(Un texto de Carlos Manuel Sánchez en el XLSemanal del 7 de julio de 2019)
Son 17 minerales críticos. Todo funciona gracias a ellos, desde el
móvil hasta una resonancia magnética o un misil crucero. El 70 por
ciento del mercado de tierras raras lo controla China y amenaza con
cortar el grifo a occidente. Es su as en la manga.
Dicen los expertos que la humanidad ha entrado en la Edad de las Tierras Raras,
como hubo una Edad de Piedra, de Hierro o de Bronce… A lo largo de
miles de años, cada nuevo material ha revolucionado la economía del
planeta. Y China es el gran dominador de esta nueva era geológica. No es un monopolio, pero le falta poco. Ejerce un control casi absoluto sobre el mercado de estos minerales esenciales para la tecnología. Un ejemplo: la pantalla de un móvil es táctil y se ilumina porque contiene hasta siete tierras raras.
Y Pekín ha decidido jugar esa baza. Amenazó con interrumpir el
suministro de tierras raras como respuesta al veto de Washington a
Huawei. «China está considerando seriamente restringir las exportaciones
de minerales raros», tuiteó hace unas semanas el editor del periódico
estatal Global Times. «Si China cierra el grifo de esos materiales,
sería como rebobinar la industria tecnológica varias décadas. Y nadie
quiere tirar su iPhone y volver a Blackberry», analiza James Vincent en
The Verge.
Aunque suenen a libro de Tolkien, las tierras raras no son tierras, sino óxidos metálicos.
Y tampoco son raras, abundan en la corteza terrestre, excepto una, que
es un residuo de las centrales nucleares. Pero es complicado separarlas
de otros materiales. Y solo sirven si son puras, así que hay pocas minas
viables (y rentables) en el mundo. Se trata de 17 elementos de la tabla periódica: itrio,
escandio y los 15 del grupo de los lantánidos, muy apreciados por sus
increíbles virtudes magnéticas, conductoras y luminiscentes. Casi polvo
de hadas.
«Son materiales críticos. Carecen de un sustituto. No es
que puedan convertirse en el nuevo petróleo, es que ya lo son. Somos
muy dependientes de ellas», afirma Ricardo Prego, doctor en Químicas por
la Universidad de Santiago de Compostela y profesor de investigación en
el CSIC. «La Edad de las Tierras Raras es un periodo histórico único,
pero no es novedoso. Sucedió algo parecido en la Edad de Bronce con
otros dos metales: cobre y estaño. Ambos fueron críticos para la
agricultura y estratégicos respecto a las armas». Entonces era Chipre la
isla de la que salía el cobre que permitió fabricar los nuevos arados y
espadas. Hoy es China la que produce el 70 por ciento de las tierras raras.
No es un negocio que mueva demasiado dinero. Pero solo es por la poca
cantidad que se necesita. Unos pocos microgramos bastan para
‘salpimentar’ un aparato. En el mundo se producen anualmente 170.000
toneladas, de las que 120.000 las extrae China; Australia, 20.000;
Estados Unidos, 15.000… De hecho, las tecnológicas estadounidenses importan de China el 80 por ciento de las tierras raras que utilizan.
Lo que supone un gasto de 160 millones de dólares, incluido lo que
necesita el Pentágono, pues también se aderezan con ellas misiles de
crucero y aviones de combate.
Otra característica de este comercio es que el 40 por ciento es ilegal.
Estas sustancias son fáciles de transportar y de esconder. Así que el
contrabando está a la orden del día. China ya jugó una vez la carta del
desabastecimiento. Hace nueve años detuvo la exportación de tierras
raras durante una escalada del conflicto con Japón por la soberanía de
un archipiélago. Los precios se dispararon. Y las compañías tecnológicas
se vieron en un apuro. Salieron de él gracias al mercado negro y a que
Australia puso en explotación la mina Mount Weld.
Este antecedente sirve a los analistas de
Forbes para decir que
China actúa «desde la desesperación» y va de farol. O, en cualquier
caso, tiene peor jugada que Washington, pues las tecnológicas importan
semiconductores de Estados Unidos, y sin chips no funcionan ni
ordenadores ni móviles ni casi nada.
The Economist rebaja ese triunfalismo: la guerra comercial perjudica a ambas potencias.
China no solo tiene las mayores reservas de tierras raras, también ha
desarrollado la tecnología para ponerlas en valor. Y señala que el
presidente Xi Jinping, que no da puntada sin hilo, visitó en mayo una planta en Guangzhou.
Pero no era una mina, sino una fábrica de imanes. A diferencia de
países como Arabia Saudí, que se ha limitado a extraer petróleo y vivir
de las rentas; China domina todos los pasos en la cadena de producción:
no solo refina el óxido, lo convierte en un producto acabado. una
batería, un pulimento para óptica, un escudo térmico…
En realidad, las tierras raras son la punta del iceberg de una carrera despiadada por el control de las materias primas. China ya posee el 40 por ciento del grafito
necesario para las pilas de combustible. Y el 60 por ciento del
magnesio, imprescindible para fabricar cerámica. Empresas chinas se han
instalado en el Congo, de donde procede la mitad del cobalto mundial. Y
también en las regiones productoras de litio de Chile
y Australia. Compañías como Ganfeng o Tianqi compiten con los
proveedores occidentales. China, en suma, controla ya la mitad de las
materias primas del planeta. Y no se conforma con este planeta… China ha puesto una sonda en la cara oculta de la Luna.
Los chinos aspiran a explotar los inmensos recursos de helio-3, un
posible combustible para la fusión nuclear que «podría resolver la
demanda energética de la humanidad durante los próximos diez mil años»,
señaló a la BBC Ouyang Ziyuan, un responsable chino del programa lunar.
