Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

domingo, diciembre 21

Los ácidos más peligrosos del mundo

(Leído en el muro de "Asombro científico" de Facebook hace unas semanas)
 
El ácido sulfúrico y el nítrico son fuertes, pero existen otros cuatro que llevan la palabra “peligroso” a otro nivel.
 
* Agua regia: una mezcla de ácido nítrico y clorhídrico tan poderosa que puede disolver oro y platino, metales casi indestructibles. Su reacción libera gases tóxicos que hacen imposible usarla sin protección extrema. Curiosamente, por separado, ninguno de estos ácidos logra tal hazaña.
 
* Solución piraña: nace de combinar ácido sulfúrico con peróxido de hidrógeno. Es exotérmica y explosiva si no se prepara correctamente. Se utiliza para limpiar impurezas en la industria electrónica, aunque su manejo exige precisión quirúrgica.
 
* Ácido fluorhídrico (HF): aunque químicamente “débil”, es uno de los más temidos. Puede disolver el vidrio y, si toca la piel, penetra hasta los huesos, reaccionando con el calcio del cuerpo. En dosis mínimas puede causar un daño interno mortal. Se usa para producir compuestos con flúor, incluso en medicamentos.
 
* Ácido fluoroantimónico: considerado el más fuerte del planeta, reacciona violentamente con el agua de las células humanas, liberando vapor corrosivo que destruye tejidos y huesos al instante. Solo se manipula en laboratorios altamente especializados.
 
Estos ácidos demuestran que, en el mundo de la química, la fuerza no siempre se mide por cantidad… sino por el poder invisible que se esconde en una sola gota.
 
Fuente: Royal Society of Chemistry (RSC)

Etiquetas:

viernes, diciembre 19

El origen del filtro Melitta

(Una publicación en Facebook de "Universo Sorprendente" leída en noviembre de este año)
 
Cada día, Melitta Bentz comenzaba con la misma rutina, preparar café. Pero lo que obtenía no era la bebida suave y aromática que conocemos hoy, sino un líquido turbio, lleno de restos y con un sabor tan fuerte que parecía castigo. En esa época, el café se hacía hirviendo directamente los granos en agua, y lo que quedaba era más parecido a una sopa oscura que a una bebida.
 
Las opciones para mejorar no eran mejores. Había métodos que recalentaban el café una y otra vez hasta que sabía a puro arrepentimiento. Otros usaban telas que se ensuciaban rápido y guardaban malos olores. Las rejillas metálicas dejaban pasar demasiados restos. Millones de personas aceptaban que el café debía ser así fuerte, amargo y lleno de grumos. Pero Melitta, madre de 35 años, no estaba dispuesta a resignarse.
 
Una mañana, después de otra taza amarga que no podía beberse, miró su cocina buscando desesperadamente una solución. Entonces vio el cuaderno de su hijo sobre la mesa, dentro de ellos, había hojas especiales que los niños usaban para secar la tinta de sus tareas. En aquella hoja vio algo que de repente iluminó su cabeza: ¿y si ese papel pudiera servir para colar el café?
 
Así que tomó una pequeña olla, le hizo unos agujeros en el fondo y colocó un círculo de ese papel encima. Puso café molido, vertió agua caliente y esperó. Lo que salió fue un líquido claro, sin restos, sin amargura excesiva y por primera vez, el café sabía como debía. Melitta se quedó inmóvil, sorprendida por lo que había logrado en su propia cocina.
 
La mayoría habría guardado ese descubrimiento como un secreto personal. Pero ella fue más allá. El 20 de junio de 1908 registró oficialmente su invento en Alemania. Ese mismo año fundó una pequeña empresa desde su apartamento, con apenas unas monedas de capital. Su esposo la ayudaba con la administración y sus hijos fabricaban los filtros a mano en la sala. Vendían en mercados locales, mostrando a la gente la diferencia: “Miren, sin restos, sin amargura. Café perfecto.”
 
Al principio, muchos dudaban. ¿Por qué cambiar lo que siempre ha sido así?, decían. Pero una vez que probaban el café limpio y suave, la resistencia desaparecía. En pocos años, la empresa ya vendía filtros en toda Alemania. En la década de 1920, su invento se había extendido por Europa.
 
La compañía sobrevivió a guerras, crisis y cambios de país. A pesar de todo, el producto nunca cambió, simples filtros de papel que hacían mejor café. Melitta dirigió la empresa hasta su jubilación y luego la dejó en manos de sus hijos. Murió en 1950, pasando de ama de casa frustrada, a pionera que revolucionó la vida cotidiana.
 
Hoy, el Grupo Melitta sigue siendo familiar, con sede en Alemania y presencia en más de 50 países. Su invento se usa miles de millones de veces cada día. Cada cafetera de goteo, cada cápsula moderna y cada método artesanal de vertido que vemos en cafeterías desciende directamente de lo que ella creó en su cocina en 1908.
 
[Basados en Archivo de Patentes de Alemania, Museo Alemán del Café (Hamburgo), Grupo Melitta. Este contenido es informativo y educativo.]

Etiquetas: , , ,

miércoles, diciembre 17

'Kalsarikännit', la filosofía finlandesa definitiva para el fin de semana

(Un artículo de Izabela Pecherska en El Mundo del 10 de diciembre de 2017)

Más de una noche de fin de semana habrás sentido las ganas de no salir de casa, y quedarte en la intimidad de tu hogar, acompañado sólo por una copa de vino. Y oye, para disfrutarlo aún más, ¿qué mejor que quedarse en ropa interior? Si no has encontrado un término para definir este estado aunque te reconozcas perfectamente es, sencillamente, porque no existe en nuestro diccionario. Una vez más, los nórdicos se nos han adlelantado: toma nota, si te da pereza salir todos los fines de semana, con el frío que hace en invierno, la mejor alternativa es practicar el kalsarikännit.

