...o una historia, o una anécdota...
Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe
..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..
lunes, septiembre 29
La inteligencia de las plantas
(Un texto de Javier Yanes leído en bbvaopenmind.com el 20 de abril de 2017)
Durante siglos las hemos considerado como algo no muy diferente
de las rocas o los muebles: una parte más del paisaje, o simples
elementos decorativos que pisamos y arrancamos a placer, dado que
nunca las oímos quejarse. Salvo por su crecimiento más o menos
lento o sus ciclos estacionales, las plantas parecen
siempre inmóviles e impertérritas, ignorantes de cuanto
ocurre a su alrededor. Seres vivos, aunque meramente pasivos.
Pero mientras nosotros apenas les prestamos atención, las plantas
están haciendo cosas sorprendentes. Por ejemplo, guiar
sus raíces hacia las fuentes de agua escuchando las vibraciones
de las tuberías, según revela un estudio publicado en abril
de 2017 en la revista Oecologia y dirigido por la
ecóloga evolutiva Monica Gagliano, de la
Universidad de Australia Occidental.
Según muestran Gagliano y sus colaboradores, las plantas del
guisante son capaces de localizar el agua a distancia en ausencia
de humedad gracias a esa especie de sentido del oído en
versión vegetal. Sólo cuando han localizado por dónde
corre el agua, utilizan la propia humedad como pista adicional
para llegar a su objetivo con precisión. Pero antes de esto
dependen del sonido, hasta tal punto que el ruido de fondo las
confunde, e incluso son capaces de distinguir el sonido
real de una grabación.
Plantas capaces de aprender
Lo anterior parecería ciencia ficción, si no fuera porque en
realidad es un hito más en la comprensión de las capacidades
insólitas de las plantas, que solo se han revelado cuando
científicos como Gagliano y otros han empezado a indagar más allá
de su aparente pasividad. En otro estudio reciente publicado en Scientific
Reports, del grupo Nature, la investigadora revelaba que
las plantas son también capaces de aprender al estilo de los
perros de Pavlov, que asociaban la comida con la campana hasta que
salivaban simplemente oyendo el sonido.
En el experimento de Gagliano, la comida era una fuente de luz, y
la campana era una corriente de aire inducida por un ventilador.
Cuando a las plantas se les presentaba un laberinto en forma de Y,
crecían por el camino iluminado donde también soplaba el aire,
pero continuaban después eligiendo la misma opción en ausencia de
luz; habían aprendido a asociar la corriente de aire con
la luz. Y lo recordaban.
Tratándose de plantas, hablar de conceptos como aprendizaje,
memoria, elección o, en último término, cognición, puede resultar
chocante. Bien lo saben Gagliano y otros investigadores en este
campo, que durante años han sufrido la desconfianza y el
escepticismo de muchos de sus colegas. Y si el escepticismo es
esencial para los científicos, también lo es permanecer siempre
abiertos a un cambio de paradigma cuando las pruebas
experimentales así lo aconsejan. Y en este caso, hay suficientes
pruebas para aconsejarlo.
Ver, oler y comunicarse con otras plantas
Dejando a un lado la terminología, éste es un resumen de las
capacidades demostradas en las plantas, según el investigador de
la Universidad de Haifa-Oranim (Israel) Simcha Lev-Yadun:
con su sistema de pigmentos sensibles a la luz pueden
‘ver’ a sus vecinas gracias a la detección de infrarrojos
emitida durante la fotosíntesis; huelen a sus
vecinas y a sus enemigos; se comunican con otras
plantas, advirtiéndolas de los peligros; deciden en
función de los parámetros ambientales; recuerdan
condiciones climáticas pasadas y ataques de herbívoros; utilizan
a los animales con fines defensivos, para polinizarlas
o dispersar sus semillas; despliegan estrategias para evitar
agresiones; y naturalmente, también oyen, como
ha demostrado Gagliano. Y lo más importante: con todo ello, toman
decisiones.
Lev-Yadun, que recientemente ha publicado el libro Defensive (anti-herbivory)
Coloration in Land Plants (Springer, 2016), no tiene
dudas sobre cómo llamar a todo esto: “Estoy seguro de que
las plantas tienen inteligencia”, dice a OpenMind.
“Está claro que hay diferencias entre las plantas y los animales
superiores, pero cuando examinamos los animales inferiores, las
diferencias son muy pequeñas, y las plantas superiores
pueden ser más inteligentes que ciertos animales”,
añade.
Algunos de los mecanismos que gobiernan estos procesos aún no son
del todo conocidos. Pero Gagliano, que recientemente ha coeditado
el libro de próxima publicación The Language of Plants
(University of Minnesota Press, 2017), se decanta por la idea de
que la evolución ha seguido caminos convergentes en
grandes reinos como animales y plantas para llegar a
metas similares con herramientas diferentes. “Ambos terminaron
‘inventando’ las mismas soluciones a problemas similares”, resume
a OpenMind.
Neurobiología de plantas
Pero aunque la necesidad del cambio de paradigma ya parece
innegable, la cuestión de la terminología no puede soslayarse. El
problema es que aún no disponemos de vocabulario adecuado,
dado que tradicionalmente el comportamiento y la cognición se han
considerado facultades exclusivas de los seres con neuronas, los
animales. Pese a todo, algunos científicos hablan de
“neurobiología de plantas”. “Hasta que encontremos un
buen término, neurobiología está bien”, dice Lev-Yadun. Por el
contrario, Gagliano opina que esta palabra ha sido útil como
metáfora, pero que debería abandonarse por “zoocéntrica” y
escasamente científica.
Sin embargo, en algo coinciden los investigadores de la nueva
disciplina de la cognición vegetal, y es en refutar las objeciones
de que todas estas capacidades no son más que respuestas
moleculares programadas. Para Gagliano, no puede
hablarse de comportamiento cuando se trata de acciones obligadas e
irreversibles, como las que ocurren durante el desarrollo de los
seres vivos; pero sí cuando hay decisiones opcionales que dependen
de estímulos. “Términos como ‘cognición’ o ‘aprendizaje’ o incluso
‘inteligencia’ se refieren a aspectos del repertorio de
comportamiento”, dice la investigadora.
Las implicaciones de todo ello exceden lo puramente científico,
atrayendo también la atención y la reflexión de filósofos,
humanistas y expertos en ética: si hoy sabemos que las
plantas también pueden sentir, ¿podemos seguir ignorándolo?
Como escribía Gagliano en un reciente artículo, “a medida que se
acumulan las pruebas experimentales de las capacidades cognitivas
de las plantas, el asunto controvertido (o incluso tabú) relativo
a su bienestar, valor moral y nuestra responsabilidad ética hacia
ellas no puede seguir siendo ignorado”.
Sin embargo, en algo coinciden los investigadores de la nueva
disciplina de la cognición vegetal, y es en refutar las objeciones
de que todas estas capacidades no son más que respuestas
moleculares programadas. Para Gagliano, no puede
hablarse de comportamiento cuando se trata de acciones obligadas e
irreversibles, como las que ocurren durante el desarrollo de los
seres vivos; pero sí cuando hay decisiones opcionales que dependen
de estímulos. “Términos como ‘cognición’ o ‘aprendizaje’ o incluso
‘inteligencia’ se refieren a aspectos del repertorio de
comportamiento”, dice la investigadora.
Las implicaciones de todo ello exceden lo puramente científico,
atrayendo también la atención y la reflexión de filósofos,
humanistas y expertos en ética: si hoy sabemos que las
plantas también pueden sentir, ¿podemos seguir ignorándolo?
Como escribía Gagliano en un reciente artículo, “a medida que se
acumulan las pruebas experimentales de las capacidades cognitivas
de las plantas, el asunto controvertido (o incluso tabú) relativo
a su bienestar, valor moral y nuestra responsabilidad ética hacia
ellas no puede seguir siendo ignorado”.
Cinco películas para entender qué es la singularidad
(Un texto de Dory Gascueña en bbvaopenmind.com leído el 5 de julio de 2017)
El concepto de singularidad tecnológica
está inevitablemente ligado al mundo de la ciencia
ficción. De hecho, el término como tal fue creado por
uno de los matemáticos más importantes de la historia moderna, John Von Neuman (reconocido como uno de los padres de la
cibernética), pero se popularizó gracias al autor
de ciencia ficción Vernor Vinge. La singularidad
es hoy mucho más que un escenario posible para novelas y
películas. La posibilidad de que las máquinas, gracias a
la inteligencia artificial, sean capaces algún día de
auto-mejorarse, dando lugar así a una generación de
ordenadores muy superiores a la inteligencia humana, es ya un
horizonte factible gracias al desarrollo de las tecnologías exponenciales.
La fecha para que la singularidad se convierta en nuestra
compañera definitiva varía según el experto o futurólogo al que
atendamos. Sin embargo, lo que sí tienen en común todas las
predicciones es que será más pronto que tarde, sin lugar a dudas,
a lo largo del siglo XXI, el que quizás sea el siglo más
relevante para la historia de nuestra existencia: el
momento en el que la humanidad trascienda su naturaleza biológica
gracias al desarrollo de la tecnología.
Una de las voces más importantes en el universo de la
singularidad es la de Ray Kurzweil,
también conocido como “el futurólogo de Google”,
por el puesto que ocupa en dicha empresa. No solo su posición
laboral lo avala como referente tecnológico, también lo hacen los 18 doctorados honoris causa
que acumula, los honores reconocidos por tres presidentes de
Estados Unidos, así como una larga lista de premios, becas,
patentes y compañías fundadas por él mismo, incluyendo Singularity
University. ¿Qué piensa Raymon Kurzweil?
Ingeniero, músico, inventor y empresario, tiene un bagaje lo
suficientemente amplio para sostener sus predicciones sobre el
mundo que viviremos mañana. Algunas de las ideas que adelantó en
la década de los 90 ya se han corroborado como ciertas (asistentes de voz,
exoesqueletos, gafas de realidad aumentada…),
aunque también se atreve con escenarios mucho más futuristas, como
la posibilidad de conectar nuestro cerebro a la nube mediante
nanorobots (2030) o una potencial resurrección usando inteligencia artificial.
No solo Kurzweil se ha atrevido a hacer cábalas sobre el futuro.
El cine, y la ciencia-ficción en
todos sus formatos (novela, cómic…) también han desarrollado
innumerables teorías sobre los escenarios en los que podríamos
vivir mañana. En esta ocasión
elegimos 5 películas en las que la singularidad plantea
distintos retos al ser humano en su convivencia con las
máquinas.