¿Cómo
interpretar entonces el órdago de las tierras raras? «¡No digas que no
te lo advertimos!», publicó el órgano de partido. Un aviso a navegantes
que solo ha utilizado tres veces. En 1962, antes de que China
incursionara en territorio de la India; en 1978, antes de que estallase
la guerra chino-vietnamita. Y ahora… «aconsejamos a Estados Unidos que
no subestime la capacidad de China para salvaguardar su derecho al
desarrollo y sus intereses». Solo es un aguijonazo, según los expertos.
Un poquito de dolor para evitar desastres mayores. Es la lógica de la
Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética exhibían músculo
nuclear, sabiendo que si pasaban del dicho al hecho la destrucción
mutua estaba garantizada.
Como entonces, los dos bandos que ahora
se disputan la supremacía disponen de un arsenal de medios persuasivos. Y
el de menos es el militar. Los chinos cuentan con empresas capaces de
rivalizar con las grandes plataformas norteamericanas, como Alibaba
(comercio electrónico), Baidu (búsquedas) y Tencent (redes sociales).
Son los contrapesos de Amazon, Google y Facebook. Y, en tecnología,
China está en una posición ideal para disputar la supremacía en
inteligencia artificial, 5G…
Estados
Unidos se agarra al dólar, que sigue siendo la principal divisa en los
intercambios comerciales y la más usada como reserva. Pero China es la
principal acreedora de Estados Unidos. Si amaga con vender los títulos
que posee, la Reserva Federal tendría que aumentar los tipos de interés
para captar nuevos inversores. Y eso podría frenar el crecimiento
económico. Y a nadie le apetece una nueva crisis… A nadie.
Es más, China y Estados Unidos dependen demasiado el uno del otro en el terreno financiero.
El año pasado salieron a Bolsa en Wall Street nada menos que 42
compañías chinas. Y los fondos de inversión que han comprado esas
acciones presionan a Washington para que rebaje la tensión. Por eso hay
que coger los tuits de Donald Trump con
pinzas y leer la letra pequeña de sus órdenes ejecutivas. El presidente
norteamericano ya está en campaña y gesticula para sus votantes.
Un negocio muy sucio
Las tierras raras, no son tan raras, abundan en la corteza
terrestre, excepto una. Pero es complicado separarlas de otros
materiales y solo sirven si son puras, por eso hay tan pocas minas.
Además generan un gran impacto ambiental.
La minería de las tierras raras es compleja. No porque sea a gran
profundidad. A veces solo hay que rascar el suelo unos pocos metros.
Pero es un negocio sucio por su impacto ambiental. Paradójicamente, las
tierras raras son necesarias para las tecnologías limpias y ‘verdes’,
como lámparas led o
molinos de viento. Pero sacarlas exige grandes cantidades de agua que
queda contaminada y va a parar a ríos y lagos. Y para separarlas hay que
disolverlas en ácidos, lavarlas, filtrarlas… «Producir una tonelada de
tierras raras genera en torno a 10.000 metros cúbicos de gas residual
que contiene dióxido de azufre, ácido fluorhídrico y sulfúrico; 75.000
litros de agua residual ácida y una tonelada de residuos radiactivos
(torio y uranio)», calcula Prego.
17 elementos de la tabla periódica que construyen el mundo
1. Sc. Número atómico 21. EASCANDIO. Lo utilizan los aviones y también la industria armamentística. Y. Número atómico 39.
2. ITRIO. Las bombillas de bajo consumo de casa llevan este componente. También las motocicletas.
LA. Número atómico 57.
3. LANTANO. Se usa para la construcción de teléfonos móviles y las lentes de las cámaras.
4. Ce. Número atómico 58. CERIO. Los cristales de precisión son
tallados con cerio. También lo utilizan las refinerías del petróleo.
5. PR.
Número atómico 59. PRASEODIMIO. Es un componente de la fibra óptica.
También se utiliza en la construcción de aeronaves y pantallas de
televisión.
6. ND. Número atómico 60. NEODIMIO. Lo llevan los discos duros de los ordenadores, también los motores de los coches eléctricos.
7. PM. Número atómico 61. PROMETIO. Fundamental para la industria
nuclear y para el suministro de electricidad a sondas espaciales y
satélites.
8. SM. Número atómico 62. SAMARIO. Se usa en la
fabricación de cerámicas, vidrios absorbentes de rayos infrarrojos y en
las centrales atómicas.
9. EU. Número atómico 63. EUROPIO. Se
necesita para construir algunos tipos de láser y las pantallas de
televisión y de los ordendores.
10. GD. Número atómico 64.
GADOLINIO. Lo esconde tu microondas, los sistemas de audio profesionales, y los reactores nucleares.
11. TB.
Número atómico 65. TERBIO. Se usa para construir aparatos electrónicos y
activa la producción del color verde en las pantallas en color.
12. DY. Número atómico 66. DISPROSIO. Puede ser usado como láser y lo llevan los discos duros del ordenador.
13. HO. Número atómico 67. HOLMIO. Es el menos empleado de la tabla.
Se usa en la fabricación de algunos dispositivos electrónicos.
14. ER. Número atómico 68. ERBIO. Los ingenieros lo utilizan como filtro fotográfico, como amplificador de fibra óptica.
15. TM. Número atómico 69. TULIO. Se incluye en aparatos microondas. Se cree que podría ser una nueva fuente de energía.
16. YB. Número atómico 70. ITERBIO. Este material, combinado con el aluminio, se usa para la fabricación de fibra óptica.
17 LU. Número atómico 71. LUTECIO. Puede encontrarse en televisores en color, cristales y bombillas led.
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