(Un texto de Marta Mato en el
suplemento de viajes de El País del 11 de mayo de 2012)
Olvídese del mapa en la capital
holandesa. Déjese llevar, aunque, eso sí, sin perderse el barrio del Jordaan,
'las 9 calles', la tarta de manzana en Winkel, una parada en el café Brix y una
foto en el puente de Groenburgwal.
Cifras (en 2012)
» Habitantes: 747.290 (casi 2,2
millones en el gran Ámsterdam).
» Número de bicicletas: 600.000
» Árboles: 220.000.
» Parques: 28.
» Canales: 165.
» Puentes: 1.281.
» Barcos vivienda: 2.500.
» Museos: 51.
» Cuadros de Rembrandt: 22.
» Cuadros de Van Gogh: 206.
» Galerías: 141.
Lo más probable es que su puerta
de entrada a Amsterdam sea por Centraal Station, la ajetreada estación de
trenes ubicada en un edificio neorrenacentista de 1889. Es curioso que esta
primera toma de contacto con Ámsterdam —un inmenso espacio abierto en el que
miles de personas, autobuses, taxis y tranvías se asemejan a un enjambre ocupado—
tenga tan poco que ver con lo que se encontrará después. Quizá únicamente la
plaza Dam, donde se encuentra el Koninklijk Paleis, vuelva a recordarle la primera
estampa que vio. Y es que Amsterdam no es una ciudad de grandes avenidas y
monumentos grandiosos. Es más bien un monumento en sí misma, con su característico
perfil arquitectónico —nunca superado por las cinco plantas de altura— de casas
centenarias y cosido por más de 150 canales y cerca de 1.300 puentes. Si por
más que consulte su mapa lo único que consigue es seguir perdido, no se lo tome
como algo personal. Es parte de su encanto.
Sea como sea, asegúrese de que
llega al barrio del Jordaan. Construido en el siglo XVII para albergar a la
clase trabajadora, es ahora la zona preferida por los artistas y la gente
joven. Mucho mejor de noche, cuando la escasa iluminación de sus callejuelas poco
transitadas y sus pequeños canales lo convierten en experiencia imprescindible
del viaje. El Jordaan colinda al norte con la calle de Haarlemmerstraat, donde
encontrará interesantes tiendas, como Restored (www.restored.nl), especializada
en diseñadores holandeses, o Sukha (www. sukhaamsterdam.nl), que apuesta por
productos con historia. No muy lejos de allí puede parar a tomar un tentempié
en Smallworld (www.smallworldcatering.nl), un pequeño local frecuentado por
gente de la zona con una carta a base de quiches y sándwiches preparados
diariamente. A pocos pasos se encuentra Noodermarkt, donde los sábados se
instala un mercado. Si estaba pensando en llevar quesos, el producto estrella
del país, este es el lugar para comprarlos y de paso observar la ajetreada vida
de una mañana de sábado. En la misma plaza, haciendo esquina, está Winkel
(www.winkel43.nl), otra parada obligatoria si siente debilidad por la tarta de
manzana, según dicen, la mejor de Ámsterdam. Desde aquí, tome el canal de
Prinsengracht, que junto con el de Keizersgracht y Herengracht constituyen la
esencia de Ámsterdam. Tómese su tiempo para observar los ricos detalles de sus
casas, todas ellas diferentes.
Recorriendo estos canales se
encontrará con la zona más de moda, llamada de las nueve calles, llena de
tiendas y restaurantes. Cuando cae la noche y parece que no tiene nada más que
ofrecer, acérquese a Wolvenstraat. Le sorprenderá la animada vida de esta calle
en torno al Bar 22 (www. bar22.nl) y al café Brix (www.cafebrix.nl), donde se
reúne la gente guapa de la ciudad. Adentrarse en el corazón de Ámsterdam
implica sacudirse de encima los prejuicios que pueda traer de casa. Los
farolillos y los escaparates de mujeres ligeras de ropa le indican que está usted
en el Barrio Rojo. También las hordas de turistas, cuya edad media desciende
hasta los veinte años, atraídos por los Coffee Shops, que aquí proliferan
(ahora en plena polémica por la conversión obligada de los cafés en clubes
privados que impiden a los extranjeros el consumo de cannabis). Pero más allá
de sus inconfundibles luces y el olor a marihuana que lo envuelve todo, este
barrio es de los más antiguos de la ciudad y cuenta con algunas de las vistas
más bellas de Ámsterdam. Es el caso del canal de Oudezijds Voorburgwal. Desde
ahí puede tomar la calle de Zedijk y recorrer el Barrio Chino hasta llegar a
Nieuwmarkt y su singular edificio De Waag, construido en 1488.
Para reencontrarse con la estampa
tranquila de Ámsterdam no tiene más que continuar su camino hacia el Sur,
tomando el canal de Kloveniersburgwal. Llegará a los puentes de Staalstraat y
Groenburgwal. La fotografía desde cualquiera de ellos es casi obligatoria. Como
lo es la parada en la Bombonerfa Puccini (Staalstraat, 17), donde encontrará el
chocolate más fino de la ciudad.