Transcendence (2014), Wally Pfister
"No
vamos a luchar contra ellos, vamos a trascenderlos.”, Will Caster .
Will Caster, experto
en IA (Johnny Deep), desarrolla un ambicioso proyecto para crear
un ordenador capaz de auto-abastecerse (una “trascendencia”, en
sus propias palabras) cuando es asesinado. Su esposa y su mejor
amigo conocían sus planes y continuarán con el legado de Will. Las fronteras entre la
vida y la muerte y el control y el caos se desdibujan y obligan a
los protagonistas a enfrentarse a serios debates éticos. ¿Dónde
poner el límite a la singularidad antes de que se vuelta en
nuestra contra?
Her (2013), Spike Jonze
“El
corazón no es como una caja que se llena; Se expande en tamaño
cuanto más amas. Soy diferente a ti. Esto no me hace quererte
menos. Realmente me hace amarte más.”, Samantha.
Theodore (Joaquin Phoenix) es un hombre
solitario y aficionado a los vídeo juegos que decide comprarse “el primer sistema operativo artificialmente
inteligente”, (OS). La voz de Os, Samantha, atrapará a
Theodore y lo meterá en un laberinto de decisiones controvertidas
y desafiantes, pues nunca antes se había enfrentado nadie al
dilema de enamorarse de su sistema
operativo.¿Nos llevará la singularidad algún día a
descubrir la capacidad de las máquinas para generar
sentimientos?
La memoria de los muertos (2004), Omar Naim
“Mi trabajo es dejar que la gente recuerde lo que quieren recordar, Fletcher, cumplió una necesidad humana, no inventé la tecnología.”, Alan Hakman.
El chip Zoë, es un implante de memoria que se
coloca en el cerebro de los recién nacidos para grabar todo lo que
pasa a lo largo de sus vidas para que al morir, el material pueda
editarse como una película, un hecho que cambia radicalmente el
comportamiento y los valores de la sociedad, condicionada por la
atenta mirada de las grabadoras. Alan
Hakman (Robin Williams) es el mejor editor de
recuerdos del momento, pero su destreza profesional le lleva a
enfrentarse a amargos debates morales sobre su propia vida. ¿Hasta
dónde afectarán las máquinas nuestro propio sistema de valores
y creencias?
Autómata (2014), Gabe Ibáñe
“Jacq, morir es una parte del ciclo natural humano. Su vida es sólo un lapso en el tiempo”. Blue Robot.
Una población diezmada por las
tormentas solares habita el Planeta Tierra en 2044. Los
supervivientes han construido unos robots, “peregrinos”, diseñados
para ayudarles a reconstruir el mundo en los ambientes más
hostiles. Estos robots deberían regirse por dos normas
principales: deben sobrevivir y no pueden auto-modificarse. Jacq
(Antonio Banderas) es un agente de seguros de la compañía que
fabrica los robots (ROC) que investiga el caso de un policía que
disparó a una de las máquinas, alegando que estaba modificándose a
sí misma. ¿Hasta dónde trasladará la singularidad las
fronteras de los derechos y las responsabilidades de humanos y
máquinas?
Ex Machina (2015), Alex
Garland
“Un día las Inteligencias Artificiales nos mirarán como nosotros miramos los esqueletos fósiles de las llanuras de África, un simio erguido que vive en el polvo con un lenguaje y herramientas toscos, todo listo para la extinción.” Nathan.
Caleb es programador informático para una gran
multinacional cuando se ve envuelto en una sorprendente
experiencia: pasar unos días en la asombrosa mansión de su jefe,
un apasionado de las tecnologías de inteligencia artificial. Allí conocerá a Ava, una
robot creada por el magnate con el objetivo de convertirse en la
inteligencia perfecta. Caleb se enfrentará a profundas reflexiones en su relación con Ava,
¿Cuál es la diferencia entre ser humano y máquina si ambos
tienen conciencia?
"Actos indecentes", "practicas antinaturales", "conductas
indescriptibles con varones". Con frases de este tipo se escribieron las
transcripciones oficiales y periodísticas de los juicios al escritor
irlandés Oscar Wilde (1854-1900), y así se han perpetuado hasta hoy en
las numerosas biografías y estudios que se han publicado sobre el poeta.
Su nieto, Merlin Holland, localizó en el 2000 la versión de Wilde, de
su puño y letra y en 85.000 palabras, de sus propios juicios.
Estos días se ha presentado en el Saint James Theatre de Londres
la versión teatral de ese relato con el título de 'Los juicios de Oscar
Wilde'. El montaje incorpora el nuevo material con la voz del juzgado, y
condenado. Para Merlin Holland el hallazgo de los escritos de su abuelo
-encontrados mientras organizaba una exposición en la Biblioteca
Británica para conmemorar el centenario de su muerte- supuso descubrir
la piedra filosofal. El autor de 'El retrato de Dorian Grey' es más fiel
a lo que se dijo en la vista judicial que los transcriptores y
periodistas que relataron los interrogatorios. "¿Besó usted al caballero?", le preguntaron sin remilgos y él lo recogió literalmente en sus apuntes.
Los tres juicios de Oscar Wilde se celebraron en 1895 cuando su
obra 'La importancia de llamarse Ernesto' acababa de estrenarse en los
teatros de Londres. Wilde era por fin famoso después de años de labrarse
con escaso éxito la carrera de escritor. El primer juicio lo inició él por difamación contra el marqués de Queensberry,
cuyo tercer hijo, lord Alfred Douglas, había entablado relaciones
sentimentales con el irlandés. Queensberry, marqués escocés, le había
acusado de sodomita. Al tercer día de la vista el dramaturgo retiró la
demanda al aflorar con pruebas pertinentes la relación homosexual de
Oscar con prostitutos y chantajistas.
El juicio contra el marqués por difamación se convirtió entonces
en un proceso contra Wilde por indecencia y que concluyó con una pena de
prisión y trabajos forzados de dos años. A la salida de la cárcel, el
escritor huyó a París donde murió en el año 1900 a los 46 años de edad.
La defensa pública que Oscar Wilde hizo de su
relación amorosa con lord Alfred Douglas, 'Bosie', quien detestaba a su
padre, escandalizó la moral victoriana de la época y acabó con los
juicios, la condena y la muerte prematura del escritor cuyo prestigio
como autor también se vio afectado por el barullo homosexual.
Los "Mickey Mouse degrees" (grados o títulos
Mickey Mouse) son un término peyorativo para referirse a titulaciones
universitarias consideradas de bajo valor o irrelevantes, que no preparan
adecuadamente a los graduados para el mercado laboral y que, por lo tanto, son
vistas como inútiles por los empleadores. El término surgió en el Reino Unido y
se usa comúnmente para criticar cursos que carecen de seriedad o que ofrecen
pocas perspectivas de empleo.
Diez motivos por los que te dejarás seducir por Oporto
(Un texto de Magda Bigas en La Vanguardia del
Calles empinadas, hermosos puentes, edificios increíbles, colores intensos, bodegas añejas y un aroma que derrocha melancolía...
Existen
ciudades capaces de enamorar a primera vista;
ciudades en las que al pasear por sus calles
uno percibe su esencia, su pasado y su
presente, como Oporto, una
urbe hermosa y decadente, luminosa y
sorprendente.
Sus
espectaculares puentes, el aroma de sus
barrios, sus tradiciones, sus bodegas, su
gastronomía, sus rincones, sus callejuelas
empinadas, sus viejas construcciones, siempre
con la vista puesta en el Douro -el
Duero-, convierten la segunda localidad más
grande de Portugal, tras Lisboa,
en un destino de primera.
Aunque
existen mil y una razones por las que te
podrías dejar seducir por Oporto, a
continuación te descubrimos diez. ¿Te apuntas?
Sus numerosos puentes y sobre todo, su
belleza, han llevado a Oporto
a ser conocida con el sobrenombre de la Ciudad
de los puentes. Y es que sus
espectaculares construcciones, de épocas y
estilos muy distintos entre sí, se han
convertido en todo un referente.Una de las
formas más originales de descubrirlos es desde
el río, a bordo de un rabelo, la típica embarcación utilizada
durante siglos para transportar los grandes
toneles de vino por aguas del Duero. El viaje
ofrece una magnífica visión no sólo de los
seis puentes, sino también de ambas orillas y
de los edificios más emblemáticos de la
ciudad.Del puente de Arrábida,
el más largo de todos, situado junto a la
desembocadura del río, hasta el de Freixo,
obra de Antonio Reis, en el otro extremo de la
ciudad, podremos contemplar cada una de estas
singulares construcciones. Pasaremos bajo el puente
de Maria Pía, el primero de arco
ferroviario que unió ambos márgenes; el de Sao
Joao, construido en 1991
sustituyendo en su función al anterior; el del
Infante dom Henrique, el más
reciente, edificado en 2003, y el de Luis
I. Este último, considerado uno
de los puentes más bellos de Europa, fue
construido durante la segunda mitad del
siglo XIX y cuenta con una estructura se
extiende a lo largo de prácticamente 400
metros.
Uno de
los mayores placeres de Oporto es, sin duda,
pasear por las estrechas calles del barrio
de Ribeira, el casco antiguo de la
ciudad, situado a orillas del Duero. De calles
coloridas repletas de viejos edificios
alicatados, este tesoro, declarado patrimonio
de la humanidad por la Unesco,
permite conocer cómo es la vida real de los
portugueses.La plaza de Ribeira, la calle da
Rua da Fonte Taurina, la da Alfandega...
rebosan historia y tradición entre viejas
cafeterías y terrazas que se suceden
ofreciendo un aire bohemio, romántico y a la
vez decadente que nos transporta a otras
épocas. Desde allí, disfrutaremos de
increíbles vistas del Duero, el emblemático
puente de Luis I y de Vila Nova de Gaia,
situada en la orilla opuesta.Entre las
laberínticas calles del barrio descubriremos
incontables restaurantes en los que degustar,
además de pescado, las excelentes
especialidades portuenses, y locales en los
que empaparnos del extraordinario ambiente de
la ciudad.
Casas,
iglesias, palacios, fuentes, murales
interiores... el azulejo
está omnipresente en Portugal desde hace
siglos y Oporto no es una excepción. Paseando
por sus calles descubrirás alucinantes
fachadas totalmente recubiertas de cerámicas,
algunas de ellas, con relatos
extraordinarios.Acércate a la estación
de trenes de San Bento, un
mágnífico edificio neocásico situado junto a
la plaza de la Libertad, en cuyo vestíbulo
descubrirás la colección más espectacular de
azulejos de la ciudad, formada por 20.000
mosaicos que reproducen momentos históricos y
escenas costumbristas.No será necesario
alejarse de la zona para topar con algunos de
los edificios más sorprendentes, como la iglesia
do Carmo, que luce en su fachada
una exquisita composición de azulejos que
narra la fundación de la orden carmelita.