Es una palabra difícil de traducir pero define sentimientos universales. Kalsarikännit es una combinación de dos palabras finesas: kalsari que significa "ropa interior" y kännit que significa "emborracharse". No se trata de una borrachera descontrolada, sino de un momento de introspección y relajación total. Más que una actividad, la nueva tendencia del momento es un estado mental que busca reclamar esas noches en las que no tienes ganas de marcha.

Pese a su complicada pronunciación, ha volado por Internet, se utiliza con frecuencia en redes sociales y es la palabra definitiva para hacer feliz a una persona. Si practicabas el Kalsarikännit ya antes de saber que existía, no estás solo. Su práctica es más común de lo que imaginas, tanto que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia la ha incluido en un diccionario de emojis. Kalsarikännit forma parte de una lista de 56 emojis que sirven para explicar algunas emociones finesas difíciles de explicar, o palabras y costumbres típicas del país nórdico.

Finlandia es la primera nación en publicar su propio conjunto de emoticonos temáticos nacionales. De esta recopilación forman también parte palabras como kaamos , el concepto que define la sensación de vivir largos periodos sin sol, un factor al que están acostumbrados los norteños en un país en el que los rayos solares escasean en diciembre y enero. O suomi mainittu, que se traduce como lo que sienten los curiosos fineses cuando alguien menciona Finlandia en el extranjero, ya que les interesa la opinión de lo que el resto piensa sobre su país y su gente.

Así que recuerda, la próxima vez que no tengas planes y decidas quedarte sólo en casa bebiendo y medio desnudo, estas practicando el kalsarikännit y si se te olvida como se escribe, existen dos emojis para expresar esta situación. Si quieres contárselo a tus amigos, lo entenderán. Aunque no sepan pronunciarlo. 

++ 

Y esto lo he encontrado en la red:

Es el acto de disfrutar de la soledad, de la comodidad del hogar, lejos de las miradas ajenas. Se trata de una forma de autocuidado que se ha convertido en una especie de estereotipo nacional. No implica invitar a amigos ni vestirse para impresionar. Kalsarikännit es un momento para desconectar de la ajetreada vida social y conectar contigo mismo. Es un reconocimiento de que, a veces, la mejor compañía es uno mismo y el mejor lugar para una velada agradable es el propio sofá. 

Etiquetas: ,

lunes, diciembre 15

Hiperuniformidad desordenada

(Leído en el muro de Facebook de "Divulgación Científica con Humor" a principios de noviembre)

En la retina de los pollos se descubrió un estado de la materia único llamado “hiperuniformidad desordenada”. Este patrón se refiere a cómo están distribuidos los conos de colores, responsables de captar la luz.

A diferencia de una distribución completamente aleatoria o perfectamente ordenada, los conos se organizan en un equilibrio intermedio, con propiedades tanto de líquidos como de cristales. Este tipo de estructura permite una cobertura eficiente del espacio sin generar interferencias visuales.

Físicos y biólogos creen que este hallazgo podría inspirar nuevas tecnologías para manipular luz y sonido, como materiales fotónicos, sensores avanzados o sistemas de comunicación más precisos.

Etiquetas:

domingo, diciembre 14

Revistas en el tren

(Leído en un texto de la revista Renfe de octubre de 2024)

"Propagar las bellezas de nuestra patria y los medios más cómodos de visitarla". Con esta intención nació en 1939, poco después de concluir la Guerra Civil española, la revista ‘Trenes'. La iniciativa surgió de las dos compañías más importantes del sector ferroviario español (Norte y MZA), y su edición, solo dos años después, fue asumida por Renfe cuando se fundó. Una publicación trimestral en papel couché —"el mejor papel de que actualmente se dispone", indicaban entonces los responsables de la compañía—, cubiertas a color, gran formato y excelente material gráfico. "Una crónica amable del ferrocarril y la España de posguerra" —como así escribían Ana Gabanes y Gema Toribio, del servicio de documentación de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, en la revista 'Vía Libre'— en la que aparecían firmas corno Alfredo de Marqueríe, Francisco de Cossio o Viera Esparza.

'Trenes' se ofrecía a los usuarios del tren […]. En 1958, dejó de publicarse la revista aunque todos los ejemplares se pueden consultar en la Biblioteca de la Fundación de los Ferrocarriles de España, donde se conservan 3.000 títulos de revistas especializadas.

 

Etiquetas:

sábado, diciembre 13

200 años de Baudelaire, el auténtico inventor de la vida moderna

(Es un artículo de Javier Blanquez en El Mundo del 4 de abril de 2021, así que más que 200 años, hablamos de 205, pero tampoco cambia nada...)

En 1821 nació el autor de 'Los paraísos artificiales', que exploró las drogas, el deterioro moral y el sexo.

La existencia de las drogas en la literatura es antigua y puede rastrearse hasta en la 'Odisea', donde Homero cuenta que Helena, regresando de Troya, descubrió la nepenta, aquella especie de ansiolítico de los tiempos heroicos. Pero, salvando precedentes anecdóticos -Daniel Defoe, por ejemplo, sabía del opio, y describió a Robinson Crusoe en posesión de unos gramos de esa sustancia-, cuando las letras se vuelven verdaderamente 'yonquis' es con el giro anti-romántico del siglo XIX.

El año clave sería 1821, que es cuando Thomas de Quincey publicó sus 'Confesiones de un comedor de opio' y también cuando nació Charles Baudelaire, el autor que mayor influencia recibió, décadas después, de aquella elocuente descripción del dulce cuelgue y la terrible abstinencia causados por el abuso del láudano.

