(Un reportaje de Miguel
Ángel Sabadell en la revista Muy Interesante de agosto de 2012)
Este científico genial
inventó la corriente alterna, la radio, las bujías y otros muchos adelantos
clave para el mundo moderno. A la vez, Nikola Tesla fue un tipo extravagante de
vida controvertida que no supo sacar partido a su talento.
Cada día, al encender la
luz, silenciosamente homenajeamos a uno de los inventores más peculiares de la
historia: Nikola Tesla, un hombre extravagante de casi dos metros de altura,
porte de cigüeña y voz aguda nacido en 1856 en el pueblecito de Smiljan,
situado en la actual Croacia y entonces perteneciente al Imperio
austro-húngaro. Un lugar tan recóndito que, años más tarde, su colega y rival Thomas
Edison llegó a preguntarle "si había comido alguna vez carne humana",
según cuenta Margaret Cheney en la biografía Tesla, el genio al que le robaron la luz. Para este individuo
singular, "el progreso del hombre depende vitalmente de la invención. Es el
producto más importante de su cerebro creativo". Así lo dice en su
autobiografía Mis inventos, publicada
en español dentro del volumen Yo y la energía.
Tesla era un enamorado de la electricidad y el magnetismo, y dedicó su vida a
crear innovaciones en esos campos. La comunidad científica reconoció sus
aportaciones al bautizar la unidad de intensidad de campo magnético con su
apellido.
En el país natal de Tesla,
el cuarto de cinco hermanos, las salidas profesionales se limitaban a la
agricultura, e! ejército o la Iglesia. Durante generaciones, tanto la familia de
su padre, Milutin, como la de su madre, Duka, originarios ambos de Serbia, habían
enviado a sus hijos a servir a la patria o a Dios, y a sus hijas, a casarse con
clérigos u oficiales. Milutin empezó de soldado y luego se hizo sacerdote
ortodoxo, destino que vio idóneo para sus vástagos varones Daniel y Nikola.
Pero este dio muestras
desde pequeño de que su futuro estaba en la ciencia: con cinco años ideó un
molino de agua sin paletas, totalmente distinto a los que veía por el campo. Años
más tarde se acordó de él cuando diseñó su turbina sin aspas. Otra de sus
aficiones era desmontar y volver a montar los relojes de su abuelo; "siempre
triunfé en lo primero, pero erraba en lo segundo", dijo en su
autobiografía. Podría decirse que llevó una infancia feliz, aunque la catástrofe
rondara a su alrededor: estuvo varias veces a punto de ahogarse, otra vez casi
le hierven en una cuba de leche caliente y hasta estuvo en un tris de ser
enterrado vivo. Sin embargo, la peor tragedia que sufrió fue el fallecimiento
de su hermano mayor Daniel, con doce años, a causa de un misterioso accidente
de equitación, aunque según algunas versiones habría caído por las escaleras de
la bodega familiar - ¿quizá empujado por el benjamín, de lo que al parecer le
acusó mientras agonizaba? - . Sea como fuere, esa muerte provocó pesadillas a
Nikola durante el resto de su vida.
Por su carácter, gozó de
una merecida fama de excéntrico. Por ejemplo, tenía una profunda aversión a los
pendientes, sobre todo si eran de perlas. También le disgustaba el olor del
alcanfor; contaba los pasos cuando caminaba; y calculaba mentalmente el volumen
de los platos de sopa y de las tazas de café, de manera que si no adivinaba el resultado
correcto el hecho de comer se le volvía desagradable, por lo que prefería hacerlo
solo. Y decía que era incapaz de tocar el pelo de otras personas, salvo quizá
si le obligaban "a punta de pistola".
Pero hay más. En
momentos de excitación o de peligro, Tesla veía destellos en sus ojos que,
según él, entorpecían la visión de objetos reales e interferían con sus
pensamientos y acciones. Él creía que era un acto reflejo de su cerebro cuando
estaba bajo estrés. Para conjurar el problema, desde muy joven se acostumbró a
imaginar otros mundos y a hacer viajes con su mente con todo lujo de detalles.
No sabía que esa terapia le serviría
después para visualizar fácilmente sus inventos sin necesidad de hacer modelos,
dibujos o experimentos. "Cuando tengo una idea la construyo en mi imaginación.