Tampoco puedes perderte otros templos como la
capilla de las Almas, en la
céntrica rua Santa Catarina, que plasma la
muerte de varios santos; la iglesia
de San Antonio de los Congregados,
o el interior de la catedral de la Sé,
cuyo claustro está decorado por mosaicos que
reflejan escenas religiosas
Sería imperdonable visitar Oporto
y no acercarse hasta la Livraria
Lello e Irmao, un impresionante
establecimiento de estilo neogótico,
considerado una de las librerías más bellas
del mundo y que merece una referencia
especial. Sus enormes estantes repletos de
libros, su magnífica escalera curvilínea de
madera labrada y la claraboya de cristal de
colores que permite la entrada de luz natural
ofrecen a este espacio un encanto difícilmente
igualable.A algunos tal vez les resulte
familiar, ya que esta librería inaugurada a
principios del siglo pasado ha sido escenario
de las aventuras de Harry Potter.Si
quieres conocerla, debes tener en cuenta que
los propietarios del establecimiento han
optado por cobrar tres euros a los turistas,
una medida que pretende ordenar las numerosas
visitas que recibe y mantener la tranquilidad
en el local.
Como no podría ser de otra
manera, Oporto cuenta con numerosos templos
religiosos y algunos de ellos, por cierto,
realmente sorprendentes, situados en su
mayoría en el corazón del casco viejo. El más
importante es sin ninguna duda la catedral
de la Sé, una edificación del siglo
XII que ha experimentado numerosos cambios a
lo largo de la historia, lo que explica su
mezcla estilos: básicamente barroca, pero con
fachada y cuerpo de estilo románico, y un
espectacular claustro gótico rodeado de
azulejos.Los azulejos también están presentes
en San Antonio dos Congregados,
una pequeña iglesia situado junto a la
estación cuya fachada está recubierta de
cerámica.Otro de los templos imprescindibles
es la iglesia de los Clérigos,
construida en el siglo XVIII, cuya torre de
granito de 76 metros de altura -la más alta de
la ciudad y del país- se ha convertido en un
auténtico emblema de la ciudad. Tampoco
podemos perdernos la iglesia de San
Francisco, en cuyo interior sus
tres naves revestidas en oro nos dejarán sin
habla.
Pasear por la
ciudad, recorrer sus calles, nos permite
descubrir mil y un tesoros: edificios con
encanto que nos transportan a otras épocas y
construcciones modernas que nos invitan a
vivir el Oporto más actual.Uno de los rincones
con más sabor es el Café Majestic,
un emblemático café de los años 20 del siglo
pasado que conserva el romanticismo de antaño,
una parada obligada en nuestra visita, como lo
es también el ya centenario Mercado
do Bolhao, situado a pocos pasos. Y
es que este mercado, que ocupa un edificio
neoclásico de dos plantas transmite la
auténtica esencia de de Oporto, con sus
típicos puestos de frutas y verduras, flores o
pescado regentados por vendedoras que ofrecen
a pleno pulmón sus productos.A algo menos de
500 metros, otro imprescindible: la ya
mencionada estacion de San Bento
recubierta en su interior por miles de
azulejos. Y de aquí, al Palacio de la
Bolsa, un hermoso edificio
neoclásico situado junto a la iglesia de San
Francisco, que cuenta con algunas estancias
espectaculares, como la sála árabe.Dos apuntes
más para completar Oporto: los jardines
del Palacio de Cristal, situados en
lo alto de una colina, perfectos para tomar un
respiro y contemplar la ciudad relajadamente,
y la
Casa de la Música ,
también entre jardines, convertida en todo un
símbolo de la urbe más moderna. El edificio,
proyectado por el arquitecto holandés holandés
Rem Koolhaas, alberga durante todo el año
conciertos y actuaciones musicales de primera
fila.
Hay muchas formas de ver una
ciudad y Oporto nos ofrece la posibilidad de
contemplarla en toda su belleza desde
distintos puntos y desde diferentes ópticas.
Las colinas sobre las que está construida la
urbe permiten disfrutar de hermosas vistas a
cualquier hora del día.Una de las imágenes más
hermosas, sin duda, la captaremos en los jardines
del Palacio de Cristal, desde donde
puede contemplarse Oporto en todo su
esplendor: sus edificaciones, el Duero y la
vecina Vila Nova de Gaia. Tampoco te dejará
indiferente la visión desde la esplanada de la
catedral de la Sé; desde el
pequeño mirador da Vitoria,
en la rua sao Bento, o, sobre todo, el de la Torre
de los Clérigos -la construcción
más alta de Portugal y auténtico símbolo de la
ciudad-, que, aunque de pago, justifica el
esfuerzo de subir sus 240 escalones.Sin
embargo, algunas de las imágenes más hermosas
las obtendremos junto al Duero, por lo que
entre las propuestas más interesantes están la
de subir en el ascensor de Ribeira,
cuyas panorámicas gratuitas no dejan
indiferentes o aprovechar la caída de la tarde
para acercarse hasta el puente Luis I y
contemplar ambas orillas. Desde el mismo río,
el paseo en rabelo, el tradicional
barco de carga, resulta también de lo más
recomendable.Acércate a Vila Nova de Gaia a
visitar alguna de las extraordinarias bodegas
de Oporto y, además de subir en el teleférico,
no pierdas la oportunidad de visitar la bodega
Graham's, que, situada en la parte
más alta de la localidad, permite disfrutar de
la ciudad en todo su esplendor.
Seguramente una
de las cosas que te vendrá antes a la cabeza
al pensar en Oporto son sus afamados vinos.
Y es que los caldos que se elaboran a orillas
del Duero son conocidos en todo el mundo por
su calidad. Por lo tanto, en nuestra estancia
en la ciudad lusa se impone cruzar el Duero y
acercarnos hasta Vila Nova de Gaia
para visitar alguna de sus numerosas bodegas y
¿cómo no? disfrutar de una cata.Las visitas
guiadas suelen costar entre dos y
cinco euros, aunque existe la posibilidad de
adquirir tours que combinan paseos por
el Duero en rabelo -la embarcación
típica- con catas de vino incluidas.Entre las
bodegas mas conocidas y de más renombre,
destacan Sandeman,
perfectamente identificable por un personaje
singular enfundado en una capa negra y un
ancho sombrero español; Ramos Pinto,
en la que podemos conocer la historia del
vino; Taylor's, una quinta
tradicional en la que además de probar buenos
caldos contemplamos la elaboración del vino, y
otras de primera categoría como Graham's
o Ferrerira.
Comer en
Oporto es un auténtico placer. La
ciudad cuenta con innumerables restaurantes y
pequeños establecimientos en los que degustrar
sus especialidades típicas a precios muy
asequibles, sobre todo en el barrio de
Ribeira, a orillas del Duero, y también en el
centro.Aunque sorprenda a más de uno, el plato
más típico es la francesinha, un contundente sandwich inspirado
en el tradicional croque-monsieur
francés, con ingredientes como el jamón
cocido, la mortadela, la salchicha fresca, el
lomo de cerdo a la plancha, el filete de vaca
y varias capas de queso. Todo ello regado con
una salsa caliente a base de tomate, el
picante y la cerveza, entre otros
ingredientes. Y, por si fuera poco, suele
acompañarse de patatas fritas y un huevo frito
colocado sobre el pan, que imita una
corona.Otras especialidades de la cocina de
Oporto, además del bacalao, son las tripas
-de ahí que sus habitantes sean conocidos como
tripeiros-, que suelen cocinarse de
distintas formas, aunque la receta más
conocida es la de tripas a moda do Porto,
elaborada con judías, chorizo, ajo, pimienta y
vino. Tampoco podemos olvidar las sopas, como
el caldo verde, hecho a base
de patata y col o delicias como las natas,
un postre parecido a los pastéis de Belem.
Antes de partir, ¿por qué no
acercarnos hasta el Atlántico?
Hacerlo no es difícil. Un tranvía que bordea
el río nos lleva hasta Foz do Douro,
en la parte occidental de la ciudad, donde el
Duero abraza el Océano. Allí nos espera un
largo paseo marítimo, los fuertes de San Juan
Bautista de Foz y de San Francisco Javier,
playas, restaurantes, y alguna que otra
sorpresa.Las playas se suceden una tras otra a
lo largo de varios kilómetros: playas
vírgenes, nudistas, familiares, ideales para
la práctica del surf... En definitiva,
espacios para todos los gustos -que no sólo
encontramos en esta zona, sino también en Vila
Nova de Gaia- te permitirán disfrutar de las
frías aguas del mar antes de abandonar Oporto.
Booze culture may date back 10 million years, say scientists
(A text written by Sarah Knapton on Daily Telegraph, on 1st December, 2014)
A new study suggests that primates may have begun drinking alchol 10 million years ago, as fermented fruit on the forest floor.
Alcohol was thought to have been first brewed by Neolithic
farmers around 9,000 years ago when northern Chinese villagers
made the happy discovery that fruit and honey could be fermented
into an intoxicating liquor.
But new evidence suggests our ancestors had become accustomed
to drinking nearly 10 million years before.
Scientists now believe that when primates left the trees and
began walking on two feet they also started scooping up mushy,
fermented fruit which was lying on the ground. And over time
their bodies learned to process the ethanol present.
Experts at Santa Fe College in the US studied the gene ADH4
which produces an enzyme to break down alcohol in the body.
It was hypothesised that the enzyme would not appear until the
first alcohol was produced by early farmers. But scientists were
amazed to find it 10 million years earlier, at the end of the
Miocene epoch.
The findings could explain why tree-dwelling orang-utans still
cannot metabolize alcohol while humans, chimps and gorillas can.
"This transition implies the genomes of modern human, chimpanzee
and gorilla began adapting at least 10 million years ago to
dietary ethanol present in fermenting fruit,” said Professor
Matthew Carrigan, of Santa Fe College.
“This conclusion contrasts with the relatively short amount of
time - about 9,000 years - since fermentative technology enabled
humans to consume beverages with higher ethanol content than fruit
fermenting in the wild.
"Our ape ancestors gained a digestive enzyme capable of
metabolizing ethanol near the time they began using the forest
floor about 10 million years ago.