Hace dos siglos, pues, la vida y el arte emprendieron el camino de no retorno que, de manera acertadísima, Félix de Azúa sintetizó en el concepto de la vida moderna, una cosa que inventó Baudelaire y que hoy es en realidad modernez, pero que en su día fue una ruptura radical en la forma de vivir, crear y aspirar a la eternidad, y que sólo pudo darse en las grandes ciudades industriales.

EL NO ALMA DE LOS VEGETALES

Antes de Baudelaire, la gloria se conquistaba por elevación: en la guerra o aspirando a fundirse con Dios, glorificando el potencial del hombre y sus virtudes; todo estaba empañado de una moral virtuosa. Pero el poeta del París tumultuoso decidió mirar abajo ("la animalidad es la alegría del descenso", dejó escrito), y descubrió un espacio sin explorar en las miserias del alma, las pulsiones del cuerpo, la suciedad física y de pensamiento, y de ahí su rebeldía contra todas las autoridades -la divina, la del Estado, la familiar y la militar-, sus escarceos con prostitutas y sus experimentos con drogas.

Le llamaron satánico, pues escribía por igual de vampiros y adictos -que son la misma cosa-, y rechazó el ideal romántico de buscar la plenitud en la naturaleza. El triunfo de Baudelaire ante la eternidad no fue absoluto, porque no ha evitado el auge del 'wellness', la filosofía 'new age' y la meditación en parajes nemorosos, pero al menos sí levantó una barricada de contención contra el futuro 'hippismo' cuando rechazó, en 1855, participar en un libro colectivo de poesías que planeaba celebrar el bosque de Fontainebleau: "Lo siento, pero soy incapaz de enternecerme ante los vegetales [...]. Nunca creeré que el alma de Dios habite en las plantas, y aunque allí habitara, me importaría más bien poco". Baudelaire consideraba la naturaleza como un conjunto de "hortalizas sacralizadas", y prefería hablar con los gatos, frecuentar los burdeles y embriagarse con el vino.

El pequeño Baudelaire fue un joven díscolo. Su padre falleció en 1827, cuando tenía seis años, y le dejó un enorme vacío de autoridad paterna. De hecho, su madre se volvió a casar un año después con un militar, Jacques Aupick, a quien Baudelaire odiaba. Cuando participó en la revolución burguesa de 1848, lo más que hizo fue instigar a la masa a que fusilara -sin éxito- a su padrastro, que en agradecimiento le dejó sin herencia.

Casi toda su biografía contestona se puede explicar a partir de esa animadversión: la expulsión de varios colegios, sus flirteos escolares con la homosexualidad, hasta el punto de que su familia se lo quiso quitar de encima, aún adolescente, embarcándole en un paquebote con destino a Calcuta.

Baudelaire consiguió regresar a París tras pisar el Caribe, y lo hizo convertido en mayor de edad y poseedor de una renta de 75.000 francos que comenzó a derrochar tan pronto como pisó los ambientes sórdidos que tanto le atraían.

Entonces proyectó su imagen atildada, extravagante y distintiva de la masa sucia: desarrolló la incipiente moda del dandi, y de ahí vino no sólo una literatura reactiva contra el realismo, sino sobre todo el desarrollo de la idea del 'spleen', ese tedio insoportable del urbanita para el que toda novedad nunca es suficiente. El hastío llega porque el hambre de modernidad va más rápido que la modernidad misma, y de ahí la exploración de las drogas, el deterioro moral y el sexo.

SÍFILIS

De lo primero extrajo su pertenencia al Club de los Hashischins -un fumadero privado donde consumía porros y opio en compañía de Gérard de Nerval y Theóphile Gautier- y la redacción de 'Los paraísos artificiales', inspirado por De Quincey; de lo segundo obtuvo inspiración para Las flores del mal, y de lo tercero una sífilis que nunca curó, y que supuestamente le transmitió su amante mulata Jeanne Duval.

A partir de 1861, cumplidos los 40, Baudelaire ya estaba para el desguace: además del mal venéreo, padeció todo tipo de golpes económicos, morales -el juicio contra 'Las flores del mal' por su contenido inmoral- y físicos, incluido un ictus y, casi al final de su vida, la hemiplejía que le paralizó medio cuerpo. Tal como vivió, murió, explorando las simas del dolor, la degradación y eso que Lou Reed -epígono tardío- llamó "el lado salvaje de la vida".

A partir de Baudelaire se puede explicar buena parte del presente occidental: el escapismo, la atracción por lo sórdido, el tedio absoluto en un mar de abundancia, la rebeldía juvenil, el rock y el reguetón, el arte contemporáneo, el nihilismo, el culto a las estrellas y el anarco-capitalismo; del empacho de series a los 'after hours', pasando por el aislamiento individualista. Hace dos siglos cambió el mundo para siempre por su culpa, y cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde. Y lo peor es que nos gusta.  

Etiquetas:

viernes, diciembre 12

El 'bloop'

 (Leído en el boletín de Madri+d)

Un sonido oceánico colosal desconcertó durante años a los científicos antes de revelar un origen inesperado

En 1997, los micrófonos submarinos de la NOAA, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica estadounidense, registraron un sonido de baja frecuencia tan intenso que fue detectado a más de 5.000 kilómetros. Lo bautizaron el bloop. Su firma acústica era inusual: corta, potente y con un espectrograma que recordaba vagamente a vocalizaciones de grandes animales.

Durante un tiempo, se especuló con que el sonido podría venir de algún enorme animal desconocido. Pero catorce años después, un análisis de la propia NOAA resolvió el misterio. Los científicos observaron que el bloop coincidía con los patrones acústicos producidos por el desprendimiento y fractura de enormes masas de hielo en la Antártida.

Podéis saber más (y escuchar el misterioso sonido) en esta página de la NOAA.