La cambio, hago mejoras y opero el dispositivo en mi mente: Incluso sé si hay
algo que no está bien ajustado". Su memoria fotográfica, que él decía haber
heredado de su madre, como la capacidad de inventiva, explica en parte por qué
le costaba trabajar con otros ingenieros, que obviamente sí necesitaban
disponer de copias de los planos.
Tesla fue un niño
superdotado. En el colegio aprendió inglés, francés, alemán e italiano, además
de varias lenguas eslavas, y era brillante en matemáticas, aunque el dibujo no se
le daba bien. Sus lecturas le hicieron soñar con que algún día iría a Estados
Unidos a instalar enormes molinos de agua en las cataratas del Niágara.
Completó sus estudios en el instituto de Karlovac, donde subió varios brotes de
malaria que no impidieron que naciera su pasión por la electricidad bajo la
influencia de su profesor de Física. Su mala racha en cuestiones de salud se
prolongó con una epidemia de cólera que asolaba la región. Tesla contrajo la
enfermedad y pasó nueve meses en cama. En su familia creían que se iba a morir.
Sin embargo, sobrevivió,
y en 1875 ingresó en la Escuela Politécnica de la Universidad de Graz
(Austria). Durante un año vivió de una beca de la Autoridad Militar Fronteriza.
Allí se dedicó compulsivamente a estudiarlo todo hasta la extenuación. Leyó la
obra completa de Voltaire, cien tomos en letra pequeña que devoró sin parar hasta
el final. En su segundo año, con ayuda de su profesor de Ingeniería Eléctrica,
el señor Poeschl, Tesla empezó a pensar en otra solución para los motores de
corriente continua, y sugirió que funcionarían mejor con un conmutador y
corriente alterna. Poco podía imaginar que este hecho anodino iba a cambiar la civilización.
En 1880 se mudó a
Budapest para trabajar en la compañía de telégrafos y teléfonos, y en menos de
un año fue nombrado jefe de electricistas. Allí desarrolló un dispositivo que
algunos consideran el primer altavoz de la historia, pero al inquieto joven el
estado austrohúngaro se le quedaba pequeño. En 1882 marchó a París para
trabajar en la filial europea de la Continental
Edison Company, propiedad del famoso inventor y hombre de negocios Thomas
Alva Edison. En su taller desarrolló el motor de corriente alterna usando campos
magnéticos rotatorios. Más que nunca, Tesla vio en ese sistema el futuro
eléctrico de la humanidad. Dos años más tarde, cruzó el AtIántico para
entrevistarse con Edison. Llevaba una carta de recomendación de su jefe en
Europa, Charles Batchelor, que decía, "Conozco a dos grandes hombres y
usted es uno de ellos; este joven es el otro". Justo cuando Tesla entraba
al despacho de Edison, este se enfrentaba a un problema. Había que reparar la
dinamo del barco Oregon y no tenía ningún ingeniero disponible, así que envió
al recién llegado.
El genial inventor de
origen serbio arregló la avería esa misma tarde, y, al encontrarse con el gran
jefe, escuchó cómo este les decía a sus ayudantes: "Es endemoniadamente
bueno". Su brillantez iba unida a su tenacidad: trabajaba de 15 a 20 horas
diarias y, como Edison, era capaz de aguantar sin dormir durante dos o tres días,
totalmente despejado. Eran dos superpersonalidades contrapuestas: Tesla, culto
y refinado, hablaba con suavidad en varios idiomas y le apasionaba la ciencia;
y el empresario inventor era desvergonzado, rústico y desdeñaba las teorías
científicas; si no daban dinero, no tenían valor para él.
El choque era
inevitable. Según Tesla, Edison le ofreció 50.000 $ por rediseñar el motor
eléctrico, cosa que hizo tras un año de esfuerzo. Cuando fue a reclamar la
recompensa, su todavía jefe replicó, "No has entendido e! sentido del
humor norteamericano". Sintiéndose estafado, el joven presentó su
renuncia. Entonces, "Edison le ofreció un aumento de 10 dólares sobre su
salario de 18 a la semana. Tesla cogió su bombín Y se marchó”, escribe Cheney.