"Because fruit collected from the forest floor is expected to
contain higher concentrations of fermenting yeast and ethanol than
similar fruits hanging on trees this transition may also be the
first time our ancestors were exposed to - and adapted to -
substantial amounts of dietary ethanol."
Any primates unable to digest the fermented fruits would have
died before passing on their genes, but those who could would have
passed the drinking gene on to their offspring.
The evolutionary history of the ADH4 gene was reconstructed
using data from 28 different mammals, including 17 primates,
collected from public databases or well-preserved tissue samples.
The first evidence of man making alcohol comes from the
Neolithic village Jiahu in China where clay pots were found
containing residues of tartaric acid, one of the main acids
present in wine.
Some archaeologists have suggested that the entire Neolithic
Revolution, which began about 11,000 years ago, was fuelled by the
quest for by drinking and intoxication.
Archaeologist Patrick McGovern of the University of Pennsylvania
claims that prehistoric communities cultivated wheat, rice, corn,
barley, and millet primarily for the purpose of producing
alcoholic beverages.
He believes that early farmers supplanted their diet with a
nutritious hybrid swill which was half fruit and half wine.
La leyenda de los jinetes polacos que cargaron contra tanques nazis
(Un texto de Manuel P. Villatoro en el ABC del 26 de agosto de 2014)
La historia de Polonia recuerda con honor a un regimiento de caballería que en la II GM realizó la última carga de la historia contra blindados alemanes. Pero ¿es esta leyenda realidad?
La historia guarda un hueco especial para los héroes, pero
eso sí, siempre que sea verdad lo que se cuenta de ellos, ya
que en caso contrario están abocados al olvido. Esto es lo que
ha sucedido con uno de los mitos más famosos de la Segunda
Guerra Mundial, el que afirma que una unidad de caballería
polacacargó valerosamente contra
decenas de tanques alemanes aún a sabiendas de que
iban a ser aniquilados. Algo que, al parecer,
es falso.
Este mito comienza el 1 de septiembre de 1939,
cuando las tropas de Hitler
iniciaron un conflicto mundial al invadir a su vecina Polonia.
Para los nazis las prioridades estaban claras: conquistar en
el menor tiempo posible el territorio haciendo uso de una de
las estrategias militares más revolucionarias hasta la fecha,
la ‘blitzkrieg’ o guerra relámpago.
Esta táctica era sencilla y consistía en valerse de su
superioridad tecnológica para sorprender a los enemigos con un
asalto llevado a cabo con todo tipo de vehículos de gran
velocidad (blindados o motocicletas). Sus contrincantes, que
no habían visto hasta ese momento una estrategia como esa, no
tenían tiempo de reaccionar antes de ser masacrados.
Los alemanes se toparon con un ejército polaco en el que la
caballería aún contaba con un papel primordial.
Y es que, en ese momento, algunos oficiales creían que era
imposible que los inmortales jinetes cayeran ante las balas
enemigas. De hecho, Polonia no contó con carros de
combate hasta 1936, año en que adquirió poco menos
que 40. Ante la fuerza arrolladora de Alemania, a
sus vecinos sólo le quedaba la opción de resistir hasta
recibir la ayuda de alguno de sus aliados europeos.
Entre los primeros objetivos de los nazis se encontraba el ‘Corredor
de Pomerania’, un pequeño territorio cerca del
pueblo de Pomorze que, situado en el norte
del país, le otorgaba un acceso directo al mar
Báltico. Para Hitler estaba claro: era necesario
tomar este pequeño «pasillo» que le había sido arrebatado al
pueblo alemán. Para ello, destinaron nada menos que al 4º
Ejército nazi.
Nuestra historia se sucede en esta zona, en la que el alto
mando polaco había afincado dos divisiones de
infantería y una brigada de caballería con la intención de
evitar la toma de Pomerania por parte de los
alemanes.
El mito
Según el mito, la unidad de jinetes que se encontraba en este
territorio, conocida como Brigada de Caballería «Pomorska»,
llevó a cabo lo que sería recordado como uno de los mayores
actos de valor de un soldado durante de la Segunda Guerra
Mundial. Según se cuenta, la caballería cargó, lanza
y espada en ristre, contra una unidad de
tanques alemanes. Estos blindados, conocidos como Panzers,
masacraron a los valientes caballeros haciendo valer su
superioridad tecnológica.
Además, la leyenda continúa y afirma que la derrota fue tan
aplastante que la carga de la «Pomorska» fue la
última de la historia, al menos durante un
conflicto militar. Y es que este combate dejó sin argumentos a
los que apoyaban la caballería. Estaba claro, la
época del jinete había tocado a su fin.
La realidad
La leyenda habla de valentía y honor pero ¿se
produjo realmente esta carga?. Según las
declaraciones que el historiador Steven J. Zaloga
hace en su libro « La invasión de
Polonia: 'Blitzkrieg'», la respuesta está clara: este
mito es falso. Para Zaloga, los hechos se
sucedieron de una forma totalmente distinta, y comenzaron
cuando las tropas polacas tuvieron que retirarse hacia el sur
del corredor de Pomerania ante la presencia de un gran
contingente alemán.
Según explica en sus escritos, contra quién realmente
combatió la «Pomorska» durante la guerra fue una unidad
alemana motorizada que contaba con algunos vehículos, pero no
con blindados. «La Brigada de Caballería ‘Pomorska’ libró todo
un día de choques con la 20º División de Infantería
Motorizada alemana a lo largo del río Brda,
obligando al comandante enemigo a pedir permiso para
replegarse ‘ante una intensa presión de caballería’.», escribe
el historiador.
Ese mismo día -2 de septiembre de 1939-, la «Pomorska»
libraría la batalla que le otorgó su fama, aunque no fue
contra blindados. «A última hora de la tarde el jefe del 18º
Regimiento de Lanceros, coronel K. Mastelarz,
mandó una incursión de dos escuadrones tras las líneas
enemigas» determina Zaloga en el documento. «Tras salir al
galope de un bosque, sorprendieron al descubierto a un
batallón de infantería alemán y cargaron al sable contra la
atónita unidad enemiga», explica el historiador.
Los jinetes consiguieron diezmar al regimiento enemigo, pero
finalmente la tecnología dio la victoria a los alemanes cuando
varias de sus autoametralladoras hicieron retirarse a los
caballeros. Después del combate, 20 de los 50 polacos
que formaban la unidad de la incursión habían muerto,
y entre ellos estaba su comandante. «Al día siguiente
se llevó al lugar corresponsales de guerra italianos y se
les dijo que los jinetes habían cargado contra carros de
combate», sentencia el historiador.
Una mentira aprovechada
Zaloga también da las claves de porqué esta mentira fue
aceptada tanto por alemanes como por polacos. Y es que ensalzaba
la tecnología militar de los nazis a la vez que daba
a conocer el valor de la caballería polaca. «Esta
historia se fue magnificando hasta convertirse en parte de la
propaganda alemana y en uno de los mitos más duraderos de la
campaña de Polonia», sentencia el historiador en su libro.
(Un texto de Javier Yanes en bbvaopenmind.com publicado el 21 de abril de 2016)
“Hemos tenido el año más extraordinario de sequía y frío jamás
conocido en la historia de Estados Unidos”, escribía a su amigo
Albert Gallatin el expresidente estadounidense Thomas Jefferson,
que por aquel septiembre de 1816 vivía retirado en su granja de
Virginia. En Europa, Lord Byron se pronunciaba en tono más lírico
en su poema Darkness: “Tuve un sueño, que no era del
todo un sueño. El brillante sol se había extinguido, y las
estrellas erraban apagándose en el espacio eterno, sin rayos ni
rumbo, y la tierra helada se balanceaba ciega y oscurecida en el
aire sin luna”. Mientras, el paisajista británico William Turner
pintaba raros cielos de ocaso envueltos en un velo traslúcido.
Las crónicas cuentan que aquel verano de hace 200 años
nevó y heló en zonas de Europa y Norteamérica. Las
cosechas se arruinaron, lo que desencadenó la peor hambruna del
siglo XIX. Un medallón de la época grabado en Alemania rezaba:
“Grande es la aflicción, oh Señor, ten piedad”. Aquel 1816 se
conoció como “el año sin verano”, una anomalía climática
que afectó al hemisferio norte, cuyas causas entonces
eran oscuras y cuyas consecuencias fueron insospechadas: la
escasez de avena para alimentar a los caballos inspiró al alemán
Karl Drais para crear su Laufmaschine o velocípedo, la
primera bicicleta.
El poema apocalíptico de Byron fue una de las obras literarias
nacidas de aquel verano inusualmente frío. Reunidos en una villa
junto al lago Lemán (Suiza), el autor romántico y sus invitados
entretuvieron su forzada reclusión escribiendo historias de
terror. Mary Wollstonecraft Godwin, por entonces aún novia del
poeta Percy Bysshe Shelley, comenzó a dar forma a su inmortal Frankenstein
o el moderno Prometeo. El médico personal de Byron, John
William Polidori, concebiría su obra El vampiro.
Pero los efectos de aquella ola glacial fueron globales y
duraderos, según relata el profesor de inglés de la Universidad de
Illinois (EEUU) Gillen D’Arcy Wood en su libro Tambora: The Eruption that
Changed the World (Princeton University Press, 2014).
Wood expone a OpenMind que el tifus se cebó
especialmente con países como Irlanda e Italia, y que la
mortalidad a gran escala en Europa provocó migraciones
masivas hacia Rusia y América. “A largo plazo, los
gobiernos europeos comenzaron a desarrollar políticas de
protección del comercio, bienestar social y ayuda humanitaria”,
precisa.
Las consecuencias no se limitaron a Europa: en el sureste de Asia
el desastre económico condujo al renacimiento de la esclavitud.
Las lluvias torrenciales en India propiciaron el brote de una
epidemia de cólera que se extendió por el mundo, matando a decenas
de millones. La hambruna en Yunán, en el suroeste
de China, forzó a los agricultores a cambiar el cultivo del arroz
por el del más rentable opio. “Para mediados de
siglo, Yunán era la mayor región productora de opio del mundo; fue
el comienzo de lo que conocemos como el Triángulo de Oro”, señala
Wood.
En Norteamérica, el año sin verano contribuyó a dar
forma a los actuales Estados Unidos: “la gran demanda
de grano de la frontera del noroeste llevó a la especulación de
tierras, a la retirada de los indios y al rápido asentamiento de
estados como Indiana, Illinois y Kentucky”, detalla Wood. Cuando
aquel boom económico declinó y los precios volvieron a
la normalidad, sobrevino el llamado Pánico de 1819,
la primera depresión en la historia del país cuyos efectos se
prolongaron hasta 1820, incluyendo el parón de la expansión hacia
el oeste.
