30 de diciembre.
Ya he tomado una determinación. Estoy harto de la intransigencia de mis padres,
de sus reproches y del régimen dictatorial en que me hacen vivir. Está todo
decidido. El uno de enero me emanciparé y podré por fin hacer todo aquello que
me gusta sin tener que dar explicaciones o inventar complicadas excusas que
solo sirven para engañar a mi madre.
1 de enero.
Adiós, hogar de mis traumas infantiles, te dejo para siempre. Se acabó hacer la
cama todos los días, se acabó el horario fijo de llegada a casa, se acabaron
los interrogatorios inquisitoriales de mi madre y las amenazas de mi padre. Por
fin soy libre, me he emancipado. A partir de ahora haré lo que yo quiera cuando
yo quiera y como yo quiera. Voy a compartir piso con dos amigos y entre los
tres viviremos felizmente sin normas estrictas que impidan nuestro desarrollo
como personas. Soy Libre, Soy Feliz. Esta noche cenare la primera comida
preparada por mí mismo, sin nadie que me diga lo que tengo que comer.
2 de enero.
He desayunado un bocadillo de calamares en el bar de la esquina y he ido a
trabajar; la cena de ayer se quedó increíblemente pegada a la cacerola y no
hubo manera de despegarla. He tenido que tirar la cacerola y aguantar los
comentarios sarcásticos de mis compañeros de piso. Ellos no lo entienden, pero
ese bocata consumido en libertad me ha sabido mejor que el caviar
15 de enero.
Después de numerosos intentos infructuosos hoy hemos conseguido poner la
lavadora en marcha, si bien se nos olvidó el suavizante y tendremos que comprar
una crema hidratante, tengo los hombros raspados. Hoy cenamos pizza, hace tres
días nos quedamos sin cacerolas y no hemos tenido tiempo de comprar ninguna. Además
no serviría de nada porque todavía no hemos decidido los turnos de fregado y la
cocina es un lugar pestilente donde algo verde nos mira amenazador desde el
fregadero. Juan Luis se ha traído una chica a casa y pasara la noche con ella;
que bueno es no tener que dar explicaciones ni pedir permiso a nadie... Casi
mato a Ricardo, después de tenerme toda la noche en vela sin haber avisado de
que llegaría tarde, justo cuando iba a llamar a la Policía, ha llegado a las
siete de la mañana y me ha vomitado encima, el muy irresponsable. Menos mal que
el piso está pensado para solteros y el salón está dotado de un sumidero.
Después de un buen manguerazo ha quedado bastante aparente.
25 de enero.
Ricardo y yo hemos advertido seriamente a Juan Luis; o cambia de chica o se va
el, no hay quien la soporte por las noches, el ruido que hace no nos deja
dormir. Por las mañanas deja su ropa sucia en NUESTRA lavadora, desayuna
NUESTRA leche y NUESTRO sillón paso a ser suyo hace mucho tiempo debido a
nuestra caballerosidad. Además de partidaria del amor libre -ya podría
liberarlo con los demás- es de esa nueva ola contraria a la limpieza
innecesaria y, la verdad, me cuesta acostumbrarme a su olor... especialmente si
estamos todos juntos; el champú se acabó hace cuatro días y empezamos a tener
problemas para peinarnos sin arrancarnos el pelo. Llevamos una semana sin poder
lavar la ropa porque nos hemos quedado sin detergente; cuando lo compremos
compraremos además una plancha ya que mi jefe me ha dicho que "así no
puedes venir a trabajar". Seguro que el también explota a sus hijos como
hacían mis padres... Un cartonero nos ha ofrecido una comisión si le guardamos
las cajas de las pizzas, "clientes como vosotros no se encuentran todos
los días, de verdad". Ahora tenemos que pedir más pizza que antes porque
el bicho del fregadero reclama su parte y no admite negativas...
12 de febrero.
Estoy desesperado, ya no sé qué hacer con Ricardo y Juan Luis; son unos
irresponsables además de unos guarros. No colaboran en la casa en absoluto.
Todos los días hago mi cama y las suyas, preparo el desayuno, lavo la ropa,
plancho, cocino, y encima ni me lo agradecen, todo lo solucionan con un "a
mí no me molesta que esto esté un poco sucio..." ¡un poco sucio, dicen los
hijos de puta! Ayer tuve que pegarme durante horas con algo viscoso y con
tentáculos que quería salir del agujero de la ducha, y conseguí hacer un
agujero en el moho que cubre el espejo para poder afeitarme. La chica de Juan
Luis dejó de venir hace una semana, "ya no puedo aguantar más este olor,
es insoportable" dijo. A mí, la verdad, es que no me afecta, hace tiempo
que mi nariz dejó de funcionar por la pestilencia reinante en la casa. Eso me
ha sido útil, sobre todo cuando me echaron del trabajo por la "ruinosa
apariencia física que tienes, José Antonio, no se puede venir a trabajar con
esos lamparones en las camisas, y tus pantalones están tan tiesos que cuando
andas por el pasillo me recuerdas a Mazinger Z". Ahora trabajo recogiendo
basura para el Ayuntamiento y, si bien mis compañeros no se molestan por nada,
a mí no termina de gustarme el trabajo.
24 de febrero.
He tardado 15 horas, pero lo he conseguido. ¡He limpiado la casa! El bicho del
fregadero se resistió un poco, pero conseguí echarle al ofrecerle las sobras de
la semana pasada. "Ya estoy harto de pizza", dijo mientras daba un
portazo. El baño ha quedado bastante bien, aunque no estoy seguro de que las
tuberías hayan aguantado el ácido sulfúrico que tuve que utilizar para hacer
retroceder la masa viscosa que se había colado desde la taza del water.
Lo de la nevera fue imposible, no conseguí abrirla y además le gasté el gas al
chapista del taller de abajo que me había dejado el soplete para intentarlo.
Esta noche intentaré planchar algo de ropa para mañana, porque tengo que ir al
INEM; mis compañeros del camión de recogida me echaron ayer porque no
aguantaban más el ayudarme a subir y bajar del camión "lávate los
pantalones, majete...". Ricardo ha vuelto a llegar tarde sin avisar, este
chico va a terminar conmigo, y el sumidero del salón se atascó hace tiempo y el
ácido sulfúrico, que tan buen resultado me dio con el baño, se ha quedado
encharcado encima de esa plasta marrón que fue creciendo con el tiempo y hoy
utilizamos de mesita auxiliar.
1 de marzo.
Vuelvo a casa, ya no soporto más a esos dos irresponsables, hacen siempre lo
que les da la gana, no dan nunca una explicación y no colaboran para nada en el
trabajo de la casa, yo ya no puedo más. Con lo a gusto que estaba yo con mis
padres, cuando tenía tiempo para todo y no tenía obligaciones ni
responsabilidades...
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