(Parte de un artículo de Marelis Loreto Amoretti en El
Magazine de El Mundo del 3 de marzo de 2013 en relación con un cuadro pintado
por Luis Paret)
Carlos III fue un rey temido por aplicar una jerarquía rígida
y denigrante hacia los cortesanos, incluso a la hora del almuerzo. El reinado
de Carlos III estuvo influenciado por los aires de cambio de la Ilustración.
Sin embargo, el rey no consiguió ni el apoyo de nobles y clero ni el del propio
pueblo español.
El miedo hacia su persona aumentó a causa de la férrea
etiqueta que impuso a la hora de comer. Historiadores de diversas épocas han
señalado que dicho protocolo se debe, en esencia, a un intento de conservar el orden
y mantener la distancia entre el gobernante y sus súbditos.
Carlos III (Madrid, 1716-1788) era un hombre sencillo,
austero, distante y firme en sus decisiones. Fue, a su vez, el único soberano
que mantuvo inalterable la rutina de comer en público una vez al día. Luis
Paret y Alcázar (Madrid, 1746-1799), artista español barroco-rococó, pintó […]
al rey comiendo ante su corte. Este cuadro fue pintado en 1975, el mismo año en
el que el monarca desterró al pintor a Puerto Rico, después de saberse que
había sido el alcahuete de su hermano, el infante don Luis de Barbón. En 1776,
el artista envió a su majestad un autorretrato en el que es representado
vestido de rústico campesino llevando a cuestas un racimo de plátanos. A la
pintura le acompañaba una carta de súplica donde rogaba al rey que le
permitiera regresar. Esta debió causarle mucha gracia al soberano, pues accedió
a su retorno dos años después, eso sí, prohibiéndole acercarse a Madrid a menos
de 40 leguas a la redonda.
La directora y guionista cordobesa Josefina Malina decidió
llevar esta escena al cine en 1988, en su película Esquilache, donde aparecen
representados cada uno de los personajes del cuadro en una narración detallada
de la comida de Carlos III.
1. LA ESTANCIA. El salón representado en la pintura de Paret
evoca uno de los salones del Palacio Real de Madrid llamado Pieza de la su Conversación,
pero no es tal, sino una estancia fantaseada por el pintor, lo cual la
posibilidad de que la pintura sea un documento pictórico, porque no hubo estancia
ni corte ni rey posando para la misma.
2. TAPICES. La presencia de tapices en la estancia indica que
la escena se produce en invierno, pues para evitar que los salones se enfriaran
demasiado, se sustituían los cuadros por enormes tapices que cubrían los muros desde
el techo hasta un metro por encima del suelo, aislando del frío exterior.
3. ECLESIÁSTICO. Probablemente se trate de Francisco Antonio
de Lorenzana y Bitrón quien fuera el arzobispo de Toledo desde 1772 hasta 1800,
año en el que renunció por tener desencuentros con Manuel Godoy. De acuerdo a
la etiqueta borgoñona, era al primado al que le correspondía bendecir la mesa
real.
4. COPERO. Se trata de un gentilhombre que, bajo la etiqueta
que correspondía a la comida de su majestad, se humilla ante es el rey
mientras, haciendo una genuflexión, le ofrece el vino y el agua.
5. LA ETIQUETA. Carlos III comía solo en la mesa y rodeado
de cortesanos una vez al día todos los días del año, como correspondía a la etiqueta
borgoñona, que indicaba que cada miembro de la familia real debía comer en habitaciones
públicas, pero por separado. No estaba permitido compartir la mesa. La comida
del monarca, que la hacía en público solo al mediodía, solía durar
aproximadamente una hora, a pesar de la pompa que implicaba y los criados y
gentilhombres que debían participar en ella. Al parecer, Carlos III disfrutaba
cocinando para sus cercanos y eventualmente lo hacía, pero nunca comía de su
propia comida, porque debía regresar a Palacio para comer en público.
6. EL VINO. Carlos III tenía preferencias por dos vinos que
tomaba siempre en sus comidas en público: el borgoña, que era el mejor vino francés
del siglo XVIII o el vino de Canarias, más dulce y que era muy re conocido en
esa época. Bebía en un vaso grande en el que estaban grabadas sus armas, y en
el que combinaba un poco de alguno de estos dos vinos con agua, que contra la
costumbre de la época, tomaba templada y no fresca.
7. FRICASÉ. El rey valoraba tanto a sus lebreles y podencos que
llegaba al extremo de garantizarles siempre en su mesa un plato de comida que
se caracterizaba por un guiso de carne blanca con verduras en salsa blanca, que
iba acompañado de suficiente pan y al que se añadía de postre unas rosquillas
cubiertas de azúcar.
8. PANETIER. Cortesano que se encarga de que al monarca no
le falte pan mientras dura su comida y por eso permanece de pie frente a la
mesa en donde come.
9. PERROS DE CAZA (LEBRELES y PODENCOS). Carlos III era un
hombre sencillo, rutinario, ecuánime e incluso algo aburrido. No tenía pasiones
amorosas, o literarias, pictóricas ni musicales. No obstante, era un obseso de la
caza. Y los perros formaban parte de esta obsesión, tanto, que para el monarca era
fundamental su presencia junto con el resto de la corte mientras él comía.
10. SAUCIER. El caballero que recibe de un criado el siguiente
plato de comida del rey es el saucier, quien se encargará de llevarle el plato
fuerte al monarca, caracterizado por algún estofado.
11. FIRMA. En la parte inferior del cuadro puede leerse la
firma del pintor que, desde un ingenio no exento de buen humor y fina ironía,
escribe en griego: Luis Paret, hijo de su padre y de su madre, lo hizo".
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