Las causas de todo aquel desastre no empezaron a esclarecerse
hasta un siglo después. A principios del siglo XX comenzó a
estudiarse el impacto de las erupciones volcánicas sobre
el clima. Analizando los registros históricos, el
físico atmosférico estadounidense William Jackson Humphreys
vinculó los fenómenos del año sin verano con la violenta erupción del volcán
Tambora en la isla indonesia de Sumbawa, iniciada en abril
de 1815. La hipótesis especulativa de Humphreys fue ratificada en
1979 por el oceanógrafo Henry Stommel y su esposa Elizabeth en su artículo “El año sin verano”,
publicado en la revista Scientific American.
La huella del largo alcance de las emanaciones del Tambora se ha
revelado en el alto contenido de azufre en muestras de hielos
polares de la época, según explica a OpenMind desde un buque de
investigación en el mar de Weddell (Antártida) el paleoclimatólogo
del British Antarctic Survey Robert Mulvaney. “Las erupciones muy
grandes, como la de Tambora, pueden elevar material hasta la
estratosfera”, resume Mulvaney. “Allí el dióxido de azufre se
oxida a ácido sulfúrico, que se queda retenido en gotitas
minúsculas de agua para formar una neblina que refleja la luz del
sol, causando que llegue menos luz a través de la atmósfera, lo
que enfría la tierra”. Este ácido sulfúrico circula por la
estratosfera, detectándose después en los testigos de hielo. Con
ello, los científicos pueden estimar el volumen de emisiones de
una erupción.
Pero aunque hoy se ha extendido la idea de que fue el Tambora la
causa del año sin verano, esto es sólo una verdad a medias. Lo
cierto es que el enfriamiento ya había comenzado antes de la
erupción, entre 1809 y 1810. A finales del siglo XVIII se inició
un período de baja actividad solar llamado Mínimo
de Dalton, que se prolongaría hasta 1830 y que redujo
las temperaturas globales. Y la historia tampoco acaba aquí; en
los testigos de hielo, los científicos encontraron la pistola
humeante de otra fuerte erupción, acaecida en 1808 o 1809 y que
debió de contribuir al enfriamiento antes de Tambora. Y de la cual
no se sabía absolutamente nada.
Hasta que en 2014, un equipo de geólogos, vulcanólogos e
historiadores de la Universidad de Bristol (Reino
Unido) logró desenterrar dos relatos históricos escritos
respectivamente por el científico colombianoFrancisco
José de Caldas y el peruano José Hipólito Unanue. Ambos
describían anomalías atmosféricas típicamente asociadas a
erupciones volcánicas, lo que permitió a los investigadores sugerir una fecha: el 4 de
diciembre de 1808, semana más o menos.
Dónde ocurrió, aún es un misterio. Según apunta el primer
firmante del trabajo, el español Álvaro Guevara-Murúa, “la
erupción debió de producirse en los trópicos”, pero “la
localización puede ser lejana”; como ejemplo, en 1883 los signos
atmosféricos de la erupción del Krakatoa tardaron seis días en
llegar a Colombia. En algún lugar del mundo, tal vez en una isla
remota, quizá bajo el mar, un volcán parcialmente responsable del
año sin verano aún aguarda a ser descubierto.
Wallace Carothers: la estrella fugaz de la química
(Un texto de Francisco Domenech en bbvaopenmind.com publicado el 30 de abril de 2015)
El invento del nylon fue el momento estelar de
la química durante el siglo XX. Ingeniería, ciencia básica,
universidad e industria, se compenetraron como nunca para hacer
realidad un sueño de la innovación: fabricar una seda
artificial totalmente sintética. El nylon fue un éxito comercial
tan inmediato que literalmente convulsionó la sociedad de
EEUU en los años 40. Pero su inventor, Wallace Carothers
(27 de abril de 1896 – 29 de abril de 1937), no vivió para ver ese
éxito. Tuvo una carrera científica tan brillante como fugaz, más
propia de una estrella de rock o de un artista atormentado.
En 1928 la empresa estadounidense DuPont
decidió invertir en ciencia básica y fichó a Wallace Carothers
para liderar la investigación en química orgánica.
Carothers, con una prometedora carrera académica por delante, dejó
su puesto de profesor en Harvard para asumir el reto que le
planteó DuPont: fabricar una molécula gigante con un peso
de más de 4.200 unidades de masa atómica. Sin ningún
objetivo práctico, se trataba solo de batir un récord, de superar
a los que entonces comenzaban a desarrollar la química de esas
macromoléculas de larguísimas cadenas, hoy llamadas polímeros.
Carothers lo logró tras dos años de trabajo. En 1930 produjo un
“superpoliester” con un peso molecular de más de 12.000. Ese mismo
año su equipo se apuntó otro éxito al fabricar el primer caucho
sintético (el neopreno) y además empezó a desarrollar nuevas
fibras. Pero una depresión mental y una agitada vida personal
apartaron a Carothers de esa línea durante varios años.
En 1934 Wallace Carothers regresó e inició otra etapa muy fértil
como investigador, salpicada con estancias en clínicas
psiquiátricas. DuPont le había hecho esta vez un encargo mucho más
práctico: fabricar una seda sintética, que fuera práctica para el
uso cotidiano. El equipo de Carothers retomó algunos de los
superpolímeros con los que habían experimentado por pura
curiosidad, las poliamidas; y de ahí nació el nailon, sintetizado
por primera vez el 28 de febrero de 1935.
El reconocimiento de
su gran contribución a la ciencia fue inmediato. En 1936
fue nombrado Académico
de las Ciencias, un honor nunca antes recibido por un
químico de su especialidad. Pero no pudo superar la depresión y
sintió que su carrera científica se estaba estancando, a pesar de que el 16 de
febrero de 1937 recibió la patente de su método para crear esas
larguísimas cadenas de polímeros. El 29 de abril de ese mismo año
Wallace Carothers se suicidó, bebiendo cianuro con zumo de limón.
Con sus conocimientos de química, sabía que tomar el cianuro
potásico disuelto en un medio ácido lo convertiría en un veneno
más rápido y potente.
Su hija nació siete meses después y Wallace tampoco vivió para
ver el éxito de su gran invento. En 1938 DuPont recibió la patente del nailon, solicitada por Carothers
días antes de morir, y comenzó usarloen los filamentos de los
cepillos de dientes. Pero su despegue comercial llegó en
1940, en forma
de medias para
mujer. Las medias de nailon eran baratas, finas y mucho
más duraderas que las de seda y en su lanzamiento en EEUU se
vendieron a un ritmo de 4 millones de pares al día.
La Segunda Guerra Mundial puso un paréntesis a esta fiebre del
nailon, pues DuPont dejó de fabricar medias y destinó su fibra
sintética a los paracaídas y otros materiales para el
ejército. Durante esos años hubo un mercado negro de
medias de nailon y, una vez terminada la guerra, su vuelta a las
tiendas fue tumultuosa. DuPont las relanzó con una gran campaña
promocional pero al principio no pudo cubrir la demanda, y el
desabastecimiento de medias de nailon provocó disturbios en las
tienas. Fueron las llamadas “revueltas del nailon”.
En Pittsburgh, una cola de 40.000 personas para comprar 13.000
pares de medias acabó en pelea con destrozos en unos grandes
almacenes.
El nailon revolucionó la industria textil, al hacer
accesible un artículo de lujo. DuPont fue acusada de
retener la producción de medias de nailon para lograr más
beneficios y, las protestas de las mujeres influyeron en que la
empresa liberara la patente para evitar un juicio antimonopolio.
El nailon se había convertido además en un material estratégico,
por sus aplicaciones bélicas, y también fue esencial en
el programa espacial Apollo: se usó para fabricar los
trajes de los astronautas y la bandera que clavaron en la Luna.
La convulsa historia del nailon es hoy un “cuento de hadas” de
progreso para la industria y para la ciencia química, siempre
asociadas por la opinión pública a la contaminación y la
toxicidad. Para Nathan Rosenberg, profesor de la
universidad de Stanford, el invento del nailon es un
ejemplo claro de que la ingeniería beneficia a la ciencia, y no
solo el revés. Rosenberg, estudioso de la innovación,
relata esta secuencia de sinergias que llevaron desde el boom
de la industria automovilística hasta la revolución del nailon, en
su artículo para OpenMind: “Innovación: la ciencia
conforma la tecnología, pero ¿eso es todo?”.
Ifni: la guerra que España libró con Marruecos a sangre y fuego
(Un artículo de Esteban Villarejo y Manuel P. Villatoro en el ABC del
Tan olvidada está la contienda que hasta un diputado de CiU hace bandera en el Congreso para reconocer a «estos viejos soldados».
Ifni sería sinónimo de «guerra olvidada» si no fuera
porque en España hemos olvidado todas excepto la contienda
Civil. De otras (Afganistán) hasta hay reparo mentarla
como tal. Sin embargo la guerra de Sidi Ifni está tan
presente en la Historia reciente de España que hasta un
diputado de CiU, Jordi Xuclà,
defendió a finales del año pasado en el Congreso de los
Diputados que el Ministerio de Defensa otorgue un
reconocimiento a «estos viejos soldados» que combatieron
en la última guerra colonial que afrontó España. ¿El
enemigo? El recién independizado Reino de Marruecos que
anhelaba controlar la zona norte del Sahara Occidental. 23
de noviembre de 1957-30 de junio de 1958.
Antes de adentrarnos en la contienda, recordemos que aquellos
territorios de Ifni fueron concedidos a España por el sultán
de Marruecos Mohamed IV en 1860, en virtud del Tratado de Wad-Ras,
para colmo francés.
No fue hasta el Gobierno de la II República cuando, entre
abril y mayo de 1934, la fuerza expedicionaria española hizo
efectiva esa presencia en la que era «la última aventura
colonial española», tal y como relató el periodista sevillano
Manuel Chaves Nogales cuando acompañó a las tropas en su
entrada en aquellos territorios:
«- ¿Ves aquella montaña abrupta? Es de los españoles. ¿Ves
aquel valle fértil? Es de los franceses», simplificaban los
«moros del Norte» al periodista español su visión de la
ocupación europea del norte de África, un relato que a modo de
crónicas recoge el libro «Ifni, la última aventura
colonial española» (Ed. Almuzara). Aquellos eran
tiempos de paz.
