(Un texto de Antonio Rodriguez y Luis Reyes en la revista
Tiempo del 18 de septiembre de 2015)
En las nuevas enciclopedias que han empezado a circular en
Cataluña en los últimos años se pueden encontrar referencias al “escritor
catalán” Ausias March o al “pintor catalán” Pablo Picasso. Dos tergiversaciones
de nuevo cuño –el primero era valenciano y el segundo nació en Málaga– que
sirven de ejemplo de cómo se ha empezado a moldear la historia de Cataluña
desde los sectores más soberanistas. Cuenta el historiador José Luis Corral en
su libro La Corona de Aragón:
manipulación, mito e historia que los nacionalismos siempre han necesitado
de “rotundos” hechos fundacionales para asentar sus posiciones políticas. Uno
de los primeros catalanistas en manipular hechos históricos fue Antonio de
Bofarull y Broca (1821-1892), director del Archivo de la Corona de Aragón (ACA)
en la segunda mitad del siglo XIX y que en 1872 presentó un libro titulado La Confederación catalano-aragonesa.
El éxito fue arrollador y este término se generalizó en libros, guías y
folletos editados en Cataluña, y aun fuera de ella. Desde entonces, decenas de
historiadores no han dejado de hablar de esa inexistente “Confederación
catalano-aragonesa” o de conceptos erróneos como “Corona catalano-aragonesa”,
“Reyes de Cataluña”, “conde-reyes” o los “Países catalanes”.
Bofarull era hijo de Próspero de Bofarull y Mascaró
(1777-1859), un nacionalista romántico que también dirigió el citado ACA entre
1814 y 1840 y de nuevo entre 1844 y 1849. Próspero fue un miembro destacado del
movimiento nacionalista catalán conocido como la Renaixença, que surgió a finales del reinado de Fernando VII, y
estaba obsesionado por convertir a Cataluña en el centro del universo. Tenía a
su alcance los fondos documentales más importantes de la Corona de Aragón y se
puso manos a la obra: primero escribió un libro sobre los condes de Barcelona,
que se publicó en 1836, y después pretendió demostrar que la conquista del
Mediterráneo por la Corona de Aragón había sido “una empresa catalana” gracias
a los almogávares.
También se atribuye a Próspero de Bofarull la desaparición
del primero de los testamentos de Jaime I, el del año 1245. Este documento,
contrario a las tesis pancatalanistas, estaba registrado en el ACA con el
número 758 de su serie de Pergaminos. Según Antonio Ubieto, a mediados del
siglo XIX en el ACA se “suprimió y se quemó cuanto hizo falta”. Así que el
citado documento, que conocieron Jerónimo Zurita y otros historiadores
anteriores a mediados del siglo XIX, sigue extraviado, al menos desde 1868.
Desde que los Bofarull manipularon y falsificaron la
historia de la Corona de Aragón, han sido muchos los que se han sumado a esta
tarea. Por ejemplo, en la última Enciclopedia catalana se define a la “Corona
catalano-aragonesa” como un “Estado llamado también modernamente unión o
confederación catalano-aragonesa que se ha desarrollado históricamente en los
Países catalanes y Aragón en los siglos XII y XVIII (…) Originada por la unión
dinástica de Cataluña y Aragón en 1137 (…) Alfonso I de Cataluña-Aragón (…) El
título de conde-rey ha sido dado por la historiografía moderna”. Con todo, no
es lo peor. He aquí los diez principales mitos históricos que se han creado
desde Cataluña:
GUERRA DE “ESPAÑA CONTRA CATALUÑA”
La Diada conmemora la caída de Barcelona en 1714, en lo que
se presenta como una guerra de España contra Cataluña. Sin embargo, la Guerra
de Sucesión no fue un conflicto hispano-catalán, sino una guerra civil
dinástica, solapada con una guerra europea. La nobleza se dividió en toda
España entre Felipe V y el pretendiente, Carlos de Austria. Las instituciones
catalanas, valencianas y aragonesas se unieron a este por la promesa de
mantener sus fueros, pero el pueblo intervino poco. No hubo tropas catalanas en
las batallas campales, como Almansa. Es más, la mayoría de los combatientes
eran extranjeros, franceses con Felipe V, anglo-holandeses con Carlos. La
profanación de iglesias por estos –eran protestantes– los hicieron más odiosos
que los franceses para el pueblo español, incluido el catalán.
Cuando el pretendiente desembarcó en Barcelona fue
proclamado “Carlos III, rey de España”, y no rey de Cataluña, como pretenden
ahora. El comandante militar de la defensa de Barcelona en 1714, Antonio
Villarroel y Peláez, era de familia gallega, y la última convocatoria a la
lucha que hizo la Generalitat fue “por la libertad de toda España”. Pese a
ello, en Cataluña algunos hablan de Guerra de Secesión, en vez de Sucesión.
