(Un texto de A. Paris en la revista Mujer de Hoy del 29 de septiembre de 2018)
Las partes que desechamos en la cocina de nuestras
verduras y hortalizas favoritas son ricas en principios activos
beneficiosos para combatir los achaques. ¿Sabes cómo sacarles provecho?
Las
terapias naturales nos
llaman la atención. Según el barómetro elaborado en febrero por el CIS,
más de la mitad de los españoles ya conoce los beneficios que aportan a
su salud disciplinas como el yoga, la acupuntura o la meditación. Por
supuesto, los remedios a base de plantas medicinales forman
parte de ese listado y el 71% de los encuestados acude a ellas para
problemas puntuales. Pero a todos se nos olvida que nuestra despensa
también es una fuente de remedios saludables, y lo mejor de todo es que
para aprovecharla no hace falta dejarse el presupuesto: basta con
aprovechar la parte de las frutas y verduras que solemos desechar cuando
cocinamos. ¿No te lo crees? Pues di adiós al despilfarro y descubre el
poder de los remedios más naturales y ecológicos.
Bolsitas de té usadas para tus ojos
Ya
tienes claro el poder antioxidante del té verde y la gran cantidad de
polifenoles que aportan a tu dieta. Lo que quizá no tengas en cuenta es
que muchas de esas virtudes siguen presentes en las bolsitas de té
usadas que desprecias después de hacerte tu infusión matutina. Es hora
de aprovecharlas.
La receta: si tienes los ojos hinchados o rojos,
prepara un té con dos bolsas, escúrrelas y ponte una en cada ojo durante
15 minutos. Sus taninos te ayudarán a rebajar la inflamación.
Un plus: si tienes fiebre, tómate un té poco
cargado. Sus componentes te refrescarán y te ayudarán, además, si tienes
revuelto el estómago.
Coles para tu estómago... y tu esguince
La
familia de las coles ofrece múltiples ventajas para nuestra salud.
Todas ellas son ricas en vitamina U, un micronutriente que ayuda a
proteger nuestra mucosa intestinal,
de hecho, es capaz de eliminar o disminuir la población de la
Helicobacter pylori, una bacteria que, si prolifera, puede provocar
úlceras en el estómago.
La receta: usa la parte
central de la col (nervio central incluido) para hacerte un zumo con
ayuda de la licuadora. Si bebes de 50 a 200 cc de este jugo a diario
reforzarás la salud de tu estómago y disminuirás la población de
Helicobacter.
Un plus:
también puedes usar las hojas exteriores de una col blanca o verde
(esas que ibas a desechar porque son demasiado duras para cocinarlas)
para hacer un remedio antidolor si te has hecho daño en
una rodilla o un esguince en el tobillo. Para ello retira el nervio
central de algunas de esas hojas exteriores y aplástalas con un rodillo
para extraer los ingredientes activos. Coloca este fluido encima de dos o
cuatro hojas de col y ponlas sobre la articulación dolorida. Mantén las
hojas en su sitio envolviéndolas con film transparente, pero sin
apretar. Mantén así dos horas.
Alcachofa como cura détox
Para
cocinar solemos emplear los corazones de alcachofa y despreciar las
hojas exteriores.
Pero incluso estas tienen mucho que ofrecer si queremos, por ejemplo,
hacer una puesta a punto a nuestro hígado después de una temporada de
excesos alimenticios. Sus buenos resultados derivan de que estas hojas
contienen tres ácidos de efecto diurético: málico, cítrico y tartárico
que aumentan la secreción de bilis.
La receta:
sumerge 50 g de hojas exteriores durante 15 minutos en 1 litro de agua
hirviendo. Puedes usar esta decocción para tu cura détox a razón de tres
tazas al día durante una semana.
Un plus: si no
te desagrada su sabor, otro remedio es secar las hojas exteriores y
hacer una decocción con ellas que puedes conservar en la nevera. Si
tomas de 10 a 50 cl diarios de este líquido, tus venas y arterias te lo
agradecerán porque sirve para prevenir la arterosclerosis.
Puerro contra el dolor de garganta
Ya
sea porque te has resfriado, te has quedado afónica o tienes faringitis
la parte verde del puerro, que normalmente deshechas, será tu tabla de
salvación.
La receta: cuece esta parte del
puerro en agua, cuela el caldo resultante y bébelo tibio durante un par
de días para recuperar la voz. Otro remedio eficaz es exprimir las hojas
verdes para extraer el jugo y mezclar con dos cucharadas de miel pura.
Toma una cucharadita tres veces al día durante un par de días.
Un plus: no solo en las hojas reside el poder del puerro, las raíces también cuentan.
Si las colocas cocidas en una compresa junto a algunas semillas de
pimienta negra y haces una cataplasma caliente con la mezcla la puedes
usar sobre la garganta durante 30 minutos y calmar así el dolor. Aunque
no lo parezca estas pequeñas raíces contienen moléculas que ayudan a descongestionar las vías respiratorias.
Hojas de zanahoria anticomezón
Las
zanahorias de la huerta, con sus largas hojas, no solo son más bonitas,
es que esas hojas pueden salvarnos cuando nuestra piel se queja. La
parte superior de esta hortaliza también es rica en betacarotenos, un
poderoso antioxidante, y posee vitaminas B1 y B6 con propiedades
antiinflamatorias capaces de calmar el picor de la piel, especialmente
el que ha sido provocado por una picadura de mosquito.
La receta:
pica las hojas finamente y envuélvelas en un paño o una compresa muy
fina para aplicar como una cataplasma sobre la piel irritada hasta 15
minutos tres veces al día.
Un plus: puedes
probar las hojas de zanahoria como enjuague bucal para calmar el dolor
de las aftas bucales añadiendo un puñado de hojas picadas en un vaso
grande de agua y manteniendo la mezcla 30 segundos en la boca antes de
escupir.
Hojas de hinojo contra la tos
Otras
que suelen terminar en la basura pero que pueden salvarte el invierno.
Tradicionalmente el hinojo se emplea para favorecer el apetito, pero
también es un buen aliado para acabar con la tos de origen bronquial.
La receta: no puede ser más sencilla. Solo tienes que hacerte una tisana con ellas y la parte verde del hinojo picada.
Un plus: otra de las virtudes de la infusión de hinojo es que facilita la digestión y limita la formación de gas.
Si deseas usarlas para este fin, infusiona durante 10 minutos un puñado
de hojas y/o 2/3 tallos en 50 cl de agua. Puedes beber cinco tazas al
día de este remedio.
Piel de limón y adiós a los hongos
¿Notas la piel de tus tobillos y talones más gruesa,
amarillenta o descolorida? ¿Te pica entre los dedos de los pies? La
piel del limón te puede ayudar a eliminar estos síntomas a la perfección
y de manera sencilla.
La receta: escoge un
limón orgánico, pélalo y frota el interior blanquecino directamente
sobre el área afectada al menos un par de veces al día durante una
semana. Más sencillo, imposible.
Un plus: la
corteza del limón es rica en ácido cítrico, una sustancia que se
encuentra en algunos productos antimicóticos de los que encuentras en la
farmacia y limita la proliferación de varios tipos de hongos.
Hueso de aguacate en las articulaciones
No
solo la carne del aguacate es rica en ácidos grasos buenos para tu
salud, el hueso que solo usas para que el guacamole no se oxide y
después desprecias, también.
La receta: retira
la
película marrón que envuelve dos huesos de aguacate antes de
machacarlos en un mortero y coloca el resultado en una pequeña botella
de vidrio. Después rellena la botella con 100 g de aceite de oliva (bio y
de primera presión en frío) y deja macerar la mezcla tres o cuatro días
al sol. Filtra el líquido resultante y agrega un par de gotas de
vitamina E. El aceite resultante lo puedes usar para masajear
contracturas o articulaciones dolorosas. La mezcla se mantiene unos tres
meses si la conservas protegida de la luz y lejos del calor.
Un plus: el hueso de aguacate contiene muchos aminoácidos y antioxidantes (flavonoides)
que tienen una acción antiinflamatoria y que no vale la pena desechar.
Otra manera de aprovecharse de él es pelarlo, dejar que se seque al sol e
incluirlo, rallado, en nuestras recetas.
Ajo para ayudarte con el colesterol
Se
te han quedado secos en la alacena y ya iban camino del cubo de restos
orgánicos, pero no deberían acabar ahí, sino en tu botiquín. Sus más de
75 compuestos de azufre diferentes actúan como antiagregante
plaquetario, lo que le convierte en un aliado contra el colesterol.
La receta:
si no te ves capaz de tomar dos dientes de ajo crudos al día o deseas
utilizar esos ajos que ya no te sirven para cocinar te recomendamos que
elabores jarabe de ajos. Para hacerlo necesitas 400 g de ajos
machacados, 400 cc de vinagre y 400 cc de agua. Mezcla los ingredientes y
déjalos macerar durante cuatro días agitando el envase tres veces al
día. Al cuarto día incorpora a la mezcla una cuarta parte de glicerina y
deja reposar un día más. Filtra el resultado a través de un paño limpio
y agrega 250 g de miel pura. Toma una cucharada al día.
Un plus:
El ajo contiene alilcisteína, un aminoácido que ayuda a despegar la
mucosidad de los bronquios, por lo que el remedio sirve tanto para
cuidar tus niveles de colesterol como para la tos.
Con tus propias manos
En
lugar de tirar las huesos de cereza te ofrecemos otra opción: que los
guardes hasta reunir un kilo y, entonces, te confecciones una bolsa de
calor artesanal y 100% natural.
Una vez tengas todos los huesos ponlos en una cacerola, agrega una
cucharada de sal y 1/3 de vaso de vinagre. Lleva a ebullición de ocho a
15 minutos. Después enjuaga de nuevo los huesos, que ya estarán
desinfectados, y déjalos secar al sol durante dos días. Entonces mételos
en una bolsa de tela y cuando la necesites porque, por ejemplo, tienes
tortícolis, caliéntala brevemente en el microondas antes de aplicarla en
el lugar donde te duele.
Una cura de belleza
¿Te
han regalado rosas y se están secando? Pues aprovecha la oportunidad
para hacer una buena provisión de remedios naturales gracias a esos
pétalos marchitos. Por ejemplo, la infusión de 30 g de pétalos de rosa
(sumergidos durante cinco minutos en agua muy caliente) sirve como
tratamiento para las bolsas de los ojos si empapas un par de gasas
estériles en esa solución y las colocas en los párpados.
Etiquetas: Pensando en la salud