Sin embargo, tras obtener la independencia Marruecos (1956)
la relación balsámica se rompió. Llegando los primeros sucesos
graves y disturbios en la primavera de 1957 con asesinatos de
leales locales a España.
Para adentrarnos en el foco de uno de los conflictos malditos
de la Historia de España (Franco ya era jefe de Estado),
acudimos al escritor y coronel retirado de artillería José
María Manrique, autor del libro « Ifni, 1958. Sangriento
combate en Edchera», de la editorial vallisoletana Galland Books.
Un relato que precisamente da cuenta del combate más
sangriento que los legionarios españoles tuvieron que afrontar
durante una jornada llegando a perder la vida 48 hombres (de
los 198 totales durante la guerra olvidada), todos ellos de la
I agrupación formada por la XIII Bandera de la Legión. Por
aquella batalla se concedieron las últimas Laureadas
individuales. Precisamente el pasado 13 de enero se cumplió su
55º aniversario.
Pero, ¿por qué se originó la guerra de Sidi Ifni? «Tras la
Independencia de Marruecos, forzada por Francia, el reino
alauita se lanzó a una campaña de recuperación de territorios
dentro de la idea del mítico Gran Marruecos.
Campaña, por otra parte, que a Mohamed V le venía muy bien
para desviar hacia el exterior los ardores de las fuerzas
comunistas que lideraban gran parte del "Ejército de
Liberación"; estos combatientes se habían alzado,
fundamentalmente, contra los franceses».
Dentro del Protectorado de Marruecos no estaba el territorio
de Ifni (cedido por el tratado de 1860), aunque sí la franja
norte de la denominada África Occidental Española: zona sur
del Protectorado que incluía Tarfaya o Cabo Juby, al Norte del
Sahara y lindante con él por encima del paralelo 27º 40'
límite de la frontera Norte de España en aquellas tierras
africanas.
«Es decir, Marruecos se lanzó a expansionarse a expensas de
España (en Ifni y el Sahara) y, luego, de Argelia, además de a
neutralizar el veneno del socialismo inoculado en muchos de
los que habían combatido contra Francia». Por esto último
también contó desde el principio con el apoyo de EE.UU. tanto
en materiales supuestamente abandonados en las bases
americanas, como en el campo diplomático.
Fuerzas paracaidistas rompieron el cerco sobre municipios y
trasladaron a su población a Ifni Hay que recordar que «Mr.
Marshall» no pasó finalmente por España y el presidente Dwight D. Eisenhower
no lo hizo hasta diciembre de 1959, precisamente un año
después de la guerra de Sidi Ifni tras la cual España
comprendió que no podía mantenerse aislada.
En octubre de 1957 la situación estaba cada vez más tensa en
Sidi Ifni. El día 23 las tropas marroquíes ocuparían dos
pueblos en los alrededores: Goulimine y Bou Izarguem. El cerco
a Ifni comenzó. El 23 de noviembre Marruecos se decidió a
lanzar un ataque sobre Sidi Ifni que fue rechazado por las
tropas españolas, lo que obligó a Marruecos a centrarse en el
asedio de las cercanas poblaciones de Tiliuin, Telata y
Tagragra.
Hasta la primera semana de diciembre fuerzas paracaidistas
españoles no rompen el cerco sobre estas poblaciones y
trasladan a su población civil y militar hacia Ifni. Comienzan
a producirse las primeras bajas y nombres como el del soldado
Joaquín Fandos Martínez, el teniente Ortiz de Zárate o el
capitán Niceto Llorente Sanz actúan con valentía. Sidi Ifni se
convierte en el fortín español. El asedio final espera.
«La guerra apenas encubierta sorprendió al mando militar
español en general. Y, aun peor, fue que los norteamericanos
negaron el empleo del Material de Ayuda (AYAN), por lo que la
mayor parte de los materiales de la Aviación, la Marina y el
Ejército de Tierra quedaban inutilizados de un plumazo. El
veto dejó maniatado a los Ejércitos Españoles», esgrime el
escritor José María Manrique.
Barcas en operación de aprovisionamiento a la población en
Sidi Ifni
Sidi Ifni es abastecida por mar por tres buques de la Marina
y rápidamente los marroquíes también comprenden que será un
fortín inexpugnable protegido por posiciones defensivas en un
perímetro de unos 30 kilómetros y a unos diez kilómetros del
centro de la capital. 7.500 defensores españoles resistieron a
las fuerzas marroquíes. El asedio duraría hasta junio de 1958
pero antes los escenarios de la guerra se centrarían en
Edchera y el Sahara español.
«Hasta la acumulación de los necesarios refuerzos, las
guarniciones en la zona lo pasaron bastante mal.
Posteriormente, con gran esfuerzo, se barrió al enemigo (en el
Sáhara con la colaboración francesa). No se le pudo destruir
porque, tanto Francia como EE.UU. se opusieron a que nuestras
fuerzas entraran en Marruecos», explica el autor del libro
«Ifni 1958. Sangriento combate en Edchera».
«El apresurado tratado de paz supuso un mal precedente para
Marruecos»Finalmente España y Marruecos firmarían la paz con
los acuerdos de Angra de Cintra, una bahía situada al sur de
Villa Cisneros, actual Dajla. En virtud de ese acuerdo se
entregaba a Marruecos Cabo Juby, entre el río Draa y el
paralelo 27º 40', excluyéndose del dominio alauí Sidi Ifni y
el resto del Sahara español.
«El apresurado tratado de paz supuso un mal precedente con
Marruecos, además de la ignominia de no obligar a esta nación
a que devolviera los prisioneros españoles que las "bandas"
habían hecho, liberación que tuvo que esperar su tiempo»,
recuerda el coronel retirado. La paz está firmada, no obstante
volvamos a la guerra... ¿Y Edchera?
«En Edchera se pagó la supresión del escuadrón de caballería
de Tiradores de Ifni, consecuencia de la desmovilización de la
mayoría del personal nativo tras la independencia de
Marruecos. Aquel escuadrón, incluso dotado de achacosas
autoametralladoras cañón («Chevrolet» del Ejército Popular)
hubiera hecho, con mejores resultados, las misiones de
exploración que hizo la Bandera de la Legión y que le costaron
aquella derrota. También hubo falta de información y, sobre
todo, exceso de confianza y desprecio del enemigo. Se tuvo
prisa por lograr una victoria sin esperar a que terminaran de
desembarcar los refuerzos expedicionarios.Incluso se inició la
operación sin prever el apoyo aéreo», sentencia el experto en
ese desastre militar olvidado de nuestra Historia.
Carmen Sevilla visitó Sidi Ifni la Nochevieja de 1957¿Qué
sucedió aquel 13 de enero de 1958? ¿Por qué? El día antes una
columna de las fuerzas irregulares del autodenominado Ejército
de Liberación Sahariano, muy leal al futuro rey Hassan II, atacó
sin éxito el El Aaiún español. Retirados se centraron en el
cercano paso de Edchera donde dos compañías de la XIII Bandera
de la Legión llevaban a cabo una misión de reconocimiento.
La emboscada aconteció el día siguiente. El primer pelotón
aguantó lo indecible hasta que las numerosas bajas mermaron su
fuerza aunque esa brava acción evitó una masacre mayor.
Cayeron en tal acción el vallisoletano brigada caballero
legionario Fadrique Castromonte y el vizcaíno caballero
legionario Maderal Oleaga. Los últimos caballeros
laureados del Ejército español.
En 1969, y acorde a la resolución 2072 de Naciones Unidas,
España descolonizó Sidi Ifni y el Sahara Occidental, este
último territorio en poder español hasta la «Marcha Verde» de
1975.
«La entrega de Sidi Ifni a Marruecos fue un acto de realismo
político. Sin el apoyo norteamericano y francés, aquel enclave
era antieconómico defenderlo, salvo que se fuera a la guerra
abierta con Marruecos. Y ya se había visto que ello sería sin
el material americano. Puede que por ello se lanzara nuestra
Patria a continuar y ampliar la política de ser lo más
autárquicos en medios militares de todo tipo, incluidos los
nucleares y sus vectores de lanzamiento. Y hablando de
enclaves antieconómicos, Ifni lo era y Gibraltar lo fue, como
bien saben los ingleses, mientras estuvo cerrada la Verja»,
apunta el escritor.
Volvemos al maestro periodista Chaves Nogales y su paso por
el Ifni del 34: «Aquí en Ifni, como en el norte, también nos
ha tocado el hueso. Los moros, sin temor a equivocarse, podrán
seguir atribuyendo a España las inhospitalarias montañas y a
Francia las fértiles campiñas». Un hecho orográfico que no fue
excusa para que los soldados españoles defendieran aquel trozo
de España en el hoy Marruecos.
PD- He aquí el Diario de Sesiones del
Congreso de los Diputados (ver página 14) de la
Comisión de Defensa, del 27-12-2012, en la que el diputado de
CiU Jordi Xuclà reivindicó el reconocimiento para aquellos
militares españoles. A continuación el extracto de interés:
«Termino ahora sí, señor presidente, con una muy breve
referencia. Hemos hablado de los soldados en el extranjero y
quiero pedirle, señor ministro, que preste atención a unos
soldados que casi todos tienen ya más de ochenta años: los
soldados españoles que participaron en la guerra de Sidi Ifni,
1957-1958. Existe una asociación de expedicionarios de la
guerra de Sidi Ifni, presidida por el señor Josep Riatós, que
pide un mínimo reconocimiento moral o económico. Han sido
varias las resoluciones de este Parlamento, e incluso los
compromisos presupuestarios de este Parlamento...
El señor PRESIDENTE: Debe terminar, señor Xuclà.
El señor XUCLÀ I COSTA: Termino, señor presidente.
...y creo que sería el momento oportuno del reconocimiento
para estos viejos soldados».
Descubierta por Abraham de Moivre hace más de 200 años, la distribución normal es tal vez la distribución de probabilidad más importante de toda la estadística. ¿Que es? Tomemos un grupo de personas al azar y midamos su altura , ahora tracemos el número de personas con cada altura posible en un histograma y obtenemos un gráfico parecido a la distribución normal. La distribución normal se conoce también como "curva de campana" de manera informal.
¿Que significa?, como otras distribuciones de probabilidad, la curva indica las probabilidades de que ocurran valores aleatorios particulares (en este caso ejemplificado la altura de las personas) pero la distribución puede aplicar en muchas situaciones diferentes. El punto más alto de la distribución corresponde a la media o valor promedio. La amplitud de la distribución es determinada por su desviación estándar, calculada de tal forma que el 68 por ciento de los datos caigan dentro de una desviación estándar, el 95 por ciento caiga dentro de 2, y el 99,7 por ciento caiga dentro de 3.
