what is the point of reading the etymologies of a fake language when you might be learning Old Norse, Old English or Greek. The same sensible habit of mind might ask why one should read ersatz mythology by Tolkien rather than reading Homer.

In Tolkien's own case, the psychological reasons for, not merely creating, but, as far as one can tell, almost completely inhabiting his mythological world are fascinating, if impenetrable. They perhaps explain why, for so many years of the 20th century, Tolkien made fans among dopeheads and fantasists.

He deserves better than this, however. If not exactly a writer, he was a serious craftsman. It is possible that the film will win him new generations of rapt admirers, caught up in his hypnotising skill as a storyteller.

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