Por suerte, su
reputación como genio de la electricidad ya era conocida, y un grupo de
inversores -entre ellos James D. Carmen, que sería su aliado durante más de
veinte años- le apoyó para crear la Tesla
Electric light & Manufacturing, en 1886. Primero lanzó una lámpara de
arco más sencilla, económica y segura que las que había en el mercado, y después
siguió patentando dispositivos que para Edison eran inútiles. Este veía a Tesla
como un poeta de la ciencia, con ideas "magníficas pero nada
prácticas". Pronto uno y otro se iban a enfrentar cara a cara en las llamadas
guerras de la corriente.
La electricidad puede
conducirse mediante corriente continua (CC) o alterna (CA). En la primera, los electrones
fluyen permanentemente en un solo sentido; en la segunda, oscilan y cambian de
sentido 50 o 60 veces por segundo. ¿Cuál usar en el alumbrado? Edison era partidario
de la continua, en parte porque este sistema funcionaba desde que Alessandro Volta
inventara la pila en 1800 y se había probado en diversos motores, mientras que
hasta entonces nadie había construido un motor eficaz con la alterna.
Tesla era consciente de
que la idea de Edison de alimentar las bombillas de todo EE.UU. con corriente
continua era problemática. El principal inconveniente de las instalaciones
eléctricas son las pérdidas por el efecto Joule: la fricción de los electrones
con los átomos de metal al avanzar por el cable hace que se pierda voltaje en forma
de calor -ese es el principio de las estufas eléctricas-. Por eso, el mejor
sistema para llevar electricidad a largas distancias es usar altos voltajes -de
ahí que tengamos líneas de alta tensión desde las plantas generadoras de
energía hasta las ciudades-, y la CA los soporta mejor. Si usáramos CC, habría
que poner una planta generadora cada seis metros. A pesar de todo,
probablemente habría ganado Edison, si no fuera porque unos años antes, en
1882, Tesla dio en un parque de Budapest un paso crucial hacia un generador de CA
al concebir un campo magnético rotatorio como producto de dos o más corrientes
alternas desfasadas.
Las cartas estaban repartidas
y Tesla iba consiguiendo adeptos. Entre los más influyentes se contaba A. K.
Brown, director de la Western Union Telegraph
Company, que, aunque no tenía ni idea de los vericuetos de la tecnología,
estaba muy interesado en la nueva idea de! inventor europeo y en el futuro al que
podría conducir. Así que en abril de 1887 apoyó la creación de la Tesla Electric Company para el desarrollo
de un sistema de CA que alumbrara toda la nación norteamericana.
Por entonces operaban
diversas compañías de electricidad, cada una con sus propios sistemas y
componentes. Una de ellas era la Westinghouse
Electric & Manufacturing Company, propiedad del inventor del freno de
aire comprimido para los trenes, George Westinghouse. Nacido en Nueva York en
1846, fue autor de 261 patentes y creó 70 compañías; además, se le considera el
primer empresario que dio libre la mitad del sábado a sus empleados (1871).
Creó unos fondos de pensiones para sus obreros, a principios de siglo XX, e
introdujo las vacaciones pagadas. Y, como Tesla y Edison, dormía cuatro o cinco
horas diarias. Westinghouse construyó el primer sistema comercial de corriente alterna
en Búfalo (Nueva York), en noviembre de 1886; un año después ya tenía más de 30
plantas funcionando en todo el país. Su más poderoso rival era Edison, pero las
cosas no podían ir mejor para la CA. En 1887, Tesla había registrado en forma de
40 patentes la tecnología que necesitaba Westinghouse. Cuando se conocieron,
surgió el flechazo y firmaron un contrato: Nikola recibirla 60.000 dólares por
ellas y 2,50 dólares por cada caballo de vapor de electricidad vendido.
Edison temía al tándem
que se había formado y se propuso acabar con el negocio de la CA, aun
recurriendo a estratagemas torticeras. Primero lanzó una campaña de
desprestigio mediante folletos donde hablaba de los peligros mortales de este
sistema eléctrico. Por una de esas casualidades de la vida, algunos animales
domésticos pertenecientes a personas que vivían cerca del laboratorio de
Edison, en West Orange (Nueva Jersey), empezaron a desaparecer, y este decidió aprovecharse
de ello.