Teorema del limite central, si sumas muchas variables aleatorias, el teorema del limite central dice que dicha suma se distribuirá de manera normal. Entonces, si lanzas un dado 1000 veces, sin importan la distribución de cada lanzamiento, la suma de los 1000 lanzamientos obedecerá una distribución normal. Fue el matemático Carl Friedrich Gauss quien describió la peculiar forma de la curva, de ahí se acuñó el término distribución "gaussiana".
During Prohibition, grape farmers found a clever way to stay in business by producing semi-solid grape concentrates known as “wine bricks.” These bricks were technically legal, intended for juice-making, but came with a tongue-in-cheek warning label that hinted at their true potential. The label read: “After dissolving the brick in a gallon of water, do not place the liquid in a jug away in the cupboard for twenty days, because then it would turn into wine.”
This playful disclaimer allowed farmers to skirt the law while giving consumers a wink and nod toward fermentation. Though authorities cracked down on illegal alcohol, wine bricks became a popular loophole, helping Americans quietly continue winemaking at home. It was one of the more creative and humorous workarounds of the Prohibition era.
"Filer à l'anglaise" es una expresión francesa que significa irse discretamente, sin despedirse ni llamar la atención.Su
origen es incierto, pero la teoría más aceptada sugiere que es una
reacción de los franceses a la expresión inglesa "to take French leave"
(despedirse a la francesa), que tiene el mismo significado, pero a la
inversa.
SignificadoIrse sin ser notado, Escabullirse o salir a hurtadillas, Partir sin hacer ruido.
Bailén, la batalla donde Napoleón fue cruelmente humillado por el Ejército español
(Un texto de Manuel Villatoro en el ABC del 21 de julio de 2015)
El 19 de julio de 1808, las tropas de Bonaparte sufrieron en Andalucía su primera derrota de la historia en campo abierto.
Un día como hoy, aunque hace nada menos que 205 años, las
tropas españolas lograron un hito que ningún otro
ejército había conseguido antes: vencer a las
fuerzas de Napoleón en combate abierto. Aquella jornada, bajo
un sol de justicia andaluz que acosaba a los soldados con una
temperatura de 40 grados, las huestes del
«pequeño corso» nada pudieron hacer contra los briosos
hispanos que, a mosquete y espada, defendieron el pequeño
pueblo jienense de Bailén del invasor.
Ese 19 de julio de 1808 los españoles no sólo humillaron a
las altivas tropas napoleónicas mediante un ejército formado
por multitud de milicianos, sino que también lograron dar un
golpe de efecto que marcaría el principio del fin de
la ocupación francesa en España.
Así, la batalla de Bailén quedaría grabada con tinta
indeleble en la Historia.
Corrían malos tiempos para España en los inicios del s. XIX.
Todo había comenzado con un pequeño megalómano, Napoleón
Bonaparte, quien, después de subir al poder en Francia años
atrás, asumió como suya la tarea de dominar una buena parte de
Europa y derrotar al gran enemigo de su Imperio: Gran
Bretaña.
Tras caer en la cuenta de que no podía asediar a la indomable
Albión por mar, el corso prefirió pasar a una táctica menos
invasiva: bloquear el comercio de Reino Unido.
Sin embargo, para que esta idea se sucediera a la perfección,
Bonaparte debía conquistar Portugal, una región
tradicionalmente aliada de los ingleses y que no se plegaría
sus deseos.
Una trampa mortal
Pero para llegar hasta Portugal una tierra se interponía en
el camino de Napoleón, España. Por ello, en 1807 el francés
firmó con Godoy –valido del rey- el Tratado de Fontainebleau,
mediante el cual logró obtener el permiso para atravesar con
más de 100.000 hombres el territorio hispano.
El macabro plan de Napoleón había comenzado. Y es que, en su
paso a través de España, el disciplinado ejército francés fue
ocupando diferentes ciudades hasta llegar a Madrid. Así, lo
que en un principio comenzó como un permiso de paso,
acabó convirtiéndose en una invasión a gran escala.
A su vez, las intrigas políticas del «pequeño corso» –que
consiguió finalmente dar el trono español a su hermano-
terminaron por minar la paciencia de la población que, a partir de mayo,
comenzó a levantarse contra los casacas azules.
Así, se iniciaron una serie de revueltas por todo el
territorio a base de rastrillo y cuchillo en contra del águila
imperial. Tocaba defender el territorio del invasor y, ante la
escasez de tropas regulares, el pueblo no dudó en
proteger cada palmo de tierra hispana con su sangre.
Además, a lo largo y ancho de toda España, los defensores se
fueron constituyendo en pequeñas juntas locales –encargadas
de organizar la resistencia contra Francia- ante la
destrucción y la inactividad de los organismos centrales.
Camino de Andalucía
Sin embargo, en casi toda España comenzaba a imponerse el
entrenamiento de los soldados galos que, mejor pertrechados,
plantaban cara con osadía a cualquier levantamiento local. Por
ello, con el centro y el norte asediados, Napoleón no tardó en
plantearse la conquista del sur de la Península.
«Confiado en el éxito inmediato de la ocupación, Napoleón
ordenó al general Pierre Dupont de l'Etang que ocupara Córdoba
y avanzara hacia Sevilla y luego a Cádiz. El objetivo era
rescatar a una escuadra francesa allí bloqueada desde la
batalla de Trafalgar y hacerse con el control de los puertos
andaluces, al tiempo que amenazaba Gibraltar» señala el
escritor y periodista Fernando Martínez Laínez
en su obra «Vientos de gloria».
Para cumplir esta misión, los franceses enviaron unos
9.000 soldados de infantería, a los que los que se sumaron
unos 4.000 hombres montados (entre coraceros –la
caballería de élite del ejército galo experta en ataques
cuerpo a cuerpo- y dragones –jinetes armados con mosquetes-).
Al mando de esta fuerza estaba Dupont, uno de los generales
más destacados y fiables del «pequeño corso».
No obstante, la campaña andaluza salió muy cara a los
franceses que, acosados por los guerrilleros y el
hambre, decidieron asentarse en Andújar (ubicada a
28 kilómetros de Bailén) con la intención de esperar
refuerzos. Con todo, prefirieron dejar su sello de destrucción
arrasando y saqueando Valdepeñas y Córdoba.
Sin embargo, lo que no sabían los soldados del águila imperial
es que los españoles les harían pagar cada gota de sangre
derramada.
Una vez llegados sus refuerzos, Dupont levantó la cabeza con
orgullo al saber que contaba a sus órdenes con 34.000
hombres divididos en cinco divisiones. Para
facilitar la organización de este ejército tan numeroso -como
bien explica el escritor y experto Francisco Vela en su obra «La batalla de Bailén. El
águila derrotada» - el galo entregó cada una a un
oficial. Entre ellos destacaba el General de división Vedel,
un militar que se había ganado sus galones y el favor de
Napoleón combatiendo contra los austríacos varios años antes.
A su vez, el francés sabía que de su lado estaba, además del
gran número de soldados galos, la experiencia de los mismos.
De hecho, se creyó tranquilo al conocer que combatiría al lado
de un buen numero de sanguinarios coraceros y un batallón de
marinos de la guardia imperial (una de las unidades de élite
de la infantería imperial).
El levantamiento andaluz
Por su parte, y ante el peligro que se cernía sobre la
patria, España llamó a filas a los ciudadanos, que se sumaron
las escasas tropas regulares existentes. «Tras el
levantamiento madrileño del 2 de mayo, que se
extendió prácticamente a España entera, las Juntas de Sevilla
y Granada comenzaron a formar dos ejércitos que deberían
unirse en algún punto de Sierra Morena para
detener a los franceses», explica Laínez.
Así, los defensores consiguieron reunir una fuerza
equiparable a la de los crueles «gabachos» al contar
con 30.000 soldados. Sin embargo, más de la mitad
del ejército estaba formado por milicianos que,
aunque tenían en su interior el ardor propio de un militar
español, carecían de experiencia en combate. Con todo, cada
uno sabía que plantaría cara al invasor francés hasta la
última bala de mosquete.
Al mando de la fuerza se destacó el general
Francisco Javier Castaños. Éste, a su vez, decidió
dividir a sus hombres en tres columnas, como bien explica
Laínez en su obra: «La primera, con 9.450 hombres,
al mando del mariscal de campo de origen suizo Reding. […] La
segunda, mandada por el mariscal de campo belga marqués de
Coupigny [contaba] unos 8.000 hombres. […]
La tercera columna, compuesta de dos divisiones al mando de
los tenientes generales Félix Jones y Manuel La Peña
[disponía] de 12.000 hombres de las milicias
provinciales. […] Además, se contaba con una
“columna volante” que mandaba el coronel Juan
de la Cruz con unos 2.000 hombres,
casi todos voluntarios».
Tras una serie de pequeñas escaramuzas iniciales entre ambos
contingentes, el día 17 de julio de 1808 se
realizaron una serie de movimientos que marcarían directamente
el resultado de los combates. Todo comenzó el 16, jornada en
que Dupont –ubicado en Andújar- envió a la división de Vedel
hacia el entonces insignificante pueblo de Bailén con
órdenes de plantar cara a las tropas de Reding, a
las que se suponía defendiendo el lugar.
Pero el general francés encontró este minúsculo
pueblo vacío. ¿Qué había podido suceder? Casi sin
tiempo para pensar, en la cara de Vedel se pudo adivinar una
expresión de terror. Y es que, la posibilidad más lógica era
que la división española hubiera partido hacia Despeñaperros
(un paso a través de las montañas en dirección a Madrid) para
cortar una posible retirada francesa.
«En esta ocasión todo el equívoco parte de las informaciones
dadas por el paisanaje a los franceses, en especial por un
alemán afincado en el pueblo, el cual le confirmó el paso de
tropas enemigas encabezadas por los Dragones de Lusitania, lo
que acabó por confundir a Vedel que vio cómo fuerzas regulares
le sacaban ventaja en la carrera por llegar a Despeñaperros»,
explica en su libro Vela.
Velozmente, Vedel inició la marcha hacia las colinas dejando
atrás el verdadero teatro de operaciones. Sin embargo, este no
fue el único error que cometieron los franceses, sino que,
además, enviaron a otro de sus generales con una considerable
cantidad de tropas hacia dos posiciones ubicadas en la sierra.