Etiquetas:

jueves, diciembre 11

Sobre Robert Louis Stevenson

(Leído en el muro de "Fragmentos de la historia" de Facebook hace poco)

Robert Louis Balfour Stevenson nace en Edimburgo, Escocia el 13 de noviembre de 1850, muere en Vailima, cerca de Apia, Samoa el 3 de diciembre de 1894, también conocido como Robert L. Stevenson o R. L. Stevenson fue un novelista, cuentista, poeta y ensayista británico. Hijo de un ingeniero, R. L. Stevenson se licenció en derecho en la Universidad de Edimburgo, aunque nunca ejerció la abogacía. En busca de un clima favorable para sus delicados pulmones, viajó continuamente, y sus primeros libros son descripciones de algunos de estos viajes (Viaje en burro por las Cevennes). En un desplazamiento a California conoció a Fanny Osbourne, una dama estadounidense divorciada diez años mayor que él, con quien contrajo matrimonio en 1879. Por entonces se dio a conocer como novelista con La isla del tesoro (1883). Posteriormente pasó una temporada en Suiza y en la Riviera francesa, antes de regresar al Reino Unido en 1884. La estancia en su patria, que se prolongó hasta 1887, coincidió con la publicación de dos de sus novelas de aventuras más populares, La flecha negra y Raptado, así como su relato El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886), una obra maestra del terror fantástico.
En 1888 inició con su esposa un crucero de placer por el sur del Pacífico que los condujo hasta las islas Samoa. Y allí viviría hasta su muerte, venerado por los nativos. Entre sus últimas obras están El señor de Ballantrae, El náufrago, Cariona y la novela póstuma e inacabada El dique de Hermiston.
Su popularidad como escritor se basó fundamentalmente en los emocionantes argumentos de sus novelas fantásticas y de aventuras, en las que siempre aparecen contrapuestos el bien y el mal, a modo de alegoría moral que se sirve del misterio y la aventura. Cantor del coraje y la alegría, dejó una vasta obra llena de encanto, con títulos inolvidables. Varias de sus novelas y cuentos continúan siendo populares y algunos de estos han sido adaptados más de una vez al cine y a la televisión, principalmente del siglo XX. Fue importante también su obra ensayística, breve pero decisiva en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de peripecias. Fue muy apreciado en su tiempo y siguió siéndolo después de su muerte. Tuvo influencia sobre autores como Joseph Conrad, Graham Greene, G. K. Chesterton, H. G. Wells, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.
En la tumba de Stevenson, en una lejana isla de los mares del Sur a la que se retiró por motivos de salud, figura grabado el apodo que le dieron los samoanos: Tusitala, que en español significaría «el contador de historias». En efecto, la literatura de Stevenson es uno de los más claros ejemplos de la novela-narración, el «romance» por excelencia.
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/8109/Robert%20Louis%20Stevenson
 

Etiquetas:

miércoles, diciembre 10

El singular testamento de François Rabelais

(Leído en el muro de "La librería imperfecta" en Facebook, hace unas semanas)

"Mejor es escribir de risa que de lágrimas, porque reír es lo propio del hombre".
 
Eso sostenía François Rabelais en el prólogo de su afamada obra "Gargantúa y Pantagruel", una sátira humorística con la que el escritor pretendía ridiculizar los vicios y costumbres de su tiempo haciendo uso de la exageración como herramienta estética. Las cinco novelas que componen las aventuras, a veces un tanto grotescas y escatológicas, de sus dos glotones y bondadosos gigantes, Gargantúa y su hijo Pantagruel, empezaron a publicarse en 1532, y aunque tuvieron una amplia difusión, también sufrieron duramente el azote de la censura. Puede que, anticipándose a esa reacción negativa de algunos estamentos, Rabelais las publicara inicialmente bajo un anagrama de su nombre: Alcofribas Nasier —también utilizó el de Séraphin Calobarsy—.
 
Descripciones como las que hacía del modo de vida de los thelemitas, una comunidad ficticia y utópica creada por Rabelais en "Gargantúa", en la que se rechazan las tres grandes reglas monásticas —pobreza, la castidad y obediencia—, resultaban sin duda tan atrayentes como provocadoras:
 
"Tenían empleada su vida, no según leyes, estatutos ni reglas, sino según su franco arbitrio. Se levantaban de la cama cuando buenamente les parecía; bebían, comían, trabajaban, dormían cuando les venía en gana; nada les desvelaba y nadie les obligaba a comer, beber ni hacer cosa alguna; de esta manera lo había dispuesto Gargantúa. En su regla no había más que esta cláusula: «Haz lo que quieras»"
 
De no haber sido por el apoyo que el escritor recibió de protectores como Jean du Bellay, es muy probable que la censura hubiese logrado acabar rápidamente con las aventuras de sus desaforados gigantes.
Rabelais, al que algunos describen como un "bon vivant" se guardó una gran frase para sus últimos momentos y según algunos testimonios dijo: "Me voy en busca de un gran quizá; corran el telón, la farsa ha terminado".
 
Pero donde realmente volcó la esencia de su singular humor fue en una cita de su testamento donde, según la tradición anecdótica, dejó la siguiente declaración de voluntades:
 
"No tengo nada; debo mucho; el resto lo dejo a los pobres".

Etiquetas: ,

martes, diciembre 9

What the Beatles Gave Science

(An article by Sharon Begley read on 23rd December 2007, but I don't know where it comes from...)
 
Like millions of others who believed there must be more to life than the libertine exuberance of the '60s, the Beatles hoped that the Hindu teacher Mahesh Yogi—known as the Maharishi, or "great saint"—would help them "fill some kind of hole," as Paul McCartney put it years later. So in the spring of 1968, the Fab Four traveled to the Maharishi's ashram overlooking the Ganges River in northern India, where they meditated for hours each day in search of enlightenment, as Bob Spitz recounts in his exhaustive 2005 biography, "The Beatles." The high-profile visit still echoes 40 years later—in, of all places, science, for the trip popularized the notion that the spiritual East has something to teach the rational West. Soon the Maharishi was on Time magazine next to the line "Meditation: The Answer to All Your Problems?"
 