EL MÁRTIR QUE SALIÓ BIEN LIBRADO
La estatua de Rafael de Casanova que se homenajea en la Diada
lo representa doliente, herido. En Cataluña se considera un mártir a este
conseller en cap, que sin embargo salió bien librado de su rebelión contra
Felipe V. Cuando el general Villarroel, consciente de la superioridad enemiga,
propuso la rendición negociada de Barcelona, Casanova tomó el mando recibiendo
órdenes “de la Virgen de la Merced”, y planteó una defensa al límite que
provocó mucha muerte y destrucción. Pero al dar los borbónicos el asalto final
el 11 de septiembre de 1714, solicitó una suspensión de las armas, una tregua.
Se negociaron entonces las condiciones de capitulación, que incluían el indulto
de todos los miembros de la Generalitat, pero no de los militares. Villarroel y
sus oficiales –la mayoría no catalanes– pasarían años presos.
El verdugo actuó en Barcelona, pero no para cortar cabezas,
sino para quemar simbólicamente los fueros. A Casanova le embargaron los bienes
y le asignaron residencia en casa de su hijo, en Sant Boi. Cinco años después
fue amnistiado y ejerció libremente como abogado en Barcelona hasta que se
retiró en 1737. Murió plácidamente seis años después.
“REPRESIÓN ESPAÑOLA” EN LA GUERRA CIVIL
Se presenta a Cataluña como víctima colectiva de los
españoles franquistas, cuando la violencia política fue general en toda España,
y fundamentalmente obra de elementos locales. En 1936 la izquierda catalana
asesinó a 8.352 personas, según Josep Fontana, incluidos 281 nacionalistas
moderados de la Lliga, cuatro obispos y 1.205 religiosos. Si algo distinguió la
violencia en Cataluña fue la “guerra civil dentro de la Guerra Civil” de mayo
del 37. Comunistas, republicanos y Generalitat se enfrentaron a anarquistas y
trotskistas, y hubo entre 500 y 1.000 muertos, según la prensa de la época,
incluido el secretario general de la UGT catalana. Tras la victoria franquista
Cataluña padeció el mismo género de represión que el resto de la España
republicana, a cargo del Ejército, la Policía y las milicias falangistas o
requetés, entre las que naturalmente había catalanes. Según Josep Maria Solé
Sabaté hubo 3.385 fusilamientos, y en 1940 había unos 27.000 presos políticos,
cifras que no desentonan con el resto de la represión franquista.
PAïSOS CATALANS, EL SUEÑO IMPERIAL
Los Països Catalans son una entidad nacional catalana basada
en la lengua que abarcaría Valencia (incluso el área castellanoparlante),
Baleares, Andorra y partes de Aragón, Murcia, Francia y Cerdeña. Fue idea de
valencianos catalanistas, entre los que Josep Guia planteaba “llamarle
sencillamente Cataluña” al territorio.
Históricamente puede hablarse de un imperio aragonés en el
Mediterráneo, que se extendió por Italia y llegó al Egeo, pero no de “imperio
catalán”. Se trata de una cuestión de protocolo territorial o primacía
política, categorías determinantes de la historia de Europa. El condado de
Barcelona se unió al Reino de Aragón por la boda del conde Ramón Berenguer IV
con la reina Petronila, que implicaba una supeditación, pues no se podía
comparar la categoría de un conde (siempre súbdito de un señor superior) con la
de un rey, que es soberano.
La diferencia venía de los inicios de la Reconquista.
Mientras astur-leoneses, castellanos, navarros y aragoneses se liberaron por
ellos mismos de los moros y formaron reinos independientes, Carlomagno
conquistó Gerona y Carlos el Calvo, la ciudad de Barcelona, creándose la Marca
Hispánica, territorio fronterizo del Imperio carolingio bajo la autoridad de un
conde francés, el conde de Barcelona. Esta inferioridad histórica respecto al
resto de los españoles, pueblos soberanos frente a uno vasallo, explica la
secular hipersensibilidad catalana, su anhelo de reconocimiento como entidad
superior.
INVENCIÓN DE UN CRIMEN DE ESTADO
“Pau Claris fue envenenado por los españoles”, medios e
historiadores catalanes denuncian así un supuesto crimen de Estado del que no
existe ninguna evidencia. Claris, presidente de la Generalitat, proclamó el 16
de enero de 1641 la República Catalana. Una semana después, incapaz de
enfrentarse al Ejército real o a las turbas que alteraban el orden, le entregó
Cataluña a Francia y aceptó al rey Luis XIII como nuevo soberano. Pocas veces
un político ha cosechado fracaso semejante, cambiar la autonomía bajo los
Austrias por el centralismo borbónico. Un mes después murió del berrinche,
aunque como era costumbre en la época hubo rumores de envenenamiento. La única
referencia histórica a ello es una carta del embajador francés, que dice “on a
empoisonné par un lavement”. La traducción de esta frase puede decir “se ha
envenenado por una lavativa”, “le han envenenado” o “le hemos envenenado”. En
realidad Claris podía ser más molesto para el dominio francés que para España,
pues el enemigo de España ya no era Claris, sino los franceses.