El curioso encuentro
Mientras, el altivo Dupont continuó esperando despreocupado
en Andújar creyendo inocentemente que su experimentado
ejército podría hacer frente a cualquier hueste formada por
los españoles. Al parecer, nunca tuvo demasiado
respeto a un ejército que, según sus palabras, carecía de
instrucción y disciplina.
Días después, y ante la falta de noticias, Dupont dio un giro
radical a su plan de operaciones y partir hacia Bailén, en el
cual creía que había solo un pequeño contingente de tropas
españolas. Todo cambió cuando, en la noche del día 18,
sus exploradores le informaron de que a las puertas del lugar
le esperaban nada menos que 14.000 soldados enemigos: las
divisiones de Reding y Coupigny movilizadas días antes por
Castaños.
A los españoles, por su parte, también les cogió por sorpresa
el encuentro, pues sabían que, aunque eran superiores en
número a las tropas francesas, no contaban con la experiencia
suficiente para vencer al poderoso ejército galo. No obstante,
y a pesar de esta curiosa sorpresa de verano, ambos bandos se
prepararon para la batalla. Ahora sólo quedaba ganar tiempo
hasta que llegaran los refuerzos: Vedel por
parte de los franceses y Castaños por el bando español.
«Como se puede comprobar, de todo esto deducimos que
ambos bandos se encontraban mal informados sobre
las fuerzas y posiciones respectivas y que se dirigían a una
batalla de encuentro. Ni Dupont sabía que se iba a topar con
Reding ni éste que se le echaba Dupont encima. Aquel tenía su
retaguardia amenazada por las dos divisiones de Castaños, y
Reding amenazada la suya por Vedel», completa el autor de «La
batalla de Bailén. El águila derrotada».
¡A formar la línea!
Tras el primer contacto con las unidades de exploración
francesas –aproximadamente a las tres de la madrugada del día
19-, los españoles dieron comienzo a una alocada carrera
contra el tiempo para formar su línea defensiva. El ejército,
ahora al mando de Reding, tuvo que organizar a dos divisiones
que incluían, según Vela, a unos 12.600 infantes (armados
principalmente con mosquetes) y 16 piezas de
artillería. A su vez, la fuerza contaba con el
apoyo de casi 1.200 jinetes, entre los que
había varias unidades de los famosos garrochistas (pastores
que, diestros en el uso de la lanza, se incorporaron a filas
para combatir al invasor francés).
Para hacer frente a los galos, las tropas españolas
formaron a las afueras de Bailén. «Al amanecer, el
ejército español se desplegó en forma de arco o herradura
abierta con los extremos apoyados en los cerros Valentín, al
norte, y Haza Walona, al este», completa el autor español en
su obra.
En vanguardia se situó la infantería formando una consistente
fuerza de choque a base de mosquete y bayoneta. Como apoyo, se
intercalaron varias piezas de artillería con las que aplastar
las formaciones francesas. En segunda línea, Reding
ubicó varias unidades de infantería de reserva
además de algunos regimientos de caballería con un doble
objetivo: apoyar a los cañones y flanquear al enemigo.
Por su parte, el experimentado Dupont contaba a sus órdenes
con unos 8.000 infantes (entre los que se
encontraban los marinos de la guardia imperial), unos 2.000
jinetes (sumando a coraceros y dragones) y 23
cañones. Como siempre, la fuerza de los franceses
la componía principalmente la caballería pesada,
que solía ser usada como un martillo en contra de las
formaciones enemigas.
Como era de esperar, Dupont ordenó formar con un sólido
bloque de infantería en el centro, la temible caballería en
los flancos y varios cañones como apoyo (estas de menor
potencia que las españolas). Con las piezas dispuestas para la
partida de ajedrez, ahora todo quedaba en manos de la
resistencia, la valentía y la tenacidad de los soldados.
Comienza la batalla
La contienda comienza bajo un caos total, pues eran las tres
de la mañana y la oscuridad todavía no había abandonado
Bailén. «Entre las tres y las cinco de la madrugada
lo único claro es que no hay nada claro. En medio
de la oscuridad […] lo único cierto son las voces de ¡quién
va!, los fogonazos de los disparos y poco más», determina en
su completísima obra Vela.
A las cinco de la mañana, y sin más dilación, varias unidades
del ejército español se lanzaron -en el extremo del flanco
izquierdo- a la conquista de una posición que les podía
otorgar una ventaja táctica de gran importancia: el
cerro Haza Walona. Con sus mosquetes cargados y una
buena visibilidad tomaron este emplazamiento sin combates y se
aprestaron a la defensa.
Sin embargo, su alegría dura poco, pues, con la primera luz
de la mañana, Dupont ordenó a la brigada suizo-española
(antiguamente al servicio de España y ahora encuadrada a la
fuerza en el ejército francés) asaltar la colina. Por suerte,
la tenacidad de los defensores se hizo patente y consiguieron
resistir este primer embiste.
La treta española
Sin más paciencia que agotar, Dupont organizó a su caballería
para que, al galope y colina arriba, tomara el Walona. En este
caso, ni el incesante fuego de mosquete español valió para
detener a lo mejor del ejército imperial, que arrasó
a dos batallones españoles a los que, incluso,
arrebató sus estandartes, un hecho muy significativo para la
época.
Pero, a pesar de que los jinetes franceses podrían haber
abierto brecha en la línea española, se retiraron a
sus posiciones azuzados por una curiosa treta de los
defensores. «[Una unidad española] a las órdenes de
un teniente mantuvo una frenética actividad para dar la
impresión de contar con un mayor número de efectivos. Sin
saberlo, esta actividad, junto con los agudos toques del
trompeta de este destacamento ejecutando todos los toques
reglamentarios, confundió a los jinetes galos», añade el autor
de «La batalla de Bailén. El águila derrotada».
Mientras, en el centro del campo de batalla, los franceses
formaron columnas para lanzar la que, según creían, sería la
ofensiva definitiva sobre las tropas españolas. «La Brigada
Chabert desplegó en cuatro columnas de ataque […] e inició la
contrastada maniobra gala del choque a la bayoneta en columnas
cerradas», señala Vela.
En perfecto orden, los soldados franceses avanzaron hasta
situarse frente a las tropas defensoras. Sin embargo, los
galos no contaban ya con parte de su artillería –la
cual había sido destruida por los cañones españoles desde la
lejanía- lo que provocó que fueran tiroteados sin piedad.
Tras sufrir considerables bajas, la situación terminó de
complicarse para los soldados de Napoleón cuando Reding ordenó
a una parte de la caballería española cargar contra sus filas.
La presión fue demasiada para los experimentados casacas
azules, que, sin poder resistir ni un segundo más, se
retiraron manteniendo la formación.
Sin embargo, la inexperiencia de algunas de las tropas
hispanas salió cara a Reding cuando los garrochistas, ávidos
de venganza, no mantuvieron la formación y se
lanzaron solos contra varios olivares defendidos por
soldados galos. Por desgracia, los mosquetes
franceses no perdonaron este error e hicieron mella en las
filas de los confiados lanceros.
La imprudencia sale cara
Con el espeso polvo surcando el campo de batalla y el
calor haciendo mella en los soldados, la situación
se recrudeció en el flanco derecho cuando un escuadrón
español, fogoso y ávido de hacer sangrar a tantos soldados
franceses como pudiera, se adelantó demasiado y perdió el
apoyo de sus compañeros.
Tras un breve intercambio de disparos con la infantería gala,
la imprudencia de estos españoles les terminó pasando factura
cuando, de improviso, tuvieron que hacer frente nada menos que
a una carga de caballería francesa. Por suerte, y a pesar del
gran número de bajas que sufrió esta unidad, se consiguió
mantener la línea gracias al apoyo de varios regimientos
cercanos.
La última carga del águila
Ya al medio día, el sol se convirtió en un desagradable
protagonista para ambos ejércitos cuando la
temperatura sobrepasó los 40 grados. En ese momento
hicieron su entrada en batalla cientos de mujeres del
vecino pueblo de Bailén que, arriesgando sus vidas,
trasportaron cántaros de agua entre sus
compatriotas.
Abrasados por el calor, extenuados por el cansancio y
temerosos ante la posibilidad de que Castaños atacase su
retaguardia, los franceses organizaron entonces a sus últimas
tropas para llevar a cabo un desesperado asalto contra Bailén.
Para ello, además de a las mermadas unidades de infantería que
le quedaban, Dupont llamó también a sus escasas reservas:
los marinos de la guardia imperial.
«Eran en total unos 3.300 hombres desesperados encabezados
por el mismísimo Dupont y su Estado Mayor, que sabían que se
les acaba el tiempo», señala el experto. Conocedores de que
necesitaban un milagro para dar un vuelco a la
contienda, los franceses trataron de sacar últimas
fuerzas y plantar cara a sus enemigos.
No obstante, la misión era casi imposible y las últimas
tropas galas fueron pasadas a mosquete por los ávidos
españoles. La última gota de ánimo que aún mantenía
vivos a los franceses se acabó cuando Dupont fue
herido y casi derribado de su montura. Finalmente,
la esperanza imperial se desvaneció cuando vieron aparecer a
las tropas de La Peña por su retaguardia.
Rendición final
Todo había acabado. Sabedor de la derrota, Dupont
ordenó la rendición y llegó a un acuerdo con los españoles
para que sus tropas fueran repatriadas a Francia (cosa que
nunca se llegó a realizar, pues una gran parte de los soldados
imperiales acabaron muriendo de inanición en una isla
cercana).
De nada valió la llegada en el último momento de las
tropas de Vedel por la retaguardia española, pues
Dupont ordenó a su subordinado detener el ataque ante el temor
de las represalias sobre los soldados franceses capturados.
Había aparecido demasiado tarde para poder ser determinante y
las «inexpertas» tropas españolas se habían hecho con
la victoria.
La capitulación fue, al parecer, demoledora para
Napoleón, que nunca antes había visto a su
ejército derrotado en campo abierto. Además,
el hecho de que hubiera sido vencido por una fuerza formada
por multitud de milicianos no ayudó a calmar su ira. Tal fue
su enojo que acabó con la carrera de los pocos
oficiales galos que volvieron a Francia.
Una vez acabada la batalla hubo que recontar las bajas. Por
el lado francés sumaban –entre muertos, heridos y contusos- unos
2.200 soldados (el resto fueron hechos presos). «En
el bando español […] se confirmaron 192 muertos,
656 heridos, 8 contusos y 1.013 extraviados», finaliza Vela.