It wasn't. But in the late 1960s a few intrepid scientists began dipping their toes into the exotic new waters to study the effects of Transcendental Meditation (TM), which the Maharishi developed, and other forms of mental training. Most of that early research "was just not of high caliber," says B. Alan Wallace, president of the Santa Barbara Institute of Consciousness Studies. "Reputable scientists were told, 'We can't study that; we'll be tarred and feathered'." But just as meditation has become as mainstream as aerobics, research on it has achieved a respectability that astonishes those who remember the early floundering. With neuroscientists at the University of California, Davis, Wallace is leading a $1.4 million study of the effects of intensive meditation on attention, cognitive function and emotion regulation. Prestigious institutions such as the M.D. Anderson Cancer Center conduct studies on how Tibetan yoga improves sleep in patients with lymphoma, and top journals publish research on the brain waves of Buddhist monks. Studies of meditation are more than mainstream. They're expanding beyond the predictable—I mean, how surprising is it that meditating lowers stress?—into uncharted terrain, such as how different forms of meditation alter brain circuits in an enduring way.
 
In large part, that research is making headway because it's much more rigorous than in the early days. Then, few studies accounted for the annoying little fact that meditators' low levels of stress might reflect self-selection (maybe only mellow people chose to meditate and stuck with it) rather than the practice itself. Nor did they consider that the reduction in stress, blood pressure, heart rate and other measures between the beginning and the end of a meditation course might reflect the placebo effect: you expect something good to happen, and it does. "You can't really control for that," says Robert Schneider of Marahishi University of Management in Iowa, a center of research on TM, "but new studies come close." Although relaxation techniques and TM both lower blood pressure, for instance, the effect of TM is twice as big. Top hospitals from Stanford to Duke are convinced: they have instituted meditation programs for patients suffering chronic pain and other ailments.
 
Afraid to sully their reputations, it took three decades for scientists to ask the obvious: does meditation change the brain? But in the 1990s British psychiatrist John Teasdale became intrigued with mindfulness meditation, a Buddhist practice in which you sit quietly and observe whatever thoughts and perceptions arise in your consciousness, but without judging them. He and colleagues showed that mindfulness training halves the rate at which people treated for depression relapse. That set the stage of studies showing that mere thought can alter brain activity in a long-lasting way that benefits other forms of mental illness.
 
Neuropsychologist Richard Davidson of the University of Wisconsin had practiced meditation since the 1970s but didn't dare study it. Only in the 1990s did he "come out of the closet," he says. Now Buddhist monks and yogis trek to his lab to have their brains scanned. They look different from the brains of undergraduates (but then, whose doesn't?), having stronger electrical waves of the kind that knit together disparate thoughts into the grand enterprise of consciousness.
 
Even in novices, meditation leaves its mark. An eight-week course in compassion meditation, in which volunteers focus on the wish that all beings be free from suffering, shifted brain activity from the right prefrontal cortex to the left, a pattern associated with a greater sense of well-being. And three months of intensive training (10 to 12 hours a day) in mindfulness meditation had a remarkable effect on attention. Usually, when something attracts your attention—in this study, a number interrupting a stream of letters on a screen—it takes the brain's attention machinery time to reset. If two numbers flash less than 0.5 seconds apart, most people don't see the second one. But after mindfulness meditation, with its focus on sharpening attention, volunteers detected many more numbers, Davidson's team reported this year. What happened was that the meditators used fewer attention circuits to perceive the first number and therefore had enough left over to detect the second. Meditation is still not "the answer to all your problems," but it's having a good run unveiling the brain's secrets.

Etiquetas:

domingo, diciembre 7

El cosmógrafo que dio su nombre a América, por error y sin saberlo

(Un texto de Javier Yanes en Bbvaopenmind.com leído el 9 de marzo de 2021)

Existe un solo continente en la Tierra nombrado en honor a una persona real: respectivamente, América y el explorador y cosmógrafo florentino-castellano Américo Vespucio. También puede decirse que es el primer continente nacido para el conocimiento europeo y nombrado en fechas bien definidas. La versión corta de la historia cuenta que fue Vespucio quien primero se percató, el 17 de agosto de 1501, de que el actual Brasil no era parte de Asia, sino un Nuevo Mundo, y que el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller instauró en su honor el nombre de América para este nuevo continente en un mapa publicado el 25 de abril de 1507. Sin embargo, la versión larga es más complicada, y nos cuenta que el nombre de América es en realidad el producto de algún error, algún desconocimiento y bastantes dosis de fantasía.

En 1492, el año en que Cristóbal Colón arribó a lo que por entonces se llamarían las Indias Occidentales, el tratante florentino Amerigo Vespucci (9 de marzo de 1454 – 22 de febrero de 1512) se había instalado en Sevilla por asuntos relacionados con los negocios de sus patronos, los Medici. No traía estudios universitarios, pero sí una buena formación que incluía la geografía y la astronomía. Cada vez más involucrado en las actividades de su superior Gianotto Berardi, inversor y contratista en las expediciones de Colón, pronto Vespucio daría personalmente el salto a la exploración: en 1497 se convirtió en el primer europeo en pisar la tierra continental de la futura América; un año antes que Colón, quien hasta entonces solo había visitado islas.

Aquí surge la primera objeción: el único testimonio de aquel viaje es la Carta a Soderini, un documento presuntamente firmado por Vespucio en el cual daba cuenta de cómo aquel 17 de agosto habría tocado tierra en lo que reconoció como un nuevo continente. Sin embargo, los expertos no solo han cuestionado ampliamente la autoría y la autenticidad del relato, sino incluso la existencia de aquella expedición. No parece haber disputas, en cambio, sobre otros dos viajes sucesivos de Vespucio, aunque ya posteriores a la llegada de Colón al continente.