Pagaba 25 centavos a los
chavales del barrio que le trajeran perros y gatos callejeros y los colocaba
sobre una plancha conectada a un generador de CA ante la mirada atónita de
periodistas y curiosos. Allí mismo los electrocutaba, y lanzaba el mensaje de
que las personas podían correr la misma suerte y, si no tenían cuidado, serían westinghousenizados. Incluso compró
subrepticiamente las licencias de tres patentes de CA de Tesla, y convenció a
los responsables de la cárcel de Sing Sing, en Nueva York, para que ejecutaran a
los reos mediante electrocución en lugar de ahorcarlos. Edison fabricó la
primera silla eléctrica en 1890, pero sus ingenieros calcularon mal el voltaje
y William Kemmler, el preso que la inauguró, tuvo que soportar varias tandas de
descargas.
Por su parte, en 1892 y
1893 Tesla se dedicó a dar conferencias por Europa y América que le
convirtieron en el científico más famoso de la época. Con aparatos diseñados
por él mismo, se propuso demostrar que la CA se podía controlar sin peligro y
se sometía a una tensión de dos millones de voltios basta que aparecía una aureola
de luz a su alrededor. Entonces explicaba que las CA de alto voltaje y
frecuencia fluyen por la superficie de la piel sin causar daños. Ante una fascinada
audiencia, Tesla lanzaba chispas por la punta de los dedos, encendía bombillas
y derretía metales al dejar pasar la corriente por su cuerpo, y cuando los
chasqueaba producía una bola de fuego que sostenía en la mano sin quemarse, al
tiempo que hablaba de los misterios de la electricidad y el magnetismo.
Pero el gran éxito llegó
con la Exposición Universal de Chicago de 1893, que eligió la CA para iluminar
la atracción principal del pabellón el Mundo del Mañana. Gracias a eso, Westinghouse
logró el contrato para construir dos generadores de corriente alterna en las
cataratas del Niágara con patentes de Tesla, que vio así cumplido su sueño
infantil. Lo malo es que a veces se puede morir de éxito, como le sucedió a Westinghouse.
Éste, al crecer tan rápido la demanda de CA, casi entra en quiebra por la
obligación de pagar a Tesla 2,5 dólares por caballo de vapor. Pero el genial
inventor no quiso convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo si eso
implicaba arruinar al empresario que había creído en él cuando el resto del mundo
le ridiculizaba. Así que con gran generosidad renunció a sus regalías, si bien
recibió 216.600 dólares por destruir el contrato que le ligaba a sus patentes.
Podía haber ganado
millones, pero eso no estaba en la cabeza de Tesla, quien primero en Nueva York
y luego en su laboratorio de Colorado Springs, en el estado de Colorado, desarrolló
inventos cruciales, como el radar o la radio que algún día llevarían la
información sin cables por todo el globo. El genial científico murió el 7 de
enero de 1943, solo y arruinado, en la habitación 3327 del New Yorker Hotel. Nunca se casó. A su funeral asistieron más de
2.000 personas, y varios premios Nobel portaron el féretro. Sus cenizas están guardadas
en una urna esférica, su objeto geométrico favorito, en el Museo Nikola Tesla
de Belgrado.
La aureola que rodea su figura
surge del gusto por la gente capaz de enfrentarse al poder, en este caso al establishment científico-industrial.
Pero también a los rumores sobre sus experimentos secretos en Colorado Springs,
donde durante 1899 había investigado con un rayo desintegrador -él hablaba de
un arma de telefuerza-. Además, al
poco de morir, todos sus documentos y aparatos fueron incautados por la policía
de aduanas, a pesar de que Tesla tenia nacionalidad norteamericana desde 1891.
Más tarde, sus archivos fueron declarados secretos por el Gobierno. Por todo
esto, el inventor se ha convertido en un icono de la cultura geek y de los fanáticos de la
tecnología, que adoran su carisma y su personalidad excéntrica.
Parte de sus papeles
fueron publicados en 1978 por el Museo Nikola Tesla como Notas de Colorado Springs,
pero, según descubrió Margaret Cheney, bastantes documentos permanecen
guardados en la biblioteca "de una conocida agencia de investigación para
la defensa" , solo accesible al personal de inteligencia. ¿Qué esconden? Solo
unos pocos lo saben.
Nota:
32 km fue la longitud de
la primera transmisión de electricidad a distancia. Se envió en 1896 desde la central
hidroeléctrica de! Niágara a la ciudad de Búfalo mediante el sistema de
corriente alterna de Tesla.
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