Al final de esta calle se
encuentra el canal Amstel, y a sus orillas, el Museo Hermitage Ámsterdam
(www.hermitage.nl), uno de los imprescindibles. El río Amstel lo atraviesa uno
de sus puentes más famosos, el Magere Brug. Crúcelo y vuelva a sumergirse en el
Ámsterdam más pintoresco por la calle de Kerkstraat. Le llevará de vuelta al
centro pasando por rincones que no debería perderse, como el canal de Reguliersgracht
o la calle de Nieuwe Spiegelstraat, llena de anticuarios e interesantes
galerías de arte.
Antes de viajar, tres premisas a
tener en cuenta: no tenga miedo a dejar el mapa y perderse. Olvídese de consultar
el tiempo, en Ámsterdam el clima es absolutamente impredecible y, por tanto, su
luz es mágica y cambiante a cada instante. Y no intente entender sus horarios
comerciales. En definitiva, no planifique y estará preparado para todo lo que
Ámsterdam puede ofrecerle.
Noche en el Café Bourbon,
por Caro Emeraid (Cantante)
"Cuándo estoy fuera siento
que la gente se interesa por el sitio de dónde vengo. Estoy orgullosa de
nuestro pequeño país". Lo dice Caro Emerald (Ámsterdam, 1981), que ha
pasado de cantar en pequeños locales de la capital holandesa a hacerlo en
conciertos multitudinarios en toda Europa. Su álbum de debú, Deleted scenes
from the cutting room floor, lleva sonando en las radios desde el año
pasado con un estilo que bebe de las grandes divas del jazz de los años
cincuenta, pero también de artistas actuales como Rihanna o Adele. Fuera de su
país presume de "la mentalidad abierta y de la capacidad para mantener los
pies en la tierra" que poseen los holandeses. Ámsterdam tiene fama de
tener una relación especial con la música. "Los cafés de Ámsterdam que
ofrecen música en directo son especiales y merece la pena visitarlos. Los
pequeños espacios hacen accesible la música, apetecible tanto para los artistas
como para los aficionados". Ella recomienda pasar una noche con
actuaciones en directo en el Jazz Café Alto (Korte Leidsedwarsstraat, 115; www.
jazzcafealto.nl) y el Café Bourbon Street (Leidsekruisstraat, 68; www.bourbonstreet.nl).
La cultura, al nivel del
deporte, por Juanjo Arqués (Bailarín y coreógrafo)
El Ballet Nacional Holandés
(www.hetballet.nl) cumple cincuenta años, y lo hace con una salud de hierro.
Con cerca de 60 representaciones anuales solo en Ámsterdam y un cuerpo de 80
bailarines, es la compañía más grande y prestigiosa del país. El murciano
Juanjo Arqués, solista y coreógrafo de la compañía, nos da la clave: "Este
siempre ha sido un país muy liberal en todo, desde la legalización de las
drogas blandas, el matrimonio gay... Este afán vanguardista influye también en
la cultura". Y añade que la compañía siempre se ha caracterizado por su
personalidad: "Aquí destacamos como individuos, cada uno tiene su estilo.
Esto ayuda a la hora del proceso creativo". El repertorio cuenta con los
clásicos de siempre, pero también con coreografías de danza contemporánea,
estilo especialmente valorado en Holanda. A pesar de la crisis, el teatro se
sigue llenando, posiblemente porque "la gente está más educada para ir al
ballet". "Los niños vienen a vernos", añade, "y viene
también la gente a ver los ensayos. Es otra preparación a nivel social para
tener el arte y la cultura al mismo nivel que, a lo mejor, puede estar el
deporte. Eso convierte a este país en un destino cultural único en su apuesta
por el arte".
El río vibrante, por Frits
van Dongen (Arquitecto)
"Una de las cosas más
interesantes no solo de Holanda, sino también de Ámsterdam, es la
experimentación en arquitectura", dice Frits van Dongen, del estudio Cie,
autor del proyecto The Whale (La Ballena), un enorme edificio de
viviendas sociales situado. en Borneo-Sporenburg, antigua área portuaria de
Ámsterdam. Este arquitecto y su estudio han proyectado edificios como el nuevo
Conservatorio de Ámsterdam, una construcción de cristal que cuando cae la noche
cobra vida. La zona a orillas del enorme río Ij alberga algunas de las edificaciones
más especiales de la ciudad, por ejemplo el recién inaugurado Eye, museo del
cine de la ciudad (del estudio Delugan Meissl), la Biblioteca Pública (de Jo
Coenen) o el Museo Nemo (de Renzo Piano). "Es interesante que la gente vea
también esta zona del río porque les da otra idea de Ámsterdam, parte
ineludible de la reflexión sobre nuestra cultura", dice Van Dongen.
El edificio favorito del
arquitecto es el palacio de Koninklijk, situado en la plaza Dam, por su
perfecta simetría y su monumentalidad. La mejor vista de pájaro la encuentra en
el antiguo Mint Hotel, hoy el Hilton, desde su bar en la última planta. También
recomienda el restaurante Anna (Warmoesstraat, 111; www.restaurantanna.nl), en
pleno Barrio Rojo, y el trío de ases de los museos: el de Van Gogh, el
Stederlijk y el Rijksmuseum.
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