Mundus Novus

Fue en 1503 cuando otro documento firmado por Vespucio empleaba en su título la expresión Mundus Novus, lo que le otorgaría la primacía en el reconocimiento del nuevo continente, si bien la expresión “nuevo mundo” ya se había utilizado antes; de hecho, se dice que Vespucio pudo inspirarse en la referencia de Colón a “otro mundo”. Así, narraba: “Pues en aquellas partes del sur he encontrado un continente más densamente poblado y abundante en animales que nuestras Europa o Asia o África”. El 7 de agosto de 1501, escribía, su flotilla de tres naves portuguesas tocaba tierra: “Supimos que esa tierra era un continente y no una isla porque se extiende lejos como una costa muy larga y recta y porque está repleta de infinitos habitantes”.

Aunque Mundus Novus aparece como una carta dirigida a su antiguo patrono, Lorenzo di Pierfrancesco de Medici, se cree que en realidad no es una epístola original, sino obra de otros como una refundición embellecida de cartas auténticas de Vespucio. En el documento el explorador presumía de cómo sus conocimientos de cosmografía habían salvado la expedición: “Si mis compañeros no me hubiesen hecho caso a mí, que tengo conocimientos de cosmografía, no habría habido capitán o ni siquiera el líder de la expedición que hubiese sabido dónde estábamos”. Vespucio alardeaba de su uso del cuadrante y el astrolabio. “Por esta razón después me hicieron objeto de gran honor, ya que les mostré que, a pesar de ser un hombre sin experiencia práctica, a través del aprendizaje de las cartas marinas para navegantes yo estaba más cualificado que todos los capitanes del mundo entero”.

Sin embargo, los expertos señalan que las descripciones astronómicas de Vespucio son confusas, que no hizo observaciones notables o novedosas y que sus técnicas eran poco fiables. No dejó ningún mapa con su firma. Pero poco importaba cuando su relato era una lectura tan apasionante: indígenas que vivían 150 años y que cometían incesto y canibalismo a discreción —uno había comido 300 cadáveres—, mujeres voluptuosas y “urgidas por un exceso de lujuria” que yacían con los cristianos a la menor oportunidad, y hombres que usaban “un cierto recurso suyo, la mordedura de ciertos animales venenosos” para aumentar sus genitales “a un tamaño tan gigantesco que aparecen deformados y repugnantes”. No es de extrañar que Mundus Novus se convirtiera en un best seller de su época, traducido a varios idiomas.

Un error por desconocimiento

Las obras de Vespucio llegaron al Gymnasium Vosagense, una institución académica religiosa en Saint-Dié-des-Vosges (Francia). El grupo de geógrafos allí reunido, que incluía a Martin Waldseemüller y Matthias Ringmann, publicó en 1507 una Cosmographiae Introductio, anónima pero probablemente escrita por Ringmann, junto con un mapa del mundo firmado por Waldseemüller y una traducción de la Carta a Soderini. Tanto el mapa como el texto asignaban el nombre de América a un nuevo continente separado de Asia. “No veo qué derecho tendría nadie a objetar a que se llame a esta parte, por Americus que la descubrió y que es un hombre de inteligencia, Amerigen, esto es, la Tierra de Americus, o America: ya que tanto Europa como Asia obtuvieron sus nombres de mujeres”, decía la Introductio.

Algunos expertos sugieren que realmente fue Ringmann y no Waldseemüller quien bautizó a América y que el segundo se limitó a permitirlo, ya que en sus posteriores mapas no aparece esta denominación. Pero se da una curiosa circunstancia. Aunque cueste imaginarlo en los tiempos de internet, las redes sociales y las noticias al minuto, en el siglo XVI la información circulaba con extrema lentitud: en 1507 aún no había llegado a oídos de Ringmann que un tal Colón, fallecido el año anterior, había llegado al Nuevo Mundo antes que Vespucio. 

Tras la muerte de Ringmann, Waldseemüller dejó de utilizar el nombre de América en sus mapas, anotando simplemente que aquella tierra había sido descubierta por “Cristóbal Colón de Génova”. Pero ya era tarde. La obra de 1507 fue tan influyente que el nombre de América fue copiado por otros cartógrafos en trabajos sucesivos. En 1538 el célebre geógrafo Gerardus Mercator lo imprimió en su Orbis Imago, su primer mapamundi. Y el resto es historia. Por su parte, Vespucio falleció en Sevilla en 1512 sin saber que su nombre designaría todo un continente, un privilegio jamás alcanzado por otro ser humano

Etiquetas: ,

sábado, diciembre 6

El origen de la palabra "Free lance"

(Leído en el muro de "Hoy aprendí" de Facebook)
 
La palabra freelance tiene un origen sorprendentemente bélico. En la Edad Media, los caballeros solían estar al servicio de señores feudales, luchando bajo su estandarte. Sin embargo, también existían guerreros mercenarios que ofrecían sus habilidades al mejor postor. A estos se les conocía como “lanzas libres” o free lances, es decir, combatientes que no estaban atados a ninguna lealtad fija y podían cambiar de bando según la paga. El término aparece documentado en la novela Ivanhoe de Sir Walter Scott (1820), donde se usa literalmente para describir a estos soldados independientes.
Con el tiempo, freelance adquirió un significado más amplio. En 1864 comenzó a utilizarse en sentido figurado para referirse a personas que trabajaban de forma autónoma, sin pertenecer a una organización fija. A finales del siglo XIX, el término se aplicaba especialmente a periodistas que escribían por encargo. Hoy, freelancer es sinónimo de trabajador independiente en múltiples disciplinas, desde diseño gráfico hasta programación, manteniendo viva la esencia de aquellos guerreros que elegían sus propias batallas.