AMÉRICA LA DESCUBRIERON LOS CATALANES
En 2012 apareció un libro de Enric Guillot que se titula Descoberta i conquista catalana d’Amèrica.
Fue editado en Barcelona en tres idiomas (catalán, español e inglés) y en él se
asegura que las naves de Colón salieron en 1492 del puerto de Pals, en la costa
catalana, y no de Palos de la Frontera (Huelva). También se dice que Hernán
Cortés no era extremeño, sino catalán, un tal Ferran Cortès. Que Cristóbal
Colón, al que llama “Cristòfor Colom”, también era catalán, barcelonés, miembro
“de la Casa Real catalana” que llevó su expansión por el Mediterráneo. No se
queda ahí este relato novelesco. La empresa Catalonia Tours, que recibe ayudas
públicas de la Generalitat, incluye en su folleto turístico la siguiente
afirmación: “Solo la constante voluntad de aniquilar la memoria histórica
catalana por parte de los españoles explica la nacionalidad de Cristóbal Colón
haciendo creer que era genovés”.
Este pretendido ocultamiento de las raíces catalanes se hace
extensible a Fernando de Magallanes, de quien el Institut Nova Historìa afirma
haber encontrado en el Museo Etnológico de Barcelona una prueba de ello,
concretamente en un mapa “antiguo” de Filipinas en el que aparece la nao
Victoria con los colores de la “senyera cuatribarrada a popa”. O al fraile
Bartolomé de las Casas (Bartomeu Cases, para el Institut), el gran defensor de
los indígenas con su libro Historia de las Indias, ya que se sugiere que nació
en Molins de Rei (y no en Sevilla) al ser esta localidad catalana donde se
entrevistó con el emperador Carlos V.
LA CONQUISTA DEL MEDITERRÁNEO, UNA “EMPRESA CATALANA”
Próspero de Bofarull pretendió demostrar que la conquista
del Mediterráneo por la Corona de Aragón había sido “una empresa catalana”.
Para ello, manipuló registros del Archivo de la Corona de Aragón, suprimiendo o
tergiversando aquellos nombres de pobladores que no coincidían con su
planteamiento. En la actualidad, la página web de la Generalitat afirma en su
apartado Historia que “en el siglo XIII Cataluña tuvo una de las mejores
infanterías del mundo, los almogávares”, reduciendo de esta forma a este grupo
de soldados al ámbito catalán, cuando entre ellos hubo aragoneses, navarros e,
incluso, castellanos de la serranía ibérica.
EL REINO CRISTIANO DE VALENCIA FUE REPOBLADO CON CATALANES
Existe el convencimiento en Cataluña de que los dominios
árabes de Valencia se repoblaron con catalanes cuando este territorio pasó a
manos de la Corona de Aragón en el Medievo. Los trabajos recientes de Antonio
Ubieto y Amparo Cabanes, entre otros, han desmontado esta manipulación al
concluir que en las cifras reales de repobladores cristianos en Valencia había
una gran presencia de aragoneses y navarros (del 66% se precisa) entre los
nuevos habitantes valencianos del siglo XIII.
LA PRIMERA DERROTA DE NAPOLEÓN… FUE EN CATALUÑA
La empresa Catalonia Tours afirma en su página de viajes,
bajo el epígrafe de “300 años de ocupación española”, que “la Guerrá del
Francés (1808-1814)... fue la primera batalla que nación alguna ganaba a los
Ejércitos napoleónicos”. Se trata de la escaramuza del Bruch, no lejos de Montserrat,
el 4 de junio de 1808, cuando un tamborilero y un grupo de soldados españoles y
reclutas del somatén acaban con 300 franceses y logran parar por unos días el
avance de dos columnas galas de unos 2.000 efectivos. Nada que ver con la
batalla de Bailén (Córdoba) del 19 de julio, a campo abierto y donde 21.000
franceses, con el general Dupont al frente, se rindieron o murieron ante un
Ejército español comandado por el general Castaños.
CATALUÑA YA EXISTÍA CON LOS GRIEGOS Y LOS TARTESIOS
Otra perla en Catalonia Tours: “Cataluña tiene sus orígenes
en la tradición helénica, heredera de la cultura de los primeros griegos
llegados a Empúries (Emporion) en el siglo VI antes de Cristo. Este valor ha
estado siempre presente y consciente en nuestra nación, y ha marcado el talante
de nuestra historia como base democrática y tolerante, versus el origen de
derecho romano de españoles y franceses, de tradición impositiva y siempre
cercana a la inquisitorial Iglesia de Roma”. Es decir, los catalanes bebieron
del espíritu griego de la democracia, mientras que los españoles se quedaron
con la “tradición impositiva” heredada de Roma. Por su parte, Víctor Cucurull,
miembro de la actual Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), afirma sin rubor que
el verdadero centro de poder en la península de los tartesios, anteriores a los
griegos, no estuvo en Cádiz, sino en la actual Tortosa (Tarragona), de ahí el
nombre de esta localidad en la que desemboca el río Ebro.
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