Etiquetas:

viernes, diciembre 5

Pulp Fiction: el maletín

(Leído en facebook, en el muro de Borji)

En 1994, mientras se filmaba Pulp Fiction, Quentin Tarantino tenía una regla inquebrantable: cada objeto en pantalla debía tener una historia. Uno de los más misteriosos fue el maletín que Vincent Vega y Jules Winnfield recuperan. Nunca se revela qué contiene, pero lo que pocos saben es que Tarantino jamás escribió su contenido. El guion solo decía: “Abren el maletín. Brilla intensamente. Reaccionan.” Nada más.
La idea de dejarlo vacío de significado fue deliberada. Tarantino quería que el público proyectara sus propias teorías. Pero detrás de cámaras, el equipo necesitaba que el maletín brillara. Así que usaron una batería de bicicleta conectada a una bombilla dorada, escondida bajo una tela negra. El efecto fue tan hipnótico que John Travolta pidió repetir la toma solo para ver el resplandor una vez más.
Durante las pruebas de cámara, Samuel L. Jackson improvisó una reacción que no estaba planeada: se quedó mirando el maletín en silencio por varios segundos. Tarantino decidió mantener ese momento, convencido de que el misterio era más poderoso que cualquier explicación.
Con el tiempo, surgieron teorías: que contenía el alma de Marsellus Wallace, que era el diamante de Reservoir Dogs, o incluso el Oscar que Tarantino aún no ganaba. Pero el director nunca confirmó nada. En entrevistas posteriores, solo dijo: “Lo que hay dentro es lo que tú quieras que haya.”
El maletín original fue robado del set dos días antes de terminar el rodaje. El que aparece en la última escena es una réplica hecha en menos de 12 horas por el equipo de utilería. El original nunca fue recuperado.

Etiquetas:

jueves, diciembre 4

No saber ni jota

(Leído hace unas semanas en el muro de Daniel Balmaceda en Facebook)

La iota era la letra más pequeña del alfabeto griego (de allí surgieron la i y la jota). En 1630, los alemanes tenían la expresión “Nicht ein jota” que equivalía a “Ni la más mínima”. El que no sabe ni jota sobre determinado tema no conoce ni lo más mínimo sobre ese asunto.

Etiquetas:

miércoles, diciembre 3

"Aún aprendo", dice Goya. Pero ¿qué?

(Un texto de Guillermo Fatás en la revista de crítica cultural "Crisis" de junio de 2016 centrado en un dibujo de Goya con el texto "Aun aprendo").

1. El genio trabajador 

No estoy muy seguro de que Goya quisiera decir con su Aun aprendo (sin tilde) lo que se le suele atribuir: que, a pesar de su edad, todavía desea seguir conociendo cosas para él incógnitas; que no se ha cansado de aprender, no obstante su ancianidad. Hizo el dibujo en edad premortuoria (los sabios lo fechan entre 1826 y 1828, según). En cambio, dado su modo de ser, me parece más probable que, sí bien dijo sin duda lo que parece, no quiso decirnos solo eso. Como otras veces, a Goya hay que interpretarlo por encima y por debajo de lo que muestra. 

Se asume a menudo que el Goya anciano, ya decrépito, sordo, con serios impedimentos físicos y afincado en Burdeos sin hablar bien francés, superaba tan graves obstáculos refugiado en su fuerza de voluntad, que era muy grande. La interpretación usual es que su ánimo enterizo le hizo superar el dolor y el aislamiento. Una prueba contundente sería este dibujo perturbador que está en el Museo del Prado: valetudinario y casi sin hálito, aprendo todavía. 

Goya fue, en efecto, dueño de una voluntad mayúscula. La puso al servicio no solo de su genio portentoso, sino de su admirable laboriosidad, sin la que no hubiera sido lo que fue. La vocación y las aptitudes no bastan: hace falta trabajar. A Goya le gustaba trabajar, necesitaba crear de forma continuada. Cultivó con maestría innovadora un número altísimo de registros, plásticos, morales y técnicos, de forma que la obra de don Francisco más parece la de media docena de artistas. Están en situación antípoda la Condesa de Chinchón y los Viejos de las sopas, los Fusilamientos, los cartones isidriles, los Desastres y el amoroso Maríaníto, y así todo. 

2. Un tópico clásico 

Octogenario, eligió un tópico clásico para condensar el significado (oneroso) de la vejez, edad temible en la que el hombre se enfrenta a pesares crecientes e ineludibles. Goya, que había soñado con una placentera vida burguesa —"Campicos y a vivir", escribía a su más que amigo Zapater, en los años en que le gustaba montar enloquecidamente en un carricoche—, se veía lejos de su patria y de su casa, sospechoso de poco entusiasmo por el régimen fernandino (pero ni opositor ni perseguido, hay quien gusta de exagerar) y muy afectado por sus dolencias físicas. 

El 'Aún aprendo' era ya veterano en Europa. Tiene antecedentes griegos y romanos, claramente en Plutarco (hablando de Solón) y en Séneca (hablando de sí propio) y tomó forma italiana. En la forma 'Ancora imparo', fue puesto en boca de personajes alegóricos (así, el Viejo, arquetipo de la senectud) y en la de genios esclarecidos (como Miguel Ángel, compendio de talentos artísticos). 

Soy viejo, viene a decirse, pero quiero aprender, deseo saber más, anhelo conocimiento(s). Y esa intención es la que, dibujo mediante, hemos venido atribuyendo a nuestro don Francisco en sus años bordeleses.  

El viejo de Goya es un viejo viejísimo, mucho más dramático que sus antecedentes, casi trágico. Anciano decrépito, encorvado, con barbas largas y descuidadas, gran pelambrera y sin apenas fuerzas para caminar. Se apoya, con manos deformadas por la enfermedad, en dos bastones y anda, apenas, bajo el "Aun aprendo" (sin tilde). Es el dibujo 54 del Cuaderno G (o Burdeos I) que llegó al Prado en 1872. 

Los viejos aprendices tienen como referencia notoria el que grabó Girolamo Fagiuoli en 1538 (British Museum): camina con esfuerzo, encorvado y apoyado en un carrito con asideros, en cuya parte delantera hay un inexorable reloj de arena. Además de 'Anchora ínparo' (sic), hay una sentencia de Séneca: Bís puerí senes (sic, por senex), Tamdiu díscendum est quamdiu vivas: "El viejo es niño otra vez. Aprenderás mientras vivas". (Esto último era un proverbio romano). Casi cinco siglos antes, el viejo Sócrates (por pluma de Platón) también aparecía deseoso de aprender (música). 

Otro venero del 'Aún aprendo' está en la catequesis cristiana, que Goya conoció bien. El aprendizaje del camino hacía la santidad no concluye hasta la muerte y es el único determinante: Scientia destruetur, dice Pablo a los corintios. En el colegio donde pasé varios años infantiles, nos lo gritaba a diario una pared: "La ciencia calificada / es que el hombre en gracia acabe, / porque, al fin de la jornada, / aquel que se salva, sabe; / y el que no, no sabe nada". El letrero frailuno presidía, paradójicamente, la sala llamada Estudio. Luego supe que esos versos eran de fray José de Cádiz, enemigo jurado de la Ilustración. (En Zaragoza montó un poyo regular acusando a los ilustrados de decir lo que jamás habían dicho). 

3. Goya encolerizado 

Mirando los ojíllos tremendos del anciano goyesco se siente uno intimidado. No sucede eso con los 
otros grabados que conozco del viejo que aún aprende, solo con este pasa. Creo ver en esa figura el alma misma de Goya tal como él podía imaginarla a la altura de 1826 o 1827. Me baso en algo muy sencillo, nada rebuscado, teorético ni psiquiátrico. El primer biógrafo de Goya fue el francés Laurent Matheron, que escribió sobre el gran sordo y su peripecia vital un librito publicado en (1858). Y allí se lee esto, una vez traducido: 

"Retomó sus costumbres plácidas y burguesas; pero las fuerzas se le iban, sus paseos se hacían raros, sus pinceles menos activos; su humor se ensombrecía. Enseguida ya no pudo salir sin el subsidio de su joven compatriota el Sr. de Brugada, en cuyo brazo se apoyaba. Y, en sitios retirados, probaba a andar solo. Pero, ¡esfuerzos inútiles!, ya no tenía piernas. Incurría entonces en grandes encolerizamientos: '¡Qué humillación! ¡A los ochenta años –gritaba- me pasean como a un niño! ¡Y tengo que aprender a andar!..." 

Avergonzado de su impotencia, que comprobaba en lugares apartados para eludir el ridículo y la compasión ajena, maldice con fiereza haberse convertido en una criatura desvalida que, como un niño pequeño, aún tiene que aprender... ¡a andar! Il faut –confiesa, derrotado- que j'aprenne à marcher El viejo de Goya mira con una turbia mezcla de fatiga y odio.  

Etiquetas:

martes, diciembre 2

La Teoría de las "Ventanas Rotas"

(Leído en facebook)
En 1969, en la Universidad de Stanford, (USA), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y color.
Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos, abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes, y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada lugar.
El auto del Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas, ya sea robándose lo utilizable o destruyendo el resto. El de Palo Alto se mantuvo intacto.
Es común atribuir a la pobreza las causas del delito, postura en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (de derecha y de izquierda).
Pero el experimento no finalizó allí. A la semana, cuando el auto del Bronx estaba deshecho y el de Palo Alto impecable, los investigadores rompieron el vidrio de este último. Como resultado, se desató el mismo proceso que en el Bronx: robo, violencia y vandalismo. ¿Por qué un vidrio roto en el auto del barrio supuestamente "seguro" desata un proceso delictivo?
Es que no se trata de pobreza. Es evidentemente algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Acá viene lo interesante: un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés, despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia. Es como una sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, algo así como que "vale todo". Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.
En experimentos posteriores, (James Q. Wilson y George Kelling), desarrollaron la "teoría de las ventanas rotas, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe el vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.
Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importar a nadie, entonces allí se generará el delito.
Si se cometen pequeñas faltas (estacionar en lugar prohibido, exceso de velocidad o no respetar luz roja), y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.
Si permitimos actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de mayor violencia cuando estas personas sean adultas.
Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a los asaltos), serán los delincuentes quienes ocuparán esos espacios.
La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década del 80 en el Metro de Nueva York, en aquellos años el lugar más inseguro de la ciudad. Se comenzó de lo pequeño a lo más grande: grafitis, suciedad, ebriedad, evasiones del pago de pasajes, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes, lográndose hacer del subterraneo un lugar seguro.
En los 90´s, Rudolph Giuliani, sobre la base de las "ventanas rotas" y el Metro, impulsó una teoría de "tolerancia cero". La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.
Cabe aclarar, para la gente de pensamiento "estrecho", que la expresión "tolerancia cero", si bien podría sonar a una especie de solución autoritaria y represiva, su concepto principal radica en la prevención y promoción de condiciones sociales de Seguridad. No se trata de "linchar al delincuente". No se trata de avalar la prepotencia policial, ya que de hecho, también puede aplicarse la "tolerancia cero" respecto de los abusos de autoridad. No se trata de "tolerancia cero""frente a la persona que comete el delito sino frente al delito mismo.
Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana.

